Los llanos no parece la obra finalista de un premio importante, aunque lo es. El motivo es doble: no nos encontramos ante una novela al uso y, por si esto fuera poco, no tiene las peculiaridades de los premios comerciales; sobre todo, carece de los excesos, de los clichés y de los ingredientes, generalmente estereotipados, que se clonan para adaptarse al gusto del gran público. Los llanos, por decirlo de forma directa, es una obra atípica, peculiar, diferente, y está dotada de un aire nuevo y como naíf que la envuelve en un halo de ingenuidad y sencillez, aunque solo de forma aparente. Su autor es Federico Falco (General Cabrera, Córdoba, Argentina, 1977), que también ha escrito libros de relatos, una novela corta y un libro de poemas, coordina un taller de escritura y codirige en Buenos Aires el proyecto editorial Cuentos María Susana, accesible a través de la red.
Fede y Ciro forman una pareja estable y enamorada que ha hecho de su relación un refugio, una familia, una fortaleza y una forma autosuficiente de estar en el mundo. Pero un día, Ciro le dice a Fede que ya no puede más, que se ahoga en el espacio estrecho que han creado juntos y que, aunque se conocen mejor que nadie y han tenido un vínculo tan fuerte que siempre van a estar unidos, es incapaz de seguir porque se agobia y tiene ansiedad y se quiere escapar. Fede queda tan noqueado con la revelación que, para salir de ese pozo de abatimiento y pesar, se traslada a una casa en el campo donde se dedicará a la vida contemplativa y a cultivar una huerta.
Falco ha compuesto con 'Los llanos' una obra atípica, diferente. Un libro hermoso sobre el duelo de una separación
El libro, uno más para añadir a la lista de los de género inclasificable, es una narración de claro corte autobiográfico en la que el autor desgrana el acontecer de la naturaleza mes a mes, empezando en enero —pleno verano en el cono sur— y terminando en septiembre. Fede, refugiado en una planicie en medio de la nada, se dedica con mimo a plantar vegetales, a observar lo que sucede a su alrededor y a anotarlo. Despojado del que hasta hace poco tiempo había sido su espacio vital en una ciudad grande y hundido anímicamente, al principio su escritura se reduce a una simple enumeración de todo lo que observa.
A veces, incluso, consiste en una mera acumulación de sujetos sin predicado. De este modo representa la inacción, la parálisis en la que lo ha dejado el rechazo de Ciro y su profunda tristeza. Solo un poco más adelante la descripción del espacio natural se entrevera de breves narraciones sobre el pasado, cada vez más explícitas y más largas. Gracias a ellas, y de forma al principio indirecta, el lector va conociendo los hechos: el hartazgo, la desazón, el bloqueo, la soledad…
Con Los llanos Falco ha compuesto un libro hermoso sobre el duelo de una separación en el que también se entrevé el difícil recorrido hasta llegar a ser uno mismo, la compleja aritmética del amor y el valor de la literatura como catarsis. Un libro lento, elusivo, delicado y sutil.