Ensayo

Los mitos del nacionalismo vasco

José Díaz Herrera

6 octubre, 2005 02:00

Foto: Bob Edme

Prólogo de César Vidal. Planeta, 2005. 887 páginas, 27’50 euros

Resulta complicado valorar este extenso libro. Contiene muchos aspectos positivos, sobre todo un extraordinario trabajo de documentación. Pero también otros negativos: redacción apresurada, estructuración deficiente y cierto partidismo. No obstante, lo bueno se impone porque la obra, a partir de fuentes inexploradas, desvela una parte sustancial de la historia oculta del Partido Nacionalista Vasco.

La primera mitad, dedicada a la actividad del líder nacionalista Aguirre y los suyos durante la Guerra Civil y la posguerra, aparece repleta de notables revelaciones que desmontan los mitos sobre los que descansa el prestigio del PNV durante esa etapa. Para ello, el periodista José Díaz Herrera echa mano de documentos desclasificados a petición suya de archivos públicos y privados de Estados Unidos y de otros países, incluyendo españoles y del propio PNV. Queda patente el desleal comportamiento de la cúpula dirigente hacia las autoridades republicanas en plena guerra. Aguirre, que primero estuvo tanteando sumarse al alzamiento, forzó la cesión del Estatuto en el inicio de la conflagración aprovechando el apuro del gobierno. En cuanto obtuvo el cargo de lehendakari, pretendió erigir un país independiente, buscando reservar sus efectivos para la lucha final contra los que sólo temporalmente consideraba aliados. El autor describe los episodios de la entrega de Bilbao y su industria militar intacta al enemigo. También el acuerdo de Santoña, que condujo a la rápida caída de Santander por las facilidades dadas a los espías italianos para informarse de la distribución de las fuerzas enemigas. Asimismo, constata que batallones completos de gudaris se pasaron al enemigo, alrededor de ocho mil soldados.

Si se compara con lo que sufrieron los milicianos, subraya Díaz Herrera, los nacionalistas encarcelados por Franco fueron liberados pronto, antes de 1943. En definitiva, para el autor el legendario arrojo de los gudaris carece de fundamento, lo mismo que la versión de que hubo una especial represión en las provincias vascas.

Ya en el exilio, durante los cuatro primeros meses de 1941, Aguirre desarrolla en Berlín un plan concebido para persuadir a las autoridades nazis de que, una vez ocupada España, promuevan la creación de un protectorado vasco. Fracasado el proyecto por el desinterés de los alemanes y ya instalado en Nueva York, apuesta por poner a disposición de los norteamericanos la red del partido en Latinoamérica. De tal modo que el servicio vasco de información no sólo se dedicó a espiar las tramas del Eje, sino también a proporcionar información del exilio español y de las organizaciones y líderes latinoamericanos nacionalistas y de izquierdas, antes y durante la Guerra Fría. El ejemplo más ilustrativo de esta implicación es el caso de Galíndez.

La otra mitad del libro es un territorio más conocido. Sobresale la exposición detallada de la persistente relación entre el PNV y ETA a lo largo del franquismo y la democracia. El autor insiste en la utilidad del terrorismo etarra como instrumento de los nacionalistas moderados para negociar con el Estado. También resalta el papel del clero en la situación vasca, que resume de una forma rotunda: "en 110 años de historia, nacionalismo, violencia e iglesia nunca han dejado de darse la mano y marchar unidos".

Hay muchos otros capítulos de interés. Los últimos describen el cambio a partir de los noventa, con un PNV volcado en conseguir la secesión. Aquí asoma un análisis contundente, casi un desahogo. El periodista lo confiesa con honradez, el libro está escrito en el contexto de la inopinada llegada de los socialistas al poder. Las intenciones que atribuye a Rodríguez Zapatero parecen desmesuradas, le considera como el "verdadero instigador, cómplice y provocador" de la "ruptura de España". Es plausible suponer incompetencia o inanidad, pero carece de lógica que quien desea mantenerse en el poder a toda costa pretenda destruir el país sobre el que quiere mandar. Dejando a un lado las opiniones sobre la actualidad política, son dignos de encomio el titánico esfuerzo investigador de José Díaz Herrera y sus fascinantes hallazgos.