'La seducción' según Sara Torres: la importancia de la fantasía y el placer sobre el acto sexual
En la nueva novela de la escritora, dos mujeres de distintas generaciones ilustran los distintos modos de abordar el deseo y sus lenguajes.
27 abril, 2024 02:08La última novela de Sara Torres (Gijón, 1991) busca romper el imaginario heteronormativo de la seducción encarnada en un don Juan Caníbal, que reduce a su presa y que cumple su objetivo: devorar a la víctima. La novela traza otra narrativa fundada en una ética de la seducción, es decir, en la posibilidad de concebirla como un espacio tercero de dos cuerpos deseantes, un lugar que debe construirse lento y que debe atender, gozoso, al choque de dos lenguajes distintos. La escritora sitúa la novela justo en ese momento cuando nada ha ocurrido y todo es todavía proyección de fantasías, misterio.
Así, pone en conversación a dos mujeres de distintas generaciones y sus modos diferentes de abordar los deseos, los cuerpos y sus lenguajes, para indagar en la espera como instancia dichosa, porque el sexo se posterga, pero no así el placer. Mientras tanto, vuelan las fantasías.
Torres tiene la virtud de escribir escenas sexuales audaces, que no avergüenzan ni sobran y que además son hermosas. Como en toda historia de amor que se precie, se produce una relación triangular; alguien que en las narrativas convencionales supone un obstáculo y que aquí se reinventa como aliada y amiga, no como fuente de celos ni abrasadores tormentos.
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La seducción, defiende la novela, no es necesariamente un estadio inicial hacia una relación más profunda o estable, sino que es, en sí misma, una forma de amor que puede hacerse sin dañar ni consumir al otro. Torres hackea el ritual amoroso hetero convencional: las protagonistas reinventan el cortejo, desarman coreografías, montan otros bailes. Sin embargo, no hay aquí vocación de margen, sino la voluntad de escribir un discurso alternativo que rompa con la idea de que amor y violencia van de la mano inexorablemente.
Por eso, el libro puede leerse como un pequeño tratado amoroso que reinterpreta los universales del sentimiento humano. Y lo hace con una prosa limpia, sin afectación; un estilo pulcro que no está reñido con la exploración de ideas ni con la indagación poética. A veces se sitúa en los bordes de la expresión cursi, pero no cae; de hecho, gracias a ese juego en los límites, consigue darles más fuerza a los momentos perversos, a los parajes más crudos.
Con prosa limpia, Torres reinterpreta los universales del sentimiento humano
La seducción defiende que la pasión amorosa es un espacio creativo donde es posible acercarse y acceder a lo otro desconocido, así como un lugar para el autoconocimiento. La joven fotógrafa va a aprender eso de la mano de la no tan joven escritora. En este sentido, se trata de una novela de formación, donde alcanzar la vida adulta es señal de alegría y no de pérdida. Para ello, la fotógrafa, que se ha instalado en casa de la escritora con la excusa de tomarle una foto para un libro, tendrá que atravesar ansiedades y miedos.
En un mundo contemporáneo marcado por la inmediatez de la conectividad tecnológica y la búsqueda urgente del cumplimiento sexual, la joven mujer vive la seducción demorada de la escritora como una tortura: se boicotea a sí misma, se siente insegura, se paraliza, siente que toda ella es un fracaso. Incapaz de ver ni escuchar ni sentir a la escritora, se observa a sí misma de forma obsesiva.
Sin embargo, también en ese desajuste, se afirma en la novela, se puede encontrar una emancipación. Salen a la luz el miedo y las heridas, que es lo mismo que decir los discursos sobre feminidad y belleza con que la joven ha construido su identidad y su cuerpo. Y al salir toma conciencia y puede empezar a desactivarlos.
¿Qué es La seducción? Un impacto entre dos cuerpos dispuestos a escucharse sin ninguna prisa, un encuentro entre texto y lector mediado por la escritura de Sara Torres.