Nueva luz para la poesía de Breton
Xoán Abeleira recopila y alumbra en Pleamargen. Poesía 1940-1948 las obras más maduras y menos conocidas del padre del surrealismo
Decía André Breton (1896-1966) que para entender una obra hay que amarla. Xoán Abeleira, que ama profundamente la del poeta surrealista por antonomasia, ha dedicado un año entero a seleccionar y traducir "las zonas más desconocidas de su poesía", correspondientes a la década de 1940. En aquellos años el autor francés vivió en el exilio por culpa de la ocupación nazi y del régimen títere de Vichy. De París, Breton fue a Marsella, de allí a Martinica, en el Caribe, y finalmente recaló en Nueva York. El libro, en edición bilingüe y con una amplia introducción de más de 100 páginas en la que Abeleira aporta todas las claves para sumergirse en la compleja poesía de Breton, se titula Pleamargen. Poesía 1940-1948 y lo publica Galaxia Gutenberg, coincidiendo con el 50.° aniversario de su muerte y el 120.° de su nacimiento.
Los escritos reunidos en este volumen, asegura el traductor y antólogo, conforman "la obra poética de madurez" de Breton, "su testamento poético y vital". Incluye los poemas Pleamargen (1940), Fata Morgana (1940), Estados generales (1943), Oda a Charles Fourier (1945) -con el que Abeleira reconoce haberse emocionado hasta las lágrimas mientras lo traducía- y Por la senda de San Romano (1948), además de los textos en prosa Arcano 17 (1944) y Calados (1947).
Al ensalzar a Breton, el poeta Jordi Doce, que ha estado al cargo de la edición del volumen, cita al antropólogo Claude Lévi-Strauss, "que decía de Breton que tenía poderes de adivinación para detectar el arte genuino" -recordemos que también era crítico de arte-. Doce considera que este conjunto de poemas "expresan de manera definitiva el ideario de Breton, arraigado en su experiencia vital y en los veinte años de revolución surrealista" que preceden a su escritura. Destaca también "la prosa sutil y de gran altura poética" de Arcano 17, que representa "la suma de ideas de Breton" y asegura que está al mismo nivel que Nadja, su obra en prosa más conocida. En esta época, Breton ya había roto definitivamente con el comunismo, y propone en esta colección de escritos una vía alternativa, tanto poética como vital, tomando elementos de las tradiciones libertarias y utópicas.
"Traducir estos poemas me ha provocado un deslumbramiento del que aún no he salido", dice Abeleira, ya que "encierran mensajes sanadores y revolucionarios tanto en el plano poético, como en el político y social y en el espiritual. Esto es algo muy necesario en esta época de crisis que vivimos". No obstante, lamenta que la condición de pope del surrealismo que se asocia a Breton y la propia complejidad de su poesía haya levantado un muro entre su obra y los lectores. "Se pueden contar con los dedos de una mano las personas que en nuestro país han leído real y profundamente a Breton", se aventura a decir. Y para quienes se aventuren por primera vez en su lectura, Doce propone dos planos de lectura: una inmediata, atendiendo a la sonoridad y las imágenes de los poemas; y una más profunda con ayuda de las notas, que permiten seguir el hilo de las numerosas referencias cultas escondidas en ellos.
Contrariado por los tópicos que envuelven al surrealismo, Abeleira señala que este "no es un estilo ni una retórica, sino el producto de un viaje interior, una vía de conocimiento, esclarecimiento y liberación del espíritu". En este sentido, el traductor relaciona el surrealismo con el chamanismo, la meditación y, siguiendo a Octavio Paz, la filosofía zen. "Por eso no le podemos pedir la lógica de otras artes. Por eso, ante un cuadro de Leonora Carrington o de Frida Kahlo, lo único que podemos hacer es abrirnos completamente para ver qué nos dice. Del mismo modo, no podemos pedirle a un poema de Breton lo mismo que a uno de Ángel González, de Gil de Biedma o de García Montero".