Antonio Lucas: "Los personajes de 'Vidas de Santos' ayudan a completar la Historia"
En ocasiones un acto tan cotidiano como parar un rato para fumar un cigarro puede derivar en la gestación de un nuevo proyecto. Y este, a su vez, puede derivar en algo más grande, en algo unificado. Es lo que le ocurrió a Antonio Lucas (Madrid, 1975), que entre calada y calada compartida, ideó una serie de semblanzas que se publicarían cada domingo en el periódico El Mundo. El hilo se fue estirando, como la ceniza se agolpa en el extremo del cigarro, y en esas estuvo durante dos años. Ahora, el periodista y poeta, recopila todas esas publicaciones en el libro Vidas de Santos que edita Círculo de Tiza y que se presenta el jueves en la librería Tipos Infames.
Pregunta.- Reúne en este volumen las semblanzas publicadas en el periódico durante dos años. ¿Cómo fue esa labor?
Respuesta.- No me di cuenta del material que había hasta que la editora de Círculo de Tiza y su equipo me llamaron para darle forma a un libro. Yo escribí aquello con enorme entusiasmo, descubriendo cosas y divirtiéndome mucho. Intenté, eso sí, que tuviesen algún interés para los lectores. Y así comenzó esta expedición.
P.- Hay un gran ejercicio periodístico en todas ellas. ¿Cómo surgió la idea de escribirlas?
R.- Puro azar. Una tarde me aburría y salí con Manu Llorente (mi jefe desde hace 18 años) a fumar un cigarro en la puerta de la redacción. Allí le dije que quería hacer algo distinto a las series de entrevistas que ya había hecho. Estábamos a mitad de pitillo cuando concretamos que haría una serie de semblanzas. Una serie breve. Y luego ya veríamos. Pero la cosa se nos enredó sin querer y estuve dos años escribiendo cada domingo sobre estos santos del revés.
P.- Las semblanzas están divididas en tres partes; Promesas quebradas, Heterodoxas y Vidas revueltas. ¿Cómo ha sido esa selección?
R.- Es tal y como apareció en el periódico. No en orden cronológico, pero según mis editoras sí en orden de intensidad. Ellas saben más que yo de eso. Al fin y al cabo, sólo las he escrito.
P.- La colección de Heterodoxas es sublime. Todas ellas grandes mujeres y muchas de ellas luchadoras por el feminismo. ¿Qué podríamos aprender de ellas? ¿Cuál de ellas tenía el espíritu más luchador y fuerte?
R.- A mí esta parte del libro me gusta. Son 25 damas que recorren desde mediados del siglo XIX hasta nuestro presente; la más contemporánea, aunque ya fallecida, es Susan Sontag. Pintoras, escritoras, actrices, artistas, editoras, fotógrafas... Todas son un ejemplo de valentía. Y todas se tuvieron que sobreponer a la pedriza de ser mujeres cuando la historia de la cultura moderna y contemporánea está escrita con el escroto. Es muy seminal. Muy testicular. Ellas bracearon en dirección contraria y dejó cada una su obra. Fijó su sitio. Estableció su perímetro de acción. Las admiro.
P.- La de Billy Holiday fue una vida tocada por el dolor de una manera constante. ¿Cómo se consigue resolver una semblanza en tan pocas palabras?
R.- Intentando entender que una vida, si se sabe contar, puede entrar en cuatro folios con todo sus quilates y su kilometraje. El caso de Billy Holiday es fascinante. Nada pudo serle más adverso y aun así cantó. Es una malograda por vía del exceso, del desamparo, de la extenuación.
P.- En Promesas quebradas las biografías son de gente que murió muy joven. ¿Qué hubiera pasado si Keats o Sid Vicious, por ejemplo, hubieran vivido más?
R.- En el caso de Keats podría haber lanzado las palabras más lejos que la vida en su poesía. Más aún. En el caso de Sid Vicious, estaría haciendo el bobo en algún 'reality', sospecho que no daba para más.
P.- En la tercera parte, Vidas revueltas, se reúne a diferentes personajes vivos del mundo de la cultura, ¿alguno de los retratados ha objetado o increpado algo?
R.- Ninguno. Es mejor aún, me consta que a alguno le ha gustado.
P.- Resulta curiosa también la obra de Jackes Vaché a quien André Breton calificó como el poeta del surrealismo y la de Gerda Taro, la primera mujer en fotografiar la guerra desde el propio frente. Y qué hablar de Marga, con ese libro maravilloso que se publicó hace bien poco.
R.- La mayoría de los seres que dan cuerpo a Vidas de santos son extraordinarios a su manera. Unos por vocación y otros por destino. Unos por saber fracasar y otros por su ciega derrota. Pero todos resultan humanísimos y un filón para el periodismo.
P.- De todas las vidas de las que habla, ¿cuál fue la que más le llamó la atención?
R.- La de Simone Weil, filósofa cristiana. Yo, laico, le tengo devoción.
P.- ¿Por qué calificarles como santos?
R.- Porque lo son. Seres llagados, estigmatizados, echados a perder y sin revancha por ello. Gente milagrosa que si no llega a hacer la Historia al menos ayudan a completarla. Algunos dejaron obras en situaciones de adversidad extraordinaria. Son 'santos súbitos' del santoral más feroz de la cultura.
P.- ¿Qué han supuesto esas vidas que se recopilan aquí para el mundo de la cultura?
R.- Sin algunos no se entiende lo que vino después, pienso en la poesía de Rimbaud. O en Lautréamont. O en Lou Andres-Salome. O en Rafael Sánchez Ferlosio.
P.- El volumen puede servir a modo de enciclopedia y como manual al que acudir. ¿Nace la recopilación con esa intención?
R.- No, qué va. Nace, como te dije antes, porque una tarde me aburría y me puse a escribir. Aunque haciéndolo he descubierto a gentes que desconocía (gracias a las sugerencias de Javier Marías o de Juan Bonilla, por ejemplo, que me regalaron algunos nombres). Y también he recuperado a otras y otros que tenía algo traspapelados.
P.- ¿Hay alguna biografía que le hubiera gustado incluir? ¿Es susceptible de un segundo volumen?
R.- Hay varias que ahora quisiera ver dentro, pero ya está hecho. Los márgenes de la cultura están llenos de voces fascinantes... Pero no creo que haya un segundo volumen. Lo que sí tengo en mente es un par de series que pueden ir en esta dirección, ya para 2016. Pero aún están por perfilar.