Taxus baccata
Julia Otxoa
20 octubre, 2005 02:00Julia Otxoa. Foto: Justy
Taxus baccata es el nombre botánico del tejo, que crece lentamente, con "lentitud lúcida y serena ante el devenir de la Historia", dice Ricardo Ugarte en el homenaje heráldico que abre el libro.
Complejidad de conciencia y de proyecto expresivo, complejidad de una ética poética a la altura de las circunstancias: con distintos materiales ha tejido la poeta un valioso testimonio marcado por la inestabilidad del pensamiento maduro, con sus territorios conquistados, con tantos huecos sólo abarcables por la expresión intuitiva -"Anotas cosas que luego el viento borra, escribes en paisajes inciertos con agua que no existe...."- y abierto inexorablemente a la reflexión temporal.
Tiempo de vivencia íntima, "como creación", también como desamparo creativo -"Apaciento mi sombra en los lugares más inseguros del pensamiento"-, como norma sentimental en la que el discurso amoroso, sin reservas de intelectualismo estrecho, se afinca como forma complementaria de conocimiento: "La música de tus labios/ besa siempre mi pecho al amanecer,// de ese modo,/ todavía sumida en el sueño,/ suavemente,/ recuerdo el nombre de las cosas sin sobresalto".
El tiempo colectivo, también, de una historia localizada que es barbarie cotidiana -"Cuanto más atruenan los himnos, más se afianza el silencio creciendo en nuestras calles"- ante la que se propugna "el presente como resistencia poética". Responde Otxoa con palabra clara y dolorida al conflicto: "Mi país, círculo de espantapájaros donde arder". ¿Apunta a la comunicación posible la aspiración de "Leer en otro idioma,/ ser el otro"? En todo caso, de entre las nieblas y los espacios inseguros del conocimiento sobresale aquí, con dureza explícita, una exigencia de clarificación: "Nombrar la realidad política de mi país, con un lenguaje alejado de la costumbre, por ejemplo a través del lenguaje especializado de los forenses", aunque no se excluye, porque es cuerpo mismo del pensamiento, la emoción en que desembocan algunos poemas finales: "Cada día despierto en ti, país,/ como quien llega a un espejismo,/ y voceo toponimias para nombrarte..."
"Escojo ser el margen como única posibilidad de existencia": sobre el filo de la navaja, Julia Otxoa ha sabido tejer un discurso que suena a auténtico y necesario porque no hurta el cuerpo, como tantos, a la expresión de un conflicto del que no puede excluirse y porque nos trasmite clara la indagación en un inevitable y más amplio desarraigo humano. También, en su mejor metáfora, una cierta confianza: "Bajo la sandalia un círculo vacío,/ sobre el sombrero una mariposa".