Imagen de una de las plantas de producción de vacunas de Moderna.

Imagen de una de las plantas de producción de vacunas de Moderna. Moderna

Salud

La carrera por la vacuna contra el virus asociado a la esclerosis múltiple y que probablemente tengas

Dos compuestos frente al virus de Epstein-Barr, causante de la mononucleosis, han comenzado a ensayarse en humanos. 

4 noviembre, 2022 03:09

Hay multitud de virus que conviven con nosotros, muchos de ellos inofensivos, otros no tanto. Usted, como nueve de cada diez adultos en todo el mundo, tendrá probablemente en su interior uno de ellos, conocido como virus de Epstein-Barr. Puede que haya pasado la llamada enfermedad del beso o mononucleosis, causada por el mismo. Mucho menos probable es que pueda ser diagnosticado, décadas después de la infección, de esclerosis múltiple o diversos cánceres que se han relacionado con su presencia. Para evitarlos, los científicos están buscando potenciales vacunas. Dos de ellas han empezado los ensayos en humanos, pero comprobar su beneficio final puede ser como buscar una aguja en un pajar.

La bomba estalló el pasado enero. La revista Science publicó los resultados de un macro-estudio que indicaba que las personas infectadas con el virus de Epstein-Barr tenían 32 veces más probabilidades de esclerosis múltiple que aquellas que se habían contagiado. Muchos expertos se mostraron sorprendidos, incluso contrariados, por la contundente conclusión. Después de todo, el virus es asombrosmente prevalente entre la población, mientras que la enfermedad degenerativa afecta a alrededor de 60 de cada 100.000 personas. Aunque no se conoce cuál es el camino que conduce desde la infección hasta la enfermedad incapacitante, la relación era clara.

Pero no se trata solo de la esclerosis múltiple. Se asocian al virus el 9% de los carcinomas gástricos, el 90% de los linfoepiteliomas gástricos, el 7% de los adenocarcinomas (tumores en el tejido glandular de los órganos) bien diferenciados y el 6% de aquellos pobremente diferenciados.

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También se dan anualmente 84.000 casos de carcinoma gástrico, 78.000 de carcinoma nasofaríngeo, 29.000 de linfoma de Hodgkin y 7.000 casos de linfoma de Burkitt, todos ellos asociados al virus, en personas que han recibido un trasplante. Prácticamente todos los carcinomas nasofaríngeos anaplásicos (de células tumorales poco diferenciadas) están relacionados con el Epstein-Barr, y se ha asociado también a la Covid persistente.

"Está claro que, si existiera una vacuna que funcionara bien, serí aun avance importante", afirma Eva Martínez Cáceres, inmunóloga del Hospital Germans Trias i Pujol y portavoz de la Sociedad Española de Inmunología. "Aunque sea un pequeño porcentaje de pacientes los que desarrollan cáncer o una enfermedad autoinmune, para quien lo sufre es algo muy importante".

La relación entre el virus y enfermedades que aparecen años después no está clara, pero se cree que, al actuar sobre las células B (las productoras de anticuerpos), el Epstein-Barr puede provocar disfunciones que acaben manifestándose con el paso del tiempo.

"En el caso de los linfomas, haría proliferar las células de forma descontrolada", apunta la doctora. "En la esclerosis múltiple, parece ser que la activación continua de las células B alteraría la homeostasis [el equilibrio] inmunitaria, de forma que los linfocitos acabaría atacando la mielina del sistema nervioso central", es decir, la sustancia que protege los brazos de las células nerviosas.

Dos ensayos en marcha

No es la primera vez que se ha intentado desarrollar una vacuna contra este virus casi omnipresente, la mayoría de ellas ligada a pacientes con cáncer o receptores de trasplantes de órganos, pero ninguna ha llegado a las últimas fases de desarrollo clínico.

Ahora, dos candidatas han iniciado los ensayos clínicos casi al mismo tiempo en que se producían los sorprendentes resultados que lo relacionaban con la esclerosis múltiple. La primera ha sido la de Moderna, cuya fase clínica se inició a finales del año pasado. La compañía, que tras el éxito de la vacuna contra la Covid está trasladando su tecnología de ARN mensajero a numerosos campos –incluyendo el cáncer–, prevé tener resultados en la segunda mitad del año que viene.

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Se trata de un compuesto llamado mRNA-1189 que utiliza como antígenos cuatro proteínas del virus. Su intención es reclutar 272 personas entre 18 y 30 años, que reciben tres dosis en los días 1, 59 y 169 del ensayo, y a los que se les evaluará el grado de toxicidad de la vacuna (se está probando tres dosificaciones distintas) y la presencia de anticuerpos.

El objetivo último de esta vacuna es prevenir el desarrollo de mononucleosis. Esta enfermedad se desarrolla más o menos un mes después de la infección y se caracteriza por la irritación de garganta, fiebre y cansancio extremo. Aunque suele resolverse en dos o tres semanas, uno de cada cinco enfermos sigue con cansancio persistente a los dos meses, y el 13% al medio año. Además, un 1% desarrollará complicaciones graves en el hígado, la sangre o el sistema nervioso.

Medir la incidencia de la enfermedad del beso parece más factible que la esclerosis múltiple. En el Hospital Germans Trias i Pujol han iniciado un estudio en pacientes que han desarrollado mononucleosis, a los que se les realizará un seguimiento.

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"Los estudios en que pones una medida preventiva y ves si desarrollan la enfermedad a medio y largo plazo son difíciles de hacer", explica Eva Martínez Cáceres. "No se saben los años que pueden pasar desde la infección hasta la aparición de la enfermedad. Lo importantes es invertir en una buena vacuna y mirar qué pasa a cinco o diez años". Estos primeros estudios son un comienzo.

Inmunidad humoral y celular

El segundo ensayo proviene del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas de Estados Unidos, una entidad pública que ha estado al frente de la pandemia en el país norteamericano.

El objetivo es probar una vacuna basada en un compuesto llamado ferritina gp350. La ferritina es una proteína que existe dentro de las moléculas, donde acumula hierro, y puede ser manipulada para conseguir una repuesta inmune.

Se administrará, en tres dosis, a cuarenta voluntarios sanos: 20 de ellos positivos a la presencia del virus, 20 negativos. Al igual que la de Moderna, se busca medir el grado de efectos adversos que se presenten y la presencia de inmunidad humoral y celular. Al fin y al cabo, ambos estudios son fases 1, donde se evalúa sobre todo la seguridad.

Martínez Cáceres valora positivamente la existencia de estas vacunas y el esfuerzo que se está realizando contra un virus omnipresente. Y recuerda que no es la primera vez que hay vacunas cuyo objetivo final está más allá de la infección.

"La vacuna del papiloma está sirviendo para prevenir el cáncer de cérvix, y la de la hepatitis B está sirviendo contra el cáncer de hígado", apunta la doctora. "Vale la pena en invertir en los tratamientos que eviten el cáncer y las enfermedades autoinmunes. Cualquier vacuna que pueda prevenir la aparición de enfermedades que pueden dar lugar a discapacidad y muerte es importante y hay que invertir en ello".