Lo normal debería ser que los libros perduraran. Los títulos más importantes de la historia de la literatura universal han mantenido su vigencia, con mayor o menor intensidad, a lo largo de los siglos. Sin embargo, la velocidad en los plazos del mercado editorial nos arrastra a una coyuntura feroz en estos tiempos: raro es el libro que remonta el vuelo si en su fase de lanzamiento no ha tenido la repercusión esperada. Siete casas vacías, el compendio de relatos de Samanta Schweblin (Buenos Aires, 1978), contradice esta tendencia. Tiene más vidas que un gato, o al menos las mismas, siguiendo con la cifra que anuncia su título.
Premiado con el Premio Ribera del Duero hace siete años —otra vez la dichosa cifra— cuando aún era un embrión sin editar, el sello Páginas de Espuma se hizo cargo de su publicación. Y de su promoción. Es necesario destacar este último apunte, pues se presume determinante en los éxitos que el libro de cuentos de Schweblin ha cosechado en este periodo. El pasado 17 de noviembre supimos que la escritora argentina lograba el prestigioso galardón estadounidense National Book Award en la categoría de literatura traducida.
Seven Empty Houses —la traducción inglesa de Megan McDowell que ha catapultado el premio— ha aterrizado en el mercado norteamericano por la puerta grande. 17 ediciones después de su lanzamiento en España en 2015, ha recibido los elogios de medios como The Whasington Post o The New York Times. Ocho días después de la recepción del premio, lo que nos interesa saber es la opinión de Schweblin, traducida a más de 25 lenguas y autora de las novelas Distancia de rescate (2015), que logró el Premio Tigre Juan y fue nominada al Man Booker Prize 2017, y Kentukis, ambas publicadas en Random House. Sus primeros libros de cuentos fueron El núcleo del disturbio (2002) y Pájaros en la boca (2009).
Pregunta. ¿Qué sensaciones tuvo al recibir la noticia del National Book Award?
Respuesta. Cuando entré a la longlist estaba cenando con una amiga, y confieso que incluso googleamos el premio, porque no entendíamos del todo de qué se trataba, y tampoco nos lo podíamos creer. Luego el libro pasó a la shortlist un mes más tarde, y ahí si festejé con un brindis entre amigos. No creía que el libro fuera a premiarse, porque Siete casas vacías en un libro de cuentos, y en general es difícil que los libros de cuentos lleguen a este tipo de premios, por eso festejé, porque para mí la shortlist ya era el premio. Luego te enteras si eres o no el ganador en el momento. Se hace una ceremonia en Nueva York a la que asisten los finalistas.
P. ¿Por qué este premio, y en esta categoría, es tan importante?
R. Estados Unidos sigue teniendo un lugar central en el mercado editorial, y este es el premio más importante que puede ganar un autor extranjero en ese país. No sé el impacto final que esto tendrá en los libros, pero supongo que dará más visibilidad y logrará que el libro llegue a más y nuevos lectores.
"El National Book Award es el premio más importante que puede ganar un autor extranjero en ese país"
P. ¿Qué cree que tiene Siete casas vacías para que, siete años después de su publicación, siga teniendo tanto éxito?
R. Eso habría que preguntárselo al jurado, de verdad que a mí me cuesta pensar esto, siento que no tengo la distancia suficiente. Sí creo que, entre muchas otras cosas que aúna las historias de este libro, hay una atención especial sobre “las casas”. Las casas como estas estructuras rígidas, únicas, bajo las que vivimos, pero también como la idea de hogar y de familia. Hemos cambiado mucho estos años, hemos descubierto nuevas maneras de formar familias, de enamorarnos, han cambiado incluso nuestros miedos y las amenazas que nos atormentan, nuestras ideas de sociedad, y hasta de cómo deberían ser los espacios y las ciudades en las que vivimos.
>>Pero seguimos viviendo bajo las mismas casas rígidas de hace décadas atrás. Las simbólicas y las reales, son ambas estructuras que nos molestan, nos quedan demasiado grandes, o demasiado chicas. ¿Cuál es el secreto para rearmarse? ¿Cómo aprender a mover el cuerpo y el alma de otras maneras, si seguimos encerrados en estas estructuras? Estas preguntas atraviesan todas las historias, me atravesaban a mí siete años atrás cuando escribí este libro, pero creo que siguen siendo muy contemporáneas, quizá más urgentes aún que antes.
P. ¿Cuál de las “siete casas” ha envejecido mejor desde 2015?
R. Quizá "La respiración cavernaria". Se me ocurre esta historia porque se trata sobre todo del problema de envejecer, y quizá sea uno de los problemas más universales y atemporales con los que hemos estado lidiando desde que tenemos conciencia de la muerte. O quizá "Un hombre sin suerte", que es un cuento que, como llama particularmente la atención, se ha estado traduciendo y publicando más allá del espacio que ocupa en el libro.
P. Desde la recepción del Premio Ribera del Duero por un volumen de cuentos, ha publicado dos novelas. ¿En qué genero se encuentra más cómoda actualmente?
R. Siempre estoy escribiendo cuentos, es el género al que voy por instinto. A veces un cuento crece y crece, como me pasó con la historia que terminó siendo mi primera novela, Distancia de recate. Y a veces aparecen historias que desde un principio no funcionan como cuentos, por la propia esencia de lo que se está contando, como me pasó con la segunda novela, Kentukis.
"Los autores españoles y los latinoamericanos ahora compartimos muchas más lecturas que las generaciones anteriores"
P. La periodicidad de sus publicaciones, lenta, y la extensión de sus obras, breve, nos hace pensar en una autora poco prolífica, circunstancia que no interpretamos como algo negativo, por supuesto. Pero ¿cómo es su relación con la escritura?
R. Escribo despacio, sí, pero también publico mucho menos de lo que escribo. No todo lo que escribo termina en un libro. Tengo cientos y cientos de notas, muchos relatos inconclusos, mucha escritura de juego, de prueba y ensayo. También dedico tiempo a enseñar escritura creativa. Me gusta, y me sirve, porque siento que aprendo mucho, y aprendo lo más valioso y difícil de aprender en la escritura, que es llegar a teorizar los procesos que en general atravesamos desde lo intuitivo, ordenarlos lo más formalmente posible, para así poder trasmitirlos, y luego lograr aplicarlos en literaturas, tradiciones y voces muy distintas a la mía.
>>Todos estos procesos me parecen fascinantes, y supongo que mi escritura es lenta también por esto, porque muchas veces me distraigo de mi propia escritura para tomar notas sobre los procesos, los problemas, las intuiciones, e incluso los fracasos. La construcción de la ficción me fascina a veces más aún que la ficción. Es como si intuyera ahí una verdad todavía más necesaria que la que puede construir la ficción.
P. ¿Está siguiendo de cerca el buen momento que atraviesa el cuento? ¿Qué autores le interesan?
R. Hay algunas voces nuevas y jóvenes en la literatura en inglés, como el norteamericano David James Poissant, o la inglesa Julia Armfield, que me encantan. Y a este año sumo también mi descubrimiento de la gran Deborah Eisenberg, que no había leído antes porque no estaba traducida y me parece maravillosa. Pero en Latinoamérica, y muchísimo en Argentina, tenemos una tradición del cuento muy fuerte, hasta tal punto que la gran mayoría de los novelistas tienen también algún libro de cuentos, cosa que es bastante más rara acá en España. Pienso ahora en algunos cuentos maravillosos que a veces incluso uso en mis clases, de Pedro Mairal, Vera Giaconni, Marcelo Cohen, Liliana Heker, Mariana Enriquez, Federico Falco, por solo hablar de autores argentinos, contemporáneos, que tengan especial interés en el género y que se me vengan ahora a la cabeza.
"En las publicaciones más literarias, diría que los españoles leen más a Latinoamérica que viceversa"
P. ¿De qué modo se relacionan los autores españoles y latinoamericanos? ¿Se leen? ¿Comparten lecturas?
R. Compartimos lecturas, sí. Y si hablamos de lecturas contemporáneas creo que compartimos mucho más que las generaciones anteriores, porque se publica más rápido, la distribución entre países es un poco más diversa y efectiva, se lee mucho en digital, e incluso me pasa con algunas autoras que nos leemos prácticamente en vivo, es decir, que compartimos manuscritos aún antes de publicar. No sé bien cómo, porque no es mi campo de interés, pero seguramente este leernos más de cerca debe tener también algún impacto sobre lo que escribimos, debe haber algo de esto que quizá más adelante, con más distancia, podría ser visible en las lecturas.
P. ¿Cómo leen los españoles a los autores latinoamericanos?
R. En las publicaciones más literarias, diría que los españoles leen más a Latinoamérica que viceversa. Aunque es solo una sensación personal, no soy quién ni sé del tema como para hacer una evaluación al respecto. Sí creo que los españoles leen muy poco cuento, y no creo que sea porque no les interesa, sino más bien creo que hay un mercado que no termina de alcanzar sus potenciales lectores. Creo que si leyeran más cuento contemporáneo se sorprenderían de la calidad, la potencia y la innovación con la que algunos cuentistas han estado trabajando estos años.
P. ¿Se encuentra actualmente trabajando en un nuevo proyecto literario?
R. Estoy trabajando en un nuevo libro de cuentos, pero aún falta trabajo, y siempre me asusta un poco hablar de lo que aún no está terminado. Me gusta pensar que tengo toda la libertad para trabajar hasta el último momento, y si en cambio cuento un poco de qué tratan los proyectos, siento que hay algo que se cristaliza, que se pierde. También trabajo en una nueva novela, que vendrá luego del libro de cuentos, y está ambientada en Argentina, a donde sigo volviendo, por lo menos mentalmente, cada vez que vuelvo a sentarme a escribir.
P. Por cierto, estábamos acostumbrados a una literatura de lo insólito en sus obras, algo que han mantenido otras autoras. ¿Sigue en esta línea o está explorando otros estilos?
R. Por supuesto que sigo trabajando alrededor de lo extraño, y esa línea tan delicada entre lo posible y lo imposible. Como decía David Lynch, toda obra de arte, para ser considerada obra de arte, debe estar diciendo todo el tiempo la misma y única sentencia: este mundo es un lugar muy extraño. Y a mi me encanta seguir pensando desde de ese lugar.