Cornelis Claesz van Wieringen: 'Galeones españoles de la Gran Armada de 1588'.

Cornelis Claesz van Wieringen: 'Galeones españoles de la Gran Armada de 1588'. Wikimedia Commons

Historia

El invento naval español que revolucionó la historia y conectó todo el mundo

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El descubrimiento del Nuevo Mundo y la apertura de rutas comerciales transatlánticas obligó a la Monarquía Hispánica a perfeccionar su infraestructura naval. Además de construir barcos rápidos, sólidos y con mayor capacidad de carga y adiestrar a pilotos y marineros capaces de gobernarlos, se hubo de organizar y reglamentar la formación de las llamadas flotas de Indias, con la consecuente planificación de salidas, regresos, derroteros y lugares de abastecimiento. Pero una de las claves del éxito del que fue uno de los principales pilares del Imperio español tiene nombre propio: el galeón.

Hasta su invención a principios del siglo XVI —algunos aparecen ya en las relaciones de la conquista de Orán de 1509— los barcos de la era de los descubrimientos en general eran anchos, pesados y con mucha y alta obra muerta porque lo que importaba era la estabilidad. Había dos tipos principales: la galera mediterránea, de doble fuerza motriz —vela y remo— y casi el único navío de guerra, con limitaciones para navegar distancias considerables; y la nao atlántica, que se propulsaba con un velamen cuadrado o mixto, de tres palos y bauprés, tenía un castillo en la proa y un alcázar en la popa y que, dotada de piezas de artillería, era capaz de cubrir largos trayectos.

Pero el auténtico rey de la Carrera de Indias fue el galeón, de alto bordo, casco más alargado que el de las naos y de similar capacidad de carga. Según M.ª Isabel Vicente Maroto, investigadora especializada en la tecnología de fabricar navíos y arte de navegar en la Edad Moderna, se trataba de una "nave genuinamente ibérica, al menos en su evolución y desarrollo, surgido con la navegación transatlántica, que nace a principios del siglo XVI como respuesta de la inventiva de los constructores peninsulares a las necesidades de mejoras naves, especialmente de guerra y para los viajes" de las flotas de Indias.

El galeón San José, pintado por el inglés Samuel Scott.

El galeón San José, pintado por el inglés Samuel Scott. National Maritime Museum

Hubo tres tipos de galeones. El galeoncete era el más pequeño, de una sola cubierta, y era empleado en misiones de aviso o descubierta. Los galeones de "pozo", muy utilizados en el siglo XVI y en buena parte del XVII, dotados de doble puente y batería corrida, fueron la columna vertebral de las escuadras hispánicas. En estos modelos, el castillo no estaba tan a proa como en las naos, lo que permitía manejar con mayor facilidad las velas del bauprés y del trinquete. En el otro extremo, en el alcázar, se encontraba la cámara de oficiales. Los galeones de tres cubiertas de puente corrido, por su parte, fueron los preferidos en el último tercio del siglo XVII.

"El galeón que por lo general se empleaba en la Flota de Indias era un navío de 300 toneladas o más, bien artillado, de manera que mientras el término nao se aplicaba a los barcos que cruzaban el Atlántico como mercantes, el término galeón se utilizaba en relación a buques preparados para la guerra, pues eran más rápidos y fuertes que las naos y estaban al servicio de la corona", explica Enrique Martínez Ruiz, catedrático de Historia Moderna de la Universidad Complutense de Madrid y autor de Las flotas de Indias (La Esfera de los Libros).

El diseño de los galeones —algunos llegaron a alcanzar las mil toneladas— respondía a informes generados por diversas comisiones de expertos y comandantes navales y su desarrollo fue un proceso gradual en constante evolución. Entre 1605 y 1618, una serie de ordenanzas de construcción naval modificaron los diseños tradicionales de los galeones para aumentar su maniobrabilidad y velocidad y reducir su calado. Sin embargo, la creciente necesidad de buques y las deficiencias que empezaban a aflorar en el sistema provocaron que no se aplicasen de forma estricta. 

"Es de destacar que ya no aparece el término de galeón en las Ordenanzas de 1618, donde, en Las reglas para frabricar navíos que se hicieren por cuenta del rey y particulares, se especifican las dimensiones de catorce clases de naves, desde las que tenían nueve codos de manga hasta las de 22, denominadas todas genéricamente como navíos", recuerda Martínez Ruiz en su obra. No obstante, esa denominación siguió usándose a lo largo de toda la centuria. El sucesor de este tipo de embarcaciones sería el navío de línea.

El nombre del galeón está también profundamente conectado con otro hito de la Marina hispana: unir Asia, América y Europa mediante el Galeón de Manila, que tenía sus puertos base en la localidad filipina, en Acapulco y Sevilla o Cádiz. La primera ruta comercial que unía los tres continentes, también conocida como "Nao de China", se inauguró en 1565, durante el reinado de Felipe II, y estuvo en servicio hasta 1815. Fue, según el historiador, "la prolongación de la Carrera de Indias hacia Asia a través del Pacífico".