Por qué hay que dejar de tomar una copa de vino al día aunque lo aconsejen "para el corazón"
Las últimas evidencias zanjan la polémica: el alcohol causa más perjuicios que beneficios para la salud cardiovascular aunque se tome poco.
15 enero, 2021 00:10Noticias relacionadas
Con permiso de la carne, pocos campos de batalla son tan enconados en el mundo de la Nutrición como el del alcohol. Tradicionalmente, se le han atribuido beneficios al consumo "moderado" de productos como el vino, que muchos defienden como parte de la Dieta Mediterránea; otros, sin embargo, no admiten un umbral de "consumo seguro" que contrarrestre las ventajas con los perjuicios. El riesgo es de hecho más alto de los que muchos sospechan: una copa -o botellín- al día, o cinco a la semana, son incluso más peligrosos que el consumo festivo de fin de semana.
Que el alcoholismo está vinculado a un deterioro de la salud cardiovascular es un hecho escrito en piedra; sin embargo, los abstemios habrían demostrado tener en varios estudios observacionales una incidencia ligeramente superior de problemas de corazón frente a quienes sí toman un poco de alcohol. El gráfico de la polémica tiene forma de 'J': el riesgo cardíaco bajaría ligeramente con un consumo limitado, y se dispararía de nuevo hacia lo alto cuando la cantidad se eleva.
Sin embargo, el término 'salud cardiovascular' es muy amplio. Investigadores del Centro de Salud Cardíaca y Vascular de la Universidad de Hamburgo-Eppendorf (Alemania) decidieron centrarse en una variable concreta, la fibrilación atrial, una alteración rápida e irregular del latido del corazón. Tras analizar a 108.000 "bebedores moderados", concluyen en su trabajo publicado en el European Heart Journal, la "curva en J" es real para el fallo cardíaco pero no para la fibrilación: el riesgo de sufrirla aumenta con 12 gramos de etanol diarios, equivalentes a un vasito de vino (120 ml), un botellín de cerveza (330 ml) o 40 ml de licor.
Frente a un abstemio, un bebedor moderado presentaría un riesgo un 16% superior de sufrir fibrilación atrial durante los siguientes 14 años de media, según los resultados de participantes en cinco estudios sobre hábitos de vida y de consumo desarrollados en Suecia, Noruega, Finlandia, Dinamarca e Italia entre 1982 y 2010. Los sujetos tenían 48 años de media, y no sufrían fibrilación atrial al comenzar la recogida de datos. 5.854 de ellos desarrollaron la alteración durante el periodo abarcado, demostrando un aumento del riesgo similar entre hombres y mujeres, y con independencia del tipo de alcohol que se tomaba.
Además del riesgo un 16% superior de fibrilación atrial de los bebedores moderados en comparación con los abstemios, los investigadores también observaron un incremento de la incidencia en directa relación con el aumento del consumo: de un 28% más si se tomaban hasta dos copas diarias, y de un 47% si eran cuatro. "Hasta donde sabemos, este es el estudio más amplio realizado sobre el consumo de alcohol y la incidencia a largo plazo de la fibrilación atrial en la comunidad", explica la profesora Renate Schnabel, que ha encabezado el trabajo.
"En nuestro estudio, hemos logrado demostrar que incluso un consumo muy bajo pero continuado de alcohol puede aumentar el riesgo de fibrilación atrial", añade la inviestigadora. "Es un descubrimiento importante, porque este consumo cotidiano, la 'copa de vino diaria' para proteger el corazón, se recomienda a menudo, por ejemplo, en la prensa generalista, pero no debería sugerirse sin valorar primero los riesgos relativos a toda clase de enfermedades del corazón y las arterias, como la fibrilación atrial".
La publicación viene acompañada por un editorial firmado por Jorge A. Wong y David Conen, investigadores del Instituto de Investigación de Salud Poblacional de la Universidad McMaster (Hamilton, Canada). "Se ha identificado una relación significativa entre el alcohol y la fibrilación atrial, e incluso las pequeñas cantidades de alcohol se asocian con un incremento, por pequeño que sea, del riesgo de incidencia", valoran.
"El beneficio clínico neto de consumir bajos niveles de alcohol requiere más investigación, idealmente en forma de estudios aleatorizados. Hasta entonces, cada persona debería tomar individualmente una decisión informada sobre si beber una copa de vino diaria es un acto seguro y si vale la pena", concluyen.