Felipe Debasa: Gabriel de Castilla, descubridor de la Antártida
Durante dos siglos largos, el océano Pacífico fue el lago español. La hispanidad ignorada asombra a los historiadores cuando la conocen. Más de un centenar de territorios, archipiélagos e islas llevan o llevaron nombres españoles y la presencia de la soberanía de España en el Pacífico se extendió desde Vietnam y Camboya hasta la isla de Pascua, pasando por las Filipinas, Formosa, Timor, Macao, las Molucas, las Marianas, Guam, Córdova y Valdez en Alaska, las Marshall (antes Los Pintados), Midway (antes Patrocinio), las Galápagos, Australia…
Felipe Debasa es un catedrático de Historia Contemporánea y del mundo actual que ha sabido instalarse en la cultura de la vanguardia científica y tecnológica. Se trata de un hombre muy inteligente, de un intelectual de sólida cultura y de un ávido escritor de últimas novedades y pasadas incógnitas. Conversar con él supone un regalo para aquellos que sienten curiosidad por la historia y también por la vanguardia científica.
Con sobrio prólogo de Ramón Tamames, ha publicado un libro titulado Vida y Fortuna de Gabriel de Castilla (Sílex) en el que, sobre un copioso equipaje cultural, relata la vida y la obra del descubridor de la Antártida en 1603, fecha grande del Imperio español que había acumulado en 1580 las posesiones portuguesas desde Brasil hasta Macao.
“Con el galeón Jesús María de 600 toneladas y treinta cañones –escribe Debasa– el galeón Nuestra Señora de la Visitación –que era el viejo galeón de Hawkins reparado– y el galeón Nuestra Señora de las Mercedes, de 400 toneladas”, Gabriel de Castilla, curtido por incontables expediciones y singulares batallas, inició en 1602 la peripecia que le llevará un año después al descubrimiento de la Antártida. Posteriormente Pedro Fernández de Quirós llegaría a las Nuevas Hébridas. Llamó a una de sus islas “Australia del Espíritu Santo”, ahora Vanuatu. Recorrió parte de una isla, “tan grande por lo menos como las Canarias”, a la que, según escribe Felipe Debasa, dio el nombre de Australia, como contracción de austral y Austria, la casa reinante en España. Y añade Debasa: “El Rey Felipe III tomará posesión de Australia” que según Fernández de Quirós constituye “la cuarta parte del mundo”.
Juan Jofré y Juan Fernández e incluso Urdaneta pudieron avistar la Terra Australis incógnita. Según Debasa, “Luis Váez de Torres es el primero en surcar el estrecho que separa Nueva Guinea y Australia y por eso el estrecho lleva su nombre”.
Gabriel de Castilla tomó posesión de la Antártida en 1603. Era un territorio inmenso que dominaba el Polo Sur y estaba cubierto por un hielo infinito de un kilómetro de espesor. Con el nuevo virrey de Perú, Gaspar de Zúñiga, “el poder de Gabriel de Castilla comienza a diluirse”. Pero el gran marino y conquistador no quiso regresar a España y en medio de considerable desolación falleció en Lima hacia 1620.
Felipe Debasa, en fin, ha soltado, como le pedía Ramón Tamames, la estacha de su barco editorial para que su aportación sobre Gabriel de Castilla sea de todos conocida. Estamos ante un libro definitivo por su documentación y profundidad. Y, por decisión de su autor, permanece ajeno a concesiones comerciales o a simplificaciones de novelistas y gentes que carecen de rigor científico.