El 'milagro' de Donald Trump: una bala en el cerebro es mortal en el 90% de las ocasiones
Los datos indican que la mitad de los pacientes que llegan a quirófano con un disparo en la cabeza mueren en la mesa de operaciones.
16 julio, 2024 02:46Hay escenas que mucha gente espera ver solo en el cine o en las series y lo que ocurrió el pasado sábado 13 de julio en un pequeño pueblo de Pensilvania es una de ellas. Un tirador intentó asesinar a Donald Trump durante un mitin de la campaña de las elecciones estadounidenses. El joven autor llegó a disparar varias veces contra el exvicepresidente, pero solo le causó una leve herida en la oreja. Tras lo ocurrido,el autor fue abatido por las autoridades y las imágenes del candidato a ocupar la Casa Blanca, con la oreja y la cara ensangrentadas, no tardaron en dar la vuelta al mundo.
Un disparo en la cabeza resulta mortal en el 90% de las ocasiones, según la Sociedad Americana de Neurocirugía. Las estimaciones del organismo indican que las heridas de bala en la cabeza son la causa de un 35% de todas las muertes atribuidas a lesiones cerebrales traumáticas. Aproximadamente el 50% de los supervivientes sufrirá convulsiones y necesitará medicación antiepiléptica. Además, es muy probable que necesiten rehabilitación a largo plazo y no se asegura que recuperen su estado funcional previo a este daño.
En los pocos casos en los que no lo es, "las secuelas pueden ser gravísimas", explica José Ramón Casal, secretario de formación de la Sociedad Española de Medicina de Urgencias y Emergencias (SEMES). Además de graves, las consecuencias son muy variadas y van desde quedarse en estado vegetal hasta sufrir alteraciones de la conducta, pasando por la ceguera o la sordera.
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Los daños que sufra el paciente dependen de la zona que se vea afectada, agrega el jefe de Urgencias del Hospital El Bierzo de Ponferrada. Por ejemplo, si es el hemisferio izquierdo, afectará a las funciones relacionadas con el lenguaje. Sin embargo, si es el derecho el que recibe el balazo, se puede sufrir una parálisis del lado izquierdo del cuerpo, ceguera o sordera, entre otros. "La clínica es tremendamente variada".
Casal cuenta que influyen, además, otros factores como el tamaño del proyectil o la trayectoria. Si la bala atraviesa el cráneo pero solo roza el cerebro, las secuelas pueden ser escasas. En otros casos el resultado es bastante distinto. "Hay una parte del cerebro que es el tallo cerebral donde se controlan la respiración y el ritmo cardíaco. Como la bala impacte de manera directa ahí, la muerte es instantánea. Mucho más que un disparo directo al corazón o con los pulmones", detalla el urgenciólogo de la SEMES.
¿Qué dicen los datos?
El pasado septiembre, la revista The Journal of Craniofacial Surgery publicó un metaanálisis que hablaba sobre la gravedad de este tipo de sucesos. Las heridas por arma de fuego no han parado de crecer en los últimos diez años en Estados Unidos, alcanzando un máximo de 50.000 muertes en 2021. El 16% de los disparos afectan a la cabeza y el cuello (16.140 casos de un total de 101.300) y tienen muchas más posibilidades de dejar secuelas de extrema discapacidad (33,4%).
Además, tiene un índice de mortalidad bastante elevado: el 27% de las víctimas sufren este fin. Los autores fueron más allá y especificaron que el 19,2% de los balazos en esta zona afectan al cerebro y el 2,7% al nervio craneal.
El procedimiento a la hora de actuar si se presencia algo así es el mismo que en cualquier trauma. En el caso de que la persona sangre mucho, se le debe taponar la herida con el material más esteril que hay hasta que lleguen los servicios de emergencias. Hay que controlar y despejar la vía aérea y comenzar una reanimación si la víctima entra en parada cardiorrespiratoria. "No podemos hacer mucho más hasta que no lleguemos al hospital", indica el especialista del Hospital El Bierzo.
Otra investigación afirmaba el pasado junio que, cuando la bala se aloja en el cerebro, el 97% de las víctimas tienen un alto riesgo de sufrir resultados desfavorables, entre ellos la muerte. Los autores advertían también de que una extracción inadecuada puede provocar varias complicaciones, como daño a los tejidos circundantes, infección, lesión neurovascular, trombosis venosa profunda y un sangrado excesivo.
El pronóstico con este tipo de lesiones es "tremendamente difícil" de calcular, sobre todo hasta que no se le hace un escáner al paciente y ve la localización exacta de la bala (en caso de que no haya salido), según Casal. No obstante, ni siquiera con esa información se puede predecir con certeza el resultado. Según la Sociedad Americana de Neurocirugía, el 50% de las víctimas que llegan a quirófano no superan la operación. "No puedes saber cómo va reaccionar el cuerpo del paciente ni cómo puede ser la recuperación", finaliza el urgenciólogo.