7 libros imprescindibles de la Biblioteca Highsmith
Siete escritores que dominan el género eligen su libro favorito de la autora y explican los orígenes y las razones de su seducción
18 enero, 2021 09:07De El amigo americano a Mar de fondo, pasando por El cuchillo, El temblor de la falsificación y A pleno sol, siete escritores que dominan el género negro (Elia Barceló, Miguel Ángel Oeste, Soledad Puértolas, Rosa Ribas, Lorenzo Silva, Sabina Urraca y Carlos Zanón) eligen su libro favorito de Patricia Highsmith y nos explican los orígenes y las razones de su seducción por la obra de la maestra.
El amigo americano
Sin duda alguna, mis libros favoritos son El talento de Mr. Ripley y El amigo americano (1974), ambos protagonizados por Ripley, porque son terribles, pero perfectamente orgánicos, naturales, unas presentaciones del mal tan ambiguas y creíbles que a veces resultan incluso atractivas, y por eso son tan inquietantes. El talento de Mr. Ripley lo escribió tras su primer viaje a Europa, gracias al dinero ganado con los derechos de la película Extraños en un tren, que fue precisamente la obra con la que la descubrí, en la época universitaria, por casualidad. En cuanto a El amigo americano, en él se puede asistir en directo a la corrupción de una persona decente con la que una se identifica. El talento para la manipulación de Ripley es fascinante y da auténtico miedo. Sin embargo, confieso que solo me ha influido de manera indirecta, como otras y otros escritores que profundizan en las motivaciones de los seres humanos y en la oscuridad que los habita, como Daphne du Maurier o Shirley Jackson.
Suspense
Citar un solo título de Patricia Highsmith es muy difícil. ¿Cómo olvidar El talento de Mr. Ripley, el primero que leí o sus relatos de A merced del viento?. Y, sin embargo, me gustaría destacar un libro menos popular pero imprescindible, su ensayo Suspense (1966), en el que da su visión de cómo escribir historias noir, poniendo el acento en la personalidad de la escritura y, también, en que no hay recetas mágicas para escribir una buena novela negra. Me apasiona la exploración que hace de las máscaras y del disfraz de una amoralidad que parte de lo cotidiano y que hoy es tan reconocida. También la vida como una trampa de la que no puedes escapar, y, claro, todos los parientes cercanos o lejanos que le han salido a Ripley. Vamos, que la autora de Extraños en un tren nos enseñó que una gran novela negra no necesita de grandes crímenes, de grandes despliegues policiales ni de aparatosos escenarios. Los peores crímenes se cometen a pleno sol y sus escenarios son nuestras vidas.
El cuchillo
Mi preferido es El cuchillo. Creo que pocas veces he leído un libro tan a mi pesar y a la vez disfrutando tanto de que la autora me arrastrara a leerlo, a seguir, aunque cada paso que daba el personaje me pareciera tan equivocado, porque el pulso firme de Highsmith me obligaba a seguir mirando. Es, como todas sus novelas, oscura y opresiva. Creo que, además, funciona especialmente bien si la lees antes o después de El talento de Mr. Ripley, porque en realidad son como las dos caras de una misma moneda: en Ripley tienes al asesino que siempre sale indemne de sus crímenes, mientras que en El cuchillo (1954) el protagonista es inocente, pero todos, incluso él mismo, lo consideran culpable. Aun hoy me impresiona, aunque no todos sus libros hayan envejecido igual; de hecho, en la adolescencia la descubrí a través de una amiga del instituto que me recomendó los Pequeños cuentos misóginos, que en ese momento me gustaron mucho y ahora, al releerlos, me parecen los que peor han llevado el paso del tiempo.
A pleno sol
Descubrí a Patricia Highsmith a través de Ripley, y de la lectura, hará unos quince o veinte años. Había oído hablar de ella, sobre todo de Extraños en un tren, pero la idea no pasaba de parecerme ingeniosa. Fue mi amigo Javier Puebla, devoto de Ripley, el que me empujó a sumergirme en este personaje, que para mí es su mejor hallazgo. Quizá por eso, mi favorito es A pleno sol (The Talented Mr Ripley) (1955), por el descubrimiento de ese personaje, que en el fondo es mínimo y despreciable, y sin embargo sabe salir adelante con tesón y sin escrúpulos, mientras disfruta de la vida con un hedonismo perturbador. Hay algo que maneja muy bien y que me guardo con gusto en la mochila de novelista: la desmitificación del criminal, un tipo que tiene miedo, comete errores, está todo el rato pendiente de que no se le vengan abajo las mentiras. Trasladó drásticamente el punto de vista, entregándoselo al delincuente. Aunque en eso no es única ni la primera: ahí está Crimen y castigo de Dostoyevski.
El temblor de la falsificación
Siempre me ha gustado la novela policiaca, desde que comencé a leer las intrigas de Agatha Christie, Dashiell Hammett y Raymond Chandler. Completamente distinta a estos tres maestros, Patricia Highsmith me fascinó desde que comencé a leerla a mediados de los años 70, por su capacidad de crear ambientes muy poderosos, muy envolventes, muy obsesivos, que nada tienen que ver con ellos, mucho más tajantes, descriptivos, y por supuesto más sentimentales, más emocionales. Highsmith crea ambientes mucho más psicológicos, más oscuros, de traumas, uniendo además el ambiente a las personalidades confusas, y eso con un lenguaje muy normal, nada sofisticado. Me gustan mucho El amigo americano y A pleno sol, pero mi preferido es El temblor de la falsificación (1969), en el que crea un ambientazo muy de dejarte llevar. Eso es lo que tienen sus personajes: no son estrictamente ni buenos ni malos, pero se sienten atrapados y sin salida. Y eso lo hace tan bien…
Crímenes bestiales
A los trece años encontré en casa de mis abuelos un ejemplar de El cuchillo, una edición vieja de Bruguera con una portada maravillosa, muy pulp, en la que aparecía un hombre con un cuchillo ensangrentado. Pensaba que no me había influido como escritora, pero últimamente me he descubierto fijándome en algunos de sus personajes a la hora de construir un personaje cruel. Sus mecanismos me han mostrado algo para lo que estaba cegada: la importancia de conseguir que el lector ame al personaje malvado para que, al asomar su maldad, el dolor sea más intenso. Lo cierto es que sus novelas no son detectivescas. Nos pasean, en cambio, por la mente del asesino, que es lo que a ella le apasionaba, y lo que nos apasiona. Quizá por eso, mi favorito es Crímenes bestiales (1975). Estos cuentos muestran magistralmente algo que me interesa mucho: cómo los animales se vuelven monstruos al contacto con el ser humano. Me encanta toda la psicología que tan bien domina Highsmith aplicada al pensamiento animal.
Mar de fondo
Aunque me gusta mucho toda la serie protagonizada por Ripley, mi libro favorito de Highsmith es Mar de fondo (1957), la historia de un hombre ejemplar, buen padre y marido, impecable vecino, culto, rico y trabajador, que podría ser un asesino casi sin querer. Un inquietante relato sobre cómo se acaba cometiendo un crimen un poco porque alguien está donde no debía, en el momento menos oportuno, por una especie de travesura del azar. Me apasiona esa vanidad del mal, que el crimen se retrate como un accidente, algo que no puedes evitar, y me gusta mucho que resulte tan inquietante, porque al final te quedas con la sensación de que cualquiera, en determinadas circunstancias, puede ser cualquier cosa. Tampoco es una novela que te conceda alivio alguno, ni que, tras leerla, te deje respirar hondo, diciendo: “Menos mal que está el policía y que el bien y el orden acaban imponiéndose”, sino todo lo contrario, el farsante, el hombre gris, culpable de todo, es el ganador final.