Image: Aixa de la Cruz: Este año leer literatura es leer a las mujeres

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Letras

Aixa de la Cruz: "Este año leer literatura es leer a las mujeres"

La escritora apela a su derecho de "cambiar de idea" en una novela autobiográfica donde reflexiona sobre la identidad de las mujeres, el feminismo y la violencia

26 marzo, 2019 01:00

Aixa de la Cruz

Aunque a sus treinta años, Aixa de La Cruz (Bilbao, 1988) ha publicado ya varias novelas -De música ligera (451 Editores, 2009) y La línea del frente (Salto de Página, 2017)- y varios libros de relatos -Modelos animales (Salto de Página, 2015) y Diccionario en guerra (La Caja Books, 2018)-, cuenta la escritora que para ella Cambiar de idea (Caballo de Troya) es como un "primer libro". "La propuesta es tan distinta, el nivel de riesgo y de involucración es tan grande que sí, que lo siento para bien como un nuevo comienzo", afirma.

Una crónica en primera persona sobre el feminismo y la identidad de la mujer que se enmarca entre finales de 2017 y 2018, una época que la autora asocia al auge del feminismo en España y al movimiento en redes sociales vinculado al movimiento #MeToo. "Las mujeres empezaron a tomar la palabra de manera espontánea. Se dieron cuenta de que se estaban dirimiendo a nivel de debate público ciertas experiencias que se consideraban agresión sexual, que ellas también habían sufrido", explica. Receptora de muchos testimonios de este tipo, descubrió, añade, "la fuerza de la primera persona en este contexto extraliterario". Alguien cuenta su testimonio y este testimonio como que "arrastra", consigue que otros cuenten su experiencia a su vez. "Siempre me ha interesado que la literatura funcione así -reflexiona De la Cruz ahora-, que sea un diálogo, que no sea una conversación contra una pared. Este libro existe como una forma de agradecer estos actos de testimonio, de confesión, que recibí y pagar la honestidad con la que fui testigo con la misma honestidad".

Pregunta. Una honestidad que, a juzgar por su crudeza, no ha debido resultar muy fácil, ¿no?
Respuesta. No lo ha sido. No quería sentirme cómoda. No me interesan esas autoficciones en las que el autor, sin darse cuenta igual, acaba intentando embellecer su figura. De hecho, esta novela es la forma revisada de una novela fallida. Una novela fallida, también autobiográfica, en la que yo me doy cuenta de que caía en este tipo de errores. Era un texto en el que yo enumeraba todas las cosas de las que me sentía culpable pero no salía de mí misma en ningún momento. Fustigarse y quedar fatal es una forma de ennoblecerse. Entonces quería que fuera una primera persona en la que yo me retratara con mis luces y sombras pero ir más allá. Reconocer estas complicidades con las violencias que he tenido, estas cosas que me avergüenzan, pero no quedarme ahí. Ver de qué manera la sociedad es también cómplice de este tipo de gestos. Me retrato mal. Pero intento también pasar la pelota a los demás.

La violencia tiene esta capacidad perniciosa de que, cuando es muy repetida, nos volvemos insensibles a ella"

P. ¿Que "cambien de idea"?
R. Exacto. Este libro es una invitación a cambiar de idea porque lo que hay implícito en eso es que tenemos el juicio crítico siempre alerta y que no hay miedo a desdecirse o a darse cuenta de que hemos sostenido visiones erróneas. Creo que lo positivo es estar abierto a eso. Comienzo retratando la actitud ética que he tenido con respecto a varias cuestiones a lo largo de diferentes etapas de mi evolución para llegar a la que está más cerca de mí ahora. Y tiene que ver mucho con el tema del feminismo, con la complicidad, la normalización de ciertas violencias, pero creo que también va más allá. Por eso, es en el primer capítulo donde suelto la idea principal, y es que lo importante es empezar a enfrentarse al dolor del otro de una manera directa y sin mediaciones. Para que yo me dejara transformar por todos estos testimonios de mujeres que conocí en 2017, primero era necesario que yo me enfrentara a ellas con una distancia, que no las escuchara desde arriba ni con un marco teórico que te permita alejarlas, que sea una cosa visceral. Me pasé muchos años, cuatro, haciendo una tesis doctoral analizando violencias, viendo imágenes de torturas, escuchando relatos y de alguna manera sucedió el efecto paradójico de que me insensibilicé ante esa violencia. La violencia tiene esta capacidad perniciosa de que, cuando es muy repetida, nos volvemos insensibles a ella.

P. ¿Diría que el feminismo también se equivoca?
R. Por supuesto. Pero para mí la esencia del feminismo es que parte de la idea de que el cuestionamiento es positivo. El espíritu de tener una mirada feminista sobre el mundo es eso, es estar abierta a las contradicciones, a las paradojas y estar siempre con la voluntad de seguir reconstruyéndote porque es también la conciencia de sabernos sujetos construidos por un poder ideológico. Para mí ser feminista es estar cambiando de idea continuamente y no lo veo como una debilidad del movimiento sino como todo lo contrario la verdadera fuerza que tiene.

P. En Cambiar de idea, dice que la mujer es una construcción hecha, ¿en su texto construye, o reconstruye, su propia identidad?
R. Totalmente. Uno de los procesos que transcribo en el libro tiene que ver con eso. De qué manera me relaciono yo con la identidad de ser mujer. Me he pasado toda la vida como negándome a ser mujer, negándome a la etiqueta. Por un lado porque intuía que era una etiqueta que tenía que ver con la opresión, que es lo que es, y por otro ¿de qué manera me puedo librar de estas cosas negativa que vienen asociadas con mi identidad impuesta? Pues negándola, ¿no? Pero parte de mi evolución consiste en dejar de negar que soy mujer y en entender que sí, que ser mujer es una opresión y que entonces vamos a luchar colectivamente contra ella. Hay todo un proceso de negación y de redescubrimiento de lo que había negado que era todo el universo de lo femenino, no tanto como algo asociado a lo corpóreo sino como esa lista de cosas que en nuestra cultura han sido siempre desvalorizadas y consideradas de segunda clase por el mero hecho de estar asociadas a nuestra identidad. De hecho la escritura autobiográfica, de lo vivencial, es algo que siempre ha estado muy muy muy asociado a la escritura de mujeres y que precisamente por eso estaba muy denostada. Hacer uso de la primera persona es una forma de reencontrarse con una tradición literaria femenina. La igualdad no consiste en que yo me vuelva un hombre sino que todos como sociedad revaloricemos lo que es lo femenino.

Usar la primera persona es una forma de reencontrarse con la tradición literaria femenina"

P. En algún momento, confiesa, se planteó que el hecho de ser mujer le había beneficiado a la hora de publicar sus libros anteriores, ¿aún se siente así?
R. Ahí está. Yo inicialmente no solo negaba cualquier tipo de discriminación del que podía haber sido víctima por ser mujer sino que además reivindicaba que era todo lo contrario, que yo me beneficiaba como de cierta discriminación positiva en ese sentido. E incluso en los términos en los que dices. Si no fuera monilla y joven no me publicarían. Guau. Sin darme cuenta de que incluso si eso fuera real ya hay una discriminación latente tremenda. Estos años en los que hemos empezado a hablar mucho de feminismo en nuestras cuadrillas me venían mucho los tipos en plan: "Explícame el feminismo y sé paciente conmigo que yo no nací feminista". Daban por hecho que por ser mujer yo sí he nacido feminista. En el fondo, como era un tema que nos interpelaba directamente, muchas hemos iniciado antes el proceso que los hombres que se acercan ahora. Pero de alguna manera el proceso de deconstrucción es el mismo porque el sistema ideológico en el que nos han educado es idéntico.

P. Otro de los aspectos que cuestiona es el sentimiento de culpa, ¿es positivo vivir con ella?
R. En ningún momento a mí me parece que la culpa sea necesariamente tan corrosiva y tan negativa. Es decir, siempre y cuando no nos quedemos estancados en ella, muchas veces la culpa es el motor para emprender actos de revisión de uno mismo, de construcciones y suele ser también el paso previo a la adquisición de la toma de conciencia. Siempre y cuando sea una fase que te mueve a la acción, creo que la culpa es positiva. Pero sí, es individual y la conciencia, la militancia, es colectiva y es el paso que hay que dar.

P. ¿Está la mujer ganando terreno en la literatura?
R. Estamos ganando por dejarles sin argumentos. Los mejores libros que he leído en los últimos meses son de mujeres. Esto es así. Este año leer literatura es, por contexto, leer literatura de mujeres. Y para que estos textos estén en la calle y nos estén llegando como nos están llegando ha hecho falta que se diera un cambio más estructural en el mundo editorial, que al fin interese promocionar este tipo de voces. Estamos en un momento sociopolítico en el que este tipo de temas son tan importantes que ahora mismo las voces de mujeres o la cosmovisión que puede tener una escritora me interpela mucho más que la que pueda tener un hombre. Es también contextual pero de pronto me parece que el ratio de este tiempo está también en nuestras manos.

P. ¿Siente que las editoriales se han abierto a esas otras voces?
R. Se ve de verdad en los últimos meses, por booms puntuales que hay, por ejemplo Lectura fácil de Cristina Morales, que es un libro muy bueno literariamente pero que aparte está teniendo muy buena acogida. O Tierra de mujeres, de María Sánchez, sobre feminismo en el ámbito rural. María y yo no somos amigas, solo nos conocemos de Twitter, pero pasan estas cosas y siento orgullo. Es bonito ese tipo de vínculos. Son solo dos ejemplos, pero hay más.

P. Habla de boom, ¿podría ser solo una moda pasajera?
R. No tengo ni idea. Pero ojalá, no.

P. Y después de Cambiar de idea, ¿qué será lo próximo?
R. En mes y medio voy a parir y ya es como el gran proyecto que por primera vez no es literario. Pero luego aparte me siento tranquila con esta idea de dejar de escribir durante algún tiempo porque pienso que siempre escribimos porque tenemos una especie de malestar interno y con este libro me he quedado muy tranquila en ese sentido. Lo que he tenido que decir ya está dicho y que tengo ganas de estarme callada un ratito.

@mailouti