Núria Fuster y Leonor Serrano, los vacíos y quiebros de la escultura
Cerámicas, vidrio y telares... el confinamiento y la maternidad les han hecho acercarse a su obra de otra manera. Las galerías de Madrid Juan Silió y Marta Cervera muestran los resultados
7 febrero, 2022 02:39Núria Fuster y Leonor Serrano tienen varias cosas en común. Son dos de las escultoras más destacadas de su generación, con una mirada atenta a lo que les rodea, ya sean objetos, espacios o historias. Las dos han vivido y trabajado muchos años fuera de España. Núria lleva 10 en Berlín y Leonor estuvo 8 en Londres. Y en ambos casos la experiencia de la maternidad, el gran tema, ha marcado el trabajo que están elaborando ahora. Cuentan que en todos estos años se han seguido con atención, aunque hayan coincidido poco, y se nota en cómo una termina el análisis de la obra de la otra.
Cadenas, hinchables, objetos en suspensión, muebles intervenidos... los objetos de fuertes resonancias domésticas son habituales en las exposiciones de Núria Fuster (Alcoi, 1978). "Consigue crear una tensión muy sutil —destaca de ella Leonor Serrano— un equilibrio inestable entre materiales duros como el metal combinados con otros blandos, un diálogo de materiales muy escultórico". En Ocho cuestiones espacialmente extraordinarias, en 2014 en Tabacalera, hinchaba y zarandeaba con varios ventiladores una tela y, meses después, doblaba un fuste de hierro con 30 pelotas de baloncesto en el programa de arte público de Art Basel Miami. A punto de inaugurar en la galería Juan Silió de Madrid (el 5 de febrero), prepara también una intervención en la entrada de la Sala de las Bóvedas de Condeduque (en abril), donde recolectará el polvo de la ciudad y del centro cultural.
El equilibrio es también uno de los puntos que subraya Núria de la obra de Leonor Serrano (Málaga, 1986): "Me gusta el peso y la densidad de los clásicos que vemos en su obra —desarrolla Fuster— es seria pero a la vez tiene mucha frescura y contemporaneidad. A eso se suma el elemento escénico y el pictórico, es muy elegante". Quizás la intervención más ambiciosa de Leonor Serrano hasta la fecha haya sido Teatro sin fin en la nave de Intermediae Matadero (2019-2020), un playground hecho a base de superficies curvas de diversos materiales, un laberinto de reflejos diseñado como espacio de juego infantil. Tiene un año por delante intenso: exposición en la galería Marta Cervera (el 19 de febrero), un proyecto-residencia de TBA21 Academy en Venecia (junto a Diego Delas) y Fisuras en el Museo Reina Sofía en septiembre. En todos ellos se cruzan la escultura con el vídeo, la investigación con lo escenográfico.
Pregunta. ¿Son todos estos medios una prolongación del trabajo escultórico?
Leonor Serrano. Son puntos de intensidad muy alejados del trabajo solitario en el estudio. El uso del vídeo me supone siempre un gran reto. Conlleva dos años de investigación previa, más presupuesto, un equipo… Para realizarlos creo un guion muy claro que tiene que ver con el movimiento de los cuerpos en una escena. Como tardo mucho en hacerlos, voy desarrollando series escultóricas y pinturas en paralelo. Por ejemplo, los vídeos que mostraré en el Reina Sofía los grabé en Teatro sin fin.
"La línea que une todos los puntos es el objeto y el contexto, lo doméstico. Se adapta a mis circunstancias, no puedo parar de hacer". Núria Fuster
Núria Fuster. Para mí la fotografía y la obra gráfica son una extensión de mi escultura. Mi padre tenía siempre un baño en casa ocupado con su laboratorio de revelado y yo le ayudaba. Nunca fui consciente de la marca que me dejó aquello. Luego empecé a usarla para registrar procesos, para atrapar esculturas que no podía conservar, y me di cuenta de lo natural que era ese lenguaje. Me gusta mucho romper rutinas, salir del ámbito natural en el que trabajas. En la escultura todo son volúmenes pesados, espacio, mientras que la cámara es algo muy ligero de transportar, y el resultado, un archivo muy pequeño.
Vanguardias y maternidad
P. ¿Qué peso tienen lo doméstico y lo escénico en su trabajo, son los temas centrales?
N.F. Sí, la línea que une todos los puntos es el objeto y el contexto, lo doméstico. Se adapta mucho a mis circunstancias, no puedo parar de hacer. Tiene un trasfondo metafísico: siempre he entendido el arte como el vehículo para entender el mundo.
L.S. En mi caso no hay un tema como tal sino una vuelta a unas referencias históricas que me apropio para hacer algo nuevo. Se materializa en distintos soportes, van cambiando. Ahora, en la exposición de Marta Cervera, miro hacia las vanguardias. En la del Reina Sofía, Magia natural, al siglo XVI, a la era pretecnológica. Los artesanos hacían máquinas ilusionistas, telescopios, cámaras oscuras, y con estos elementos los filósofos se acercaron a la ciencia.
(M)other and another, la propuesta de Núria Fuster en Juan Silió, es resultado del confinamiento, "de esa sensación de que en esos meses todo el mundo estaba creando menos los que teníamos hijos". Las obras que dan título a la muestra tienen algo de cíborg, manos de largas falanges y número de dedos variable que agarran, casi esconden, una plancha. Las formas surgen de unas acuarelas previas y su materialización en cerámica tiene algo de casualidad. "Volví a pintar en el confinamiento y después, ya en el estudio, hacía una acuarela nueva cada día. Con ellas reflexionaba sobre mi posición de madre desde una postura política y escultórica. Las manos convertidas en garras hablan de esa acción de querer coger y atrapar todo lo que se te desborda. Esta exposición es para mí un verbo, una actitud, un hacer frente a la vida".
P. ¿Por qué esta forma de trabajo tan artesanal ahora?
N.F. Es algo totalmente nuevo en mi caso, porque mi trabajo siempre ha sido muy directo, de tocar, ver y ensamblar. Antes me era muy fácil ir a un chatarrero y coger objetos, pero en Berlín es más difícil y yo necesito que los procesos sean fáciles, no me interesa la logística si me lleva más tiempo que mi trabajo creativo. Estas piezas surgen de unas gráficas que presenté en ARCO el año pasado, una manera de documentar mi mano. Empecé a hacer estas cerámicas a partir de partes de mi cuerpo: codos, manos... La mano es una parte del cuerpo fundamental por cómo el pulgar ha marcado el desarrollo humano en nuestra tecnología pero también por otras asociaciones como cuidar, acariciar, coger… Estas obras con cerámica han sido una aproximación a procesos matéricos de origen, al hecho de amasar, de poder generar. Me ha liberado mucho.
L.S. La primera técnica con la que trabajé fue el vidrio soplado, que conlleva un proceso parecido al de un rodaje: al artesano hay que darle indicaciones y la pieza se resuelve en unos minutos. Me interesaba lo inmediato. Para la exposición de Marta Cervera estoy haciendo unos telares y unas piezas de vidrio plano, lo que ocurre en el horno es una absoluta sorpresa mientras que el telar es todo lo contrario, se realiza hilo a hilo de una manera muy meticulosa.
“Me interesa el vacío que surge entre los cuerpos, el aire, el cambio de escala, pasar de lo bidimensional al movimiento”. Leonor Serrano
La propuesta de Leonor Serrano en Marta Cervera es una escenografía de objetos suspendidos, constelaciones de vidrio enmarcados dentro de abanicos metálicos y de telares. "Se pueda entender como un decorado perforado que se convierte en un cosmos al acercarnos. Hay un juego de escalas, va de lo bidimensional al movimiento. Me interesa mucho el vacío entre los cuerpos, el aire... Si nos desplazamos, el telar girará".
P. Y para Nuria, ¿es importante ese vacío en su escultura?
N.F. Para mí esos vacíos en realidad están muy llenos. Últimamente estoy estudiando el polvo, esa disolución corpórea, que parece que no está pero que se vuelve a depositar. Es un planteamiento muy cósmico, nosotros mismos seremos polvo. Nos lleva a una posición muy humilde.
P. Describía antes Leonor cómo el propio movimiento del público genera cambios en la exposición, ¿lo tienen muy presente?
N.F. Cuando estoy trabajando no pienso en ello pero sí soy muy autoexigente porque creo que el arte es algo necesario y quiero que mi trabajo sea una herramienta que le sirva a otros. Me gusta la independencia que adquiere la obra cuando ya es, frente a ti, y tiene su relación independiente con los demás.
L.S. Un público dentro de una galería es un público muy controlado, pero ¿qué pasa cuando no lo controlas y entras en escena? En mi proyecto del Reina Sofía todo gira en torno a unos visitantes que entran en escena y son parte de una maquina ilusionista. Para mí la respuesta está en El público de Lorca, esa pieza teatral que estaba pensada para no interpretarse pero que el lector tenía que leer y que, al hacerlo, la interpretaba. Un público que nunca llega del todo.