Ignacio Amestoy
"La historia de España se ha contado mal en muchas ocasiones"
26 mayo, 2015 02:00Igasncio Amestoy
La Casa del Lector dedica un homenaje al dramaturgo con motivo de la publicación de dos de sus obras en la colección 'Letras Hispánicas' de Cátedra: Violetas para un Borbón. La reina austriaca de Alfonso XII y Dionisio Ridruejo. Una pasión española.
Pregunta.- ¿Supongo que será una gran alegría estar rodeado en este homenaje de personalidades de la talla de Pedro J. Ramírez o Juan Carlos Pérez de la Fuente?
Respuesta.- Ante todo son amigos pero además son personas que me han acompañado en un itinerario teatral de ya 40 años. Con Paco Vidal, que ha dirigido tres de mis obras, compartí las aulas del TEM (Teatro Estudio de Madrid). Con Pedro J. Ramírez saqué adelante el grupo de teatro de la Universidad de Navarra en donde investigamos con profusión sobre el teatro documento. De hecho, Pedro J. tituló su trabajo de fin de carrera Hacia un teatro informativo. Jesús Cimarro, director de Pentación y del Festival de Mérida, fue productor cuando apenas tenía 20 años de Doña Elvira imagínate Euskadi. Esta obra estuvo casi 3 años recorriendo el País Vasco y el resto de España y Cimarro la llevó hasta Nueva York. Carlos Gil, director de la revista Artez, me produjo cuatro obras en el País Vasco con la compañía Gasteiz en Vitoria. Juan Carlos Pérez de la Fuente rescató para el CDN Dionisio Ridruejo. Una pasión española 30 años después de que la escribiera. Y con Cesar Antonio Molina puse en marcha una de las experiencias mas entrañables de mi vida teatral, la Noche de Max Estrella. Por último, también está Fernando Domenech, editor del volumen con el que he estado 20 años en la Escuela de Arte Dramático. En el homenaje participan por tanto una serie de personas relacionadas de forma muy entrañable con mi vida en el teatro.
P.- El motivo del homenaje es la publicación de un libro con dos de sus obras. ¿Cómo surgió este proyecto?
R.- Lo cierto es que el homenaje se le había ocurrido a Cesar Antonio Molina antes de la publicación del libro pero a mí me ha gustado que se vincularan ambos acontecimientos. 'Letras Hispánicas' es una colección emblemática de la literatura española. En el 2005 Cátedra ya publicó en esta serie un tomo con dos de mis obras: Ederra, con la que conseguí el Premio Lope de Vega, y Cierra bien la puerta, que fue Premio Nacional de Literatura Dramática. Ha sido una iniciativa de Josune García, que es la directora de la editorial, y yo me siento muy honrado de que me hayan hecho un hueco aquí.
P.- En ambas obras afronta dos periodos diferentes de la historia de España, que es uno de los temas recurrentes de su obra...
R.- Suele decir Ignacio García May que soy el autor español más preocupado por llevar la historia de España al teatro. Lo hago en obras como Violetas para un Borbón. La reina austriaca de Alfonso XII y Dionisio Ridruejo. Una pasión española pero también en otras que se centran en el País Vasco como Pasionaria, Los herejes de Durango y Guernica. Me apasiona la revisión de la historia de España desde el punto de vista teatral. ¿Qué es lo que nos ha pasado? La historia de España ha estado mal contada en muchas ocasiones. Yo trato de reactualizarla a través de la investigación del teatro histórico e incluso del teatro documento como es el caso de Dionisio Ridruejo o Guernika.
P.- En principio las dos obras, más allá de repasar dos momentos de la historia de España, están bastante alejadas la una de la otra. ¿Qué tienen en común?
R.- Estas dos obras tienen en común la búsqueda de la verdad. La historia oficial de Alfonso XII la recogieron obras como ¿Dónde vas Alfonso XII?. Yo buscaba la verdad de ese reinado y del nacimiento de Alfonso XIII, cuando ya había muerto su padre. Por ejemplo, el monarca tuvo una relación muy importante con la cantante de Ópera Elena Sanz y ese era el tipo de verdad que buscaba. Con Dionisio Ridrujo también quería encontrar esa verdad del personaje, que para la derecha era un traidor y para una determinada izquierda un advenedizo. Para mí sin embargo fue el primer hombre de la Transición gracias a esa conversión desde el fascismo, el franquismo y el falangismo a la democracia.
P.- ¿Su máximo interés al revisitar la historia es interpretar los hechos?
R.- Mi objetivo no es exactamente desarrollar una interpretación sino buscar. El teatro documento y el teatro histórico más radical necesitan llegar a la verdad a través de hechos reales. A veces, indudablemente, hay que interpretarlos. Si escribes de los herejes de Durango del siglo XV, como no tenemos unos datos muy concretos, cabe una cierta interpretación. A la hora de seleccionar unos datos determinados también hay que tener en cuenta una cierta visión escénica, encontrar el conflicto y desarrollarlo. Que duda cabe que siempre hay un determinado subjetivismo por parte del autor. Por ejemplo, el modelo del teatro documento, a parte de Los Persas de Esquilo, es La indagación de Peter Weiss, en la que adaptó las actas del juicio de Auschwitz. Lógicamente tuvo que hacer una selección de ese material por lo tanto hay una interpretación.
P.- ¿Podemos entender la realidad de nuestro país sin echar la vista atrás?
R.- No, es imposible. Tenemos que reflexionar sobre el pasado y ver en que nos hemos equivocado para elaborar el futuro. En este momento parece que se está planteando una segunda transición sin abandonar la primera. Ese es el secreto de los pueblos, de Europa misma, reflexionar sobre lo que ha pasado a lo largo de los siglos.
P.- ¿Se hace suficiente teatro histórico en España?
R.- No, hay miedo a indagar sobre nuestro pasado. Incluso en nuestras propias familias. Hay miedo al espejo. Hamlet, cuando se dirige a los cómicos que van a representar la obra sobre el asesinato del rey, les dice: que vuestra obra sea espejo de la realidad. Hamlet pretende que el rey y su propia madre tenga una anagnórisis, un reconocimiento de lo que ha pasado en realidad. Reconocer una culpa, reconocer el pasado, reconocer un crimen. Nos da un ejemplo de lo que tiene que ser el teatro, una catarsis para los espectadores y una reflexión sobre los aciertos y las equivocaciones de la vida.
P.- Violetas para un Borbón es la primera parte de una tetralogía sobre la monarquía ¿Cuándo veremos una próxima entrega de esta saga?
R.- La verdad es que me estoy retrasando un poco. Tengo en el telar a Alfonso XIII que lo voy a situar en 1929, justo cuando fracasa su gran equivocación, la dictadura de Miguel Primo de Rivera. También me interesa extraordinariamente la trágica vida de Don Juan de Borbón, hijo y padre de rey pero que nunca llegó a reinar. El problema es que el teatro histórico lleva mucho tiempo de investigación, al igual que el teatro documento. Es necesario buscar una serie de datos que se han ocultado o que están muy solapados. Ahora estoy en ese punto. Después la escritura en teatro es bastante rápida y además tiene que serlo. Ya lo decía Lope de Vega: "En veinticuatro horas pasaron de las musas al teatro". En el teatro histórico hay que ir con pies de plomo. La dramaturgia española tiene la responsabilidad de indagar en nuestra historia.
P.- ¿Cree que se publica suficiente teatro en la actualidad?
R.- Se publica. Hay colecciones... Carlos Gil esta publicando teatro en la revista Artez. Fundamentos ha publicado y sigue publicando teatro con colecciones verdaderamente fantásticas. También está esta colección de Cátedra. Incluso comienza publicarse en digital. Ahora bien, ¿se lee teatro? Desde luego no todo el que se tendría que leer. Y esto pasa incluso dentro de la profesión. En este momento hay una generación portentosa de autores, que no tiene nada que ver con el clásico autor de gabinete. Desde esa generación de la Transición, en la que me incluyen, hasta hoy han aparecido autores verdaderamente formidables: Juan Mayorga, José Ramón Fernández, Yolanda Pallín, algunos más rompedores como Rodrigo García o Angélica Lidell.