Miguel Ángel Villena

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Letras

Miguel Ángel Villena: "¿Anarquista burgués? Berlanga en realidad era un liberal y un libertino"

El periodista e historiador publica Berlanga. Vida y cine de un creador irreverente en el centenario de la muerte del cineasta que mejor retrató la España del siglo XX. El libro ganó el Premio Comillas

13 abril, 2021 09:33

Inmersos ya en el año del centenario de Luis García Berlanga, llega a las librerías la biografía que ha dedicado al cineasta el periodista e historiador Miguel Ángel Villena (Valencia, 1956), Berlanga. Vida y cine de un creador irreverente (Tusquets), ganadora del XXXIII Premio Comillas. El jurado de este galardón destacó la minuciosa reconstrucción de la vida y la cinematografía del creador que mejor supo radiografiar la sociedad española durante el franquismo y la Transición, siempre desde los códigos de la comedia. El libro traza con rigor los claroscuros y genialidades del autor de obras maestras como Plácido, El verdugo, La escopeta nacional o La vaquilla. “Espero que tanto mi libro como los actos que se van a celebrar en honor de Berlanga este año sirvan para que se vea más su cine, sobre todo las nuevas generaciones, porque creo que sus películas no han envejecido nada y siguen siendo fundamentales para entender la España del siglo XX”, comenta Villena, que desglosa en esta entrevista con El Cultural los momentos más importantes de la vida del cineasta. 

Pregunta. ¿Por qué ha escrito esta biografía de Berlanga?

Respuesta. Berlanga es un personaje que siempre me ha interesado y que me resulta muy atractivo, además de que me gusta mucho su cine. Hace dos años y pico me tope de manera fortuita con su fecha de nacimiento, 1921, y pensé que era un buen momento para dedicarle un libro, ya que se acercaba su centenario. Además, hasta el momento no existía una biografía al uso de Berlanga. Él mismo publicó dos libros de memorias, ambos a cuatro manos, en los que repasaba su vida. El primero, con el escritor y guionista de algunas de sus películas Antonio Gómez Rufo (Berlanga, confidencias de un cineasta, 2000), y el segundo, con el cineasta Jesús Franco (Bienvenido Míster Cagada, 2010). En definitiva, entre que me atraía mucho el personaje, la percha del centenario, que no existía una biografía de Berlanga y lo antiguo que se estaban quedando esos libros de memorias, me puse manos a la obra y he estado dos años largos trabajando. 

P. ¿Cómo se ha documentado?

R. He recurrido a libros sobre Berlanga, pero también sobre cine español y cine en general. He acudido a la prensa escrita y a algunas entrevistas largas que concedió a TVE en los años 80 y 90. He visto de nuevo todas sus películas y he hablado con alrededor de 30 personas que lo conocieron o trabajaron con él. Es una fórmula mixta entre el trabajo de un historiador de investigar en fuentes escritas y audiovisuales y la de un periodista de recoger testimonios. Afortunadamente, Berlanga murió hace 10 años y queda mucha gente viva que lo trató de una manera cercana.

P. El punto de partida de esta biografía es la pastelería que la familia materna de Berlanga tenía en Valencia. ¿Qué importancia pudo tener en la conformación de su mirada de cineasta?

R. Mis padres, que eran bastante aficionados al cine, llamaban a Berlanga “el hijo del Postre Marti”, para que veas la fama que tenía esta pastelería en Valencia. Durante décadas fue la más importante de la ciudad, estaba en pleno centro y vendría a ser como la pastelería Mallorca en Madrid, un sitio por donde pasaba todo el mundo. El Berlanga niño era muy espabilado, muy gamberro, y yo creo que al pasar tiempo casi a diario en el negocio materno se convirtió en un gran observador. El mostrador del Postre Marti debía de ser un observatorio magnífico y seguro que está en el origen de algunos de los personajes que tan bien clavaba Berlanga. 

P. De hecho, en la biografía asegura que todo el cine de Berlanga se inspira en la realidad.

R. Así es. De los 17 largometrajes que rodó, todos o casi todos están basados en historias que él conoció de alguna manera, que le contaron amigos o que leyó en los periódicos. Luego las caricaturizaba o las parodiaba, pero podríamos decir que no inventó nada. Fue una gran esponja, capaz de captar personajes y situaciones de la realidad para ofrecerlos en clave de sainete o de comedia. Los espectadores muchas veces podemos pensar que tenía una imaginación desbordante, pero yo he rascado mucho en este tema y prácticamente todos sus filmes están basados en historias reales. 

P. El despertar a la vida adulta de Berlanga se produce durante los convulsos años de la República. ¿Cómo vive este tiempo?

R. Berlanga tenía 10 años cuando se proclamó la República, y 18 cuando acabó la Guerra Civil. Aunque su padre era diputado republicano moderado, él vivió estos años de una manera muy despreocupada. Sobre todo en los años de la guerra, hubo una gran relajación de la disciplina para los adolescentes. Él se dedicó a hacer el gamberro por Valencia, que era una ciudad de retaguardia alejada de los combates. Sin embargo, en los últimos envites de la contienda se enroló, parece que como voluntario siendo un chaval muy joven, en el bando republicano para acudir a la batalla de Teruel. Ahí se corta muy abruptamente esa actitud un tanto frívola que tenía. 

P. Y después de eso, se marcha con la División Azul.

R. Sí, eso fue un golpe durísimo. Estuvo un año y medio como voluntario para intentar redimir la pena de muerte a la que habían condenado a su padre y también por un deseo de aventura, animado por sus amigos falangistas. Luego, con mucha ironía, comentaba que todos ellos se habían quedado en Valencia y que el único que había ido era él. Cuando recuerda sus experiencias en la División Azul cuando apenas tenía 20 años siempre utiliza dos palabras: frío y miedo. Era un tipo bastante pacífico y siempre dijo que no tenía conciencia de haber matado, que no había disparado a nadie. En definitiva, fue una experiencia que le marcó, porque pasó de ser un joven despreocupado y burgués a encontrarse en una especie de infierno. 

P. A la vuelta de sus aventuras en Rusia, Berlanga se decide por el cine y entra en la primera promoción del Instituto de Investigaciones y Experiencias Cinematográficas (IIEC). ¿Por qué toma esta decisión?

R. A Berlanga le había gustado el cine desde niño, aunque también le atraía la arquitectura. Lo que pasa que, aunque le gustaba pintar en sus años juveniles, era muy malo para las matemáticas y por eso descartó esa disciplina. Con 26 años llega a Madrid y se apunta a la primera promoción del IIEC y ahí el cine le atrapa totalmente. Para la media de la época era un tío bastante culto, había visto mucho cine americano y digamos que era uno de los listillos de la clase junto a Juan Antonio Bardem. 

P. Titula el capítulo dedicado a la relación de Berlanga y Bardem como ‘Esa pareja no tan feliz’. ¿Cómo fue en verdad esa amistad?

R. Es un juego de palabras con la película que dirigieron los dos a cuatro manos, Esa pareja feliz, que supuso el debut de ambos en el cine. Siempre mantuvieron un fondo de amistad y de respeto mutuo, incluso participaron juntos en homenajes y coloquios cuando eran ya dos abuelos, pero sus caminos se separaron después de unos primeros años de mucha colaboración. Venían de orígenes muy distintos y eso les llevó a trayectorias divergentes. Bardem apostó por un cine más social, más comprometido políticamente y en clave de drama. Berlanga optó por un estilo más irrespetuoso con el poder, muy crítico, pero en clave de comedia. También había diferencias políticas, ya que Bardem era comunista y Berlanga se definía como anarquista burgués. Pero siempre se respetaron mucho. 

P. ¿Qué quería decir Berlanga con eso de ser un anarquista burgués?

R. Berlanga era una persona muy teatral, le gusta crear su propio personaje. Además, el mismo decía que era muy contradictorio. Por un lado, era un tipo muy sociable, pero también le encantaba estar solo. Era muy supersticioso y al mismo tiempo muy vitalista. Anarquista burgués es una contradicción en sí misma. En realidad era un liberal y un libertino. Yo creo que lo que quería decir es que era lo que después se llamó un pasota, pero cuando él era joven todavía no existía ese adjetivo como lo conocemos hoy. En cualquier caso, era un tipo muy contradictorio y todo los que trabajaron con él lo recuerdan así: como una cosa y su contraria.

P. De hecho, le gustaba presentarse como un director perezoso y caótico. ¿Es verdad que era así?

R. Para nada, era un súper currante. Berlanga era un tipo hiperactivo, pero cultivó esa imagen de perezoso. Él mismo lo comentó en algunas entrevista, que no sabía estarse quieto. Siempre estaba ocupado, ya fuera en algo manual o intelectual. Era un lector voraz, le encantaba ver cine… Dirigió un total de 17 largometrajes, además de algunos cortos y una serie de televisión, pero si no dirigió más fue por culpa de la censura o porque no encontró financiación. Ten en cuenta que desarrolló más de 20 años de su carrera durante el franquismo. De hecho, tenía entre 50 y 60 guiones en la nevera. Algunos eran simples esbozos, cuatro o cinco párrafos, pero otros estaban más elaborados, escritos con Azcona, con otros guionistas o en soledad. También dirigió La sonrisa vertical, la colección de libros eróticos de Tusquets, tuvo un pequeño espacio de radio durante un tiempo… Estaba siempre cavilando y pensando en proyectos de trabajo. En cualquier caso, 17 películas a lo largo de 50 años no está nada mal. 

P. ¿Por qué siempre tuvo problemas con la censura durante el franquismo?

R. Su cine era muy irrespetuoso con el poder, especialmente con el de la Iglesia. En casi todas sus películas aparece el típico cura ultra, en Los jueves, milagro parodiaba los milagros, en Plácido dirigía sus dardos contra la caridad cristiana mal entendida... Era un cine muy subversivo, y la censura le obligó a cortar y a rehacer algunas cosas en películas como El verdugo, que es un alegato contra la pena de muerte. Algunos colegas directores de cine decían que la censura se había inventado para Berlanga y Bardem. A las dictaduras no les suelen hacer gracia las personas irreverentes.

P. ¿Cómo fue de importante la aparición del guionista Rafael Azcona para el cine de Berlanga?

R. El cine de Berlanga tenía ya mala leche, acidez y humor negro, pero con Azcona todo esto se reforzó. Berlanga admiraba a Azcona incluso antes de trabajar con él, cuando colaboraba en La Codorniz y publicaba alguna novela. La primera película que escribieron juntos fue Plácido en 1961 y hasta Moros y Cristianos, estrenada en 1987, escribieron a medias el guion de diez películas. Para Berlanga fue un personaje fundamental y siempre declaró admiración por Azcona, que a juicio de los entendidos ha sido uno de los grandes genios del cine español

P. ¿Qué otras personas marcaron la vida y la trayectoria de Berlanga?

R. Ricardo Muñoz Suay fue un gran amigo suyo y un personaje clave entre bambalinas, ya que fue también ayudante de dirección y productor en algunas de sus películas. Fernán Gómez, Antonio Mingote y otras personas en la órbita de La Codorniz, como el dibujante Tono, fueron influencias muy presentes en Berlanga. Además, fue un gran admirador del cine clásico de comedia: Chaplin, los hermanos Marx, Buster Keaton, Billy Wilder, Ernst Lubitch… Pero también bebió mucho de la tradición del sainete español, especialmente de Carlos Arniches. De hecho, cuando le dieron el Goya en 1993, terminó el discurso de agradecimiento haciendo una mención expresa a Arniches. Todas esas influencias le marcaron mucho. 

P. Siempre ha pesado sobre su figura cierta fama de misógino y machista. ¿Cómo era su relación con las mujeres?

R. Sí que tenía un punto misógino. Hay que tener en cuenta que es un varón de la generación que nació en los años 20. En cualquier caso, lo suyo era una mezcla de admiración y atracción, por un lado, y de miedo, por el otro. Consideraba a las mujeres como seres superiores que estaban destinadas a mandar sobre los hombres. Su vida estuvo marcada por su madre y su esposa, que fueron las dos mujeres más importantes de su vida, de carácter fuerte y bastante autoritario ambas. Sea como fuere, desarrolló cierta misoginia que también se plasma en su cine. De todas formas, una colega de profesión suya como Josefina Molina, que fue su alumna y lo admiró mucho, siempre le agradeció que fuera tan sincero al reconocer sus miedos y obsesiones con las mujeres. Era un tipo lleno de fantasías eróticas. De hecho, tuvo una de las colecciones de libros y revistas eróticas más importantes. En cualquier ciudad a la que iba, tanto en España como en el extranjero, buscaba literatura de este tipo. Le encantaba también la lencería de mujer, los tacones de aguja… Era un poco fetichista.

P. Le puede deparar problemas de manera póstuma esta vertiente de su personalidad en los tiempos que corren…

R. Creo que no le ha afectado ni le va a afectar, primero porque hay que situar el cine de Berlanga en su época. Además, esa misoginia esconde bastante respeto por la mujer, aunque parezca algo contradictorio. Esa visión que da de las mujeres, esa mezcla de admiración y miedo, no se corresponde con una actitud de abuso o de ataque o de hostigamiento contra las mujeres. Digamos que su cine nunca ha sido contestado. Por otra parte, las actrices y las mujeres de sus equipos técnicos siempre dijeron que Berlanga era un tipo exquisito, educadísimo y absolutamente respetuoso con todo el mundo. Nunca dio pie al más mínimo equívoco o abuso. Eso me lo han contado actrices que trabajaron con él, desde Concha Velasco a Amparo Soler Leal, y también mujeres que le conocieron a fondo como Sol Carnicero, que fue su directora de producción. Su cine es muy sincero, producto de una época, pero no hostil con las mujeres. 

P. Comenta en el libro que Berlanga se sintió un poco perdido con la muerte de Franco y la Transición. ¿A qué se debió?

R. La muerte de Franco le pilló con una edad avanzada, 54 años, cuando tiene ya hecha buena parte de su filmografía y ha recibido premios en festivales y ha sido candidato al Óscar. Es un director reconocido y quizá esperaba que se celebraran más sus méritos y su pelea con la censura en aquellos años, quizá por un exceso de vanidad. Por otra parte, aparece otra generación de cineastas, y gente como Bardem, Berlanga y otros históricos ya empezaban a ser mayores. Pero esta melancolía le duró a Berlanga muy poco tiempo, porque tres años después de la muerte de Franco estrena La escopeta nacional y se convierte en uno de sus dos o tres grandes exitazos de público y de crítica, por lo que se ve de nuevo reconocido. A partir de aquí, empiezan a caer los premios y homenajes, el Nacional de Cine, el Príncipe de Asturias… Se convierte en alguien muy popular. La gente va al cine a ver ‘una película de Berlanga’ y ya se convierte en un mito indiscutible para un público grande, lo que le halaga mucho.

P. ¿Cúal cree que es la mejor película de Berlanga?

R. Es difícil elegir, pero creo que me quedaría con El verdugo. Me parece una obra maestra y no solo lo digo yo, también directores como Almodóvar o grandes críticos norteamericanos. El gran mérito de la película es que partiendo de algo local, ya que el mismo año de su estreno el franquismo fusila a Grimau y ajusticia a dos anarquistas, se convierte en una parábola universal contra la pena de muerte. Pero también es una película que aborda la lucha por la vida, ya que muestra lo que tiene que hacer la gente más pobre o indefensa para conseguir un humilde piso. Pero hay más películas de Berlanga que me parecen obras maestras, como Plácido o La vaquilla, que es un filme magnífico. También La escopeta nacional. Todo el cine de Berlanga tiene esa mezcla de comedia y drama que por un lado te lleva a la carcajada y por el otro te entristece. 

P. La RAE aceptó el adjetivo 'berlanguiano', pero no se mojó mucho a la hora de explicar su significado. ¿Se atrevería a esbozar una definición?

R. Ésta es más difícil todavía. Yo diría que es una situación entre lo trágico y lo grotesco que aunque parezca absurda, ocurre en la realidad. Es cierto que la RAE no se calentó mucho la cabeza, pero está muy bien que aceptaran el término porque hay poquisimos creadores que tengan un adjetivo de uso común y popular. Si Berlanga viviera, estaría encantado.  

@JavierYusteTosi