
Jack Black, Danielle Brooks y Jason Momoa
'Una película de Minecraft': no hacemos cine, hacemos pelis (de lo que sea)
La película resulta una especie de remedo entre 'Stargate, puerta a las estrellas', 'Super Mario Bros: la película' y 'Dragones y Mazmorras', pero sin gracia ni riesgo.
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Para calibrar el tipo de producción que es Una película de Minecraft podemos recurrir al magnífico primer episodio de la hilarante serie The Studio, de Seth Rogen y Evan Goldberg, que acaba de llegar al servicio de streaming de Apple. Rogen interpreta a Matt Remick, un productor ejecutivo que se queja de “haber llegado 30 años tarde a la industria”, mientras su secretaria le recuerda la reunión del día: el equipo de Jenga, el popular juego de mesa de bloques. “No voy a hacer ese esperpento, yo me centro en hacer películas de calidad”, dice Matt.
Pero, cuando el jefazo le ofrezca dirigir el estudio, tendrá que pasar por el aro y encargarse de sacar adelante una absurda película protagonizada por el logo de Kool-Aid, un famoso refresco en EE.UU. “En Continental no hacemos cine, hacemos pelis, pelis que muchos quieren pagar por ver”, le dice a Matt el CEO de Continental, interpretado con sorna por Bryan Cranston, el Walter White de Breaking Bad.
Matt intentará realizar un proyecto de prestigio con Martin Scorsese -que realiza un fantástico cameo-, al estilo de la Barbie de Greta Gerwig. Obviamente, todo saldrá mal y acabará imponiéndose la visión del CEO, esa idea de hacer contenido para sacar los cuartos al respetable. Una película de Minecraft solo puede entenderse como esa capitulación del cine a las pelis que diseñan los CEO.
La marca de Minecraft era, sin duda, cotizada: el videojuego más vendido de la historia. Pero también se trataba en materia narrativa de un folio prácticamente en blanco, pues el lore y el objetivo del juego no están demasiado definidos, por lo que con un buen guionista quizá podría haberse hecho algo resultón. Sin embargo, Warner ha optado por reclutar a nada menos que a cinco: Chris Bowman, Hubbel Palmer, Neil Widener, Gavin James y Chris Galletta. Lo curioso es que la película parece escrita por un niño de cinco años.
La película resulta una especie de remedo entre Stargate, puerta a las estrellas (1997), Super Mario Bros: la película (2023) y Dragones y Mazmorras (2000), con una historia demasiado aparatosa como para aburrirles aquí con ella, y con secuencias que hilan de manera bastante forzada unas con otras. Además, los actores al frente del proyecto, Jack Black y Jason Momoa, están pasadísimos de rosca, cargantes. Del resto del reparto no se puede decir nada mucho mejor.
Quizá se podría destacar el solvente apartado visual (algo hortera, eso sí), pero en definitiva estamos ante un filme sin riesgo ni gracia. Así que, ya saben, siempre les quedará la fantástica The Studio.