Ya me toca, me he librado durante un tiempo, he aprovechado las circunstancias y he evitado reflexionar en alto, pararme a pensar de la forma en la que se piensa ante el papel en blanco, o más bien, la omnipresente pantalla.
Y después de un tiempo, en plena etapa vital y profesional apasionante, ya me toca. No hablaré esta vez de inmobiliaria, de inversión y rentabilidades. Trabajo y pienso en ello intensamente todos los días, pero hoy no voy a compartir mis conclusiones o reflexiones al respecto, lo dejo para la próxima.
Me apetece pensar en por qué estoy aquí, delante de este papel/pantalla y qué ha inspirado este texto en concreto. Ha sido en un encuentro empresarial, ha sido una persona y es el lenguaje y las palabras… Todo esto me sienta hoy a escribir. Como todos, yo vivo una relación particular con el lenguaje, la mía, la que he aprendido y disfruto. Desde pequeño he reflexionado sobre unas palabras u otras, era habitual en mi casa que nos enredáramos en tratar de encontrar el origen o definición correcta de una palabra que saltaba a la palestra en medio de una conversación, y siempre me gustó, y también lo hacía a veces en esas ocasiones en las que el sueño no llega y la divagación campa a sus anchas.
Vaya por delante que no soy un estudioso, ni tengo los más mínimos conocimientos de filología, me manejo en esto del lenguaje en nivel usuario, y más bien bajo como se evidencia cuando me encuentro con alguien docto en la materia. Pero disfruto de las palabras, me gustan todas, hasta los tacos.
El caso es que esta semana acudí a unos de los encuentros que más me gustan de todos los que hace APD en Galicia a lo largo del año: El VIII Encuentro de Consejeros/as y Alta Dirección. Entre los participantes se encontraba una persona a la que ya he podido oir en otras ocasiones, referente profesional gallego y actualmente secretario del consejo de una de las compañías gallegas que más me hacen disfrutar: Estrella Galicia. Me refiero a Pedro Regojo.
Entre todo lo valioso y sin desperdicio que compartió con los asistentes, hubo una reflexión acerca del aprendizaje, basada en una charla de Santiago Beruete en la que el propio Pedro estuvo y, para ilustrar su reflexión utilizó dos palabros, uno que da título a un libro de este escritor, educador y filósofo español y otro que acuñó el propio Pedro Regojo. Aprendívoros y el acuñado por él mismo, desaprendívoros. Los empleó magistralmente para apoyar sus reflexiones sobre los consejos de administración y la evolución de las empresas familiares respecto a esta figura tan compleja, pero es extrapolable a la vida en general, e inmediatamente las dos palabras se fijaron en aquel lugar que hay reservado en mi cabeza para estas cosas, muy cerca de donde Homer Simpson toca los platillos tan a menudo.
No hablaré sobre las palabras en cuestión, simplemente, una vez más, unas palabras tuvieron un efecto motor en mí (aunque confieso que soy aprendívoro perdido y desaprendívoro obligado como consecuencia). En lo que estoy pensando es en las palabras en general, en el lenguaje, y todo lo que nos aporta, diferencia, distancia, etc.
Decidí preguntar a ChatGPT acerca de la cuestión y me encantó lo que me devolvió:
Si vas a hablar del lenguaje en tu artículo de opinión y quieres darle valor, puedes enfocarlo desde varias perspectivas. Aquí tienes algunas formas interesantes de definirlo y resaltarlo:
- El lenguaje como constructor de realidades: No solo describimos el mundo con palabras, sino que lo moldeamos. Lo que nombramos, existe; lo que no, se diluye
- El lenguaje como herramienta de poder: Las palabras pueden elevar o destruir, abrir caminos o cerrar puertas. Quien domina el lenguaje, influye en la sociedad
- El lenguaje como memoria colectiva: Es un archivo vivo de quiénes somos y de dónde venimos. Cada palabra lleva siglos de historia en su ADN
- El lenguaje como límite del pensamiento: Wittgenstein decía que "los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo". Si ampliamos nuestro vocabulario, ampliamos nuestra capacidad de comprender y pensar
- El lenguaje como código en constante evolución: No es estático, sino que se transforma con cada generación, absorbiendo nuevos términos y desechando otros. Es un reflejo del cambio social
- El lenguaje como identidad: La forma en que hablamos nos delata. No solo por el idioma, sino por el tono, las expresiones, las pausas. Es una firma personal y cultural
El resultado no me pudo gustar más, qué barbaridad, cuanto en unas pocas líneas. Filosofía pura: metafísica, ética, antropología… y comprendí aun mejor, gracias a unas palabras originadas por el hombre y compiladas en menos de un segundo por una herramienta de inteligencia artificial, por qué disfruto tanto de una manera intuitiva de las palabras y por lo tanto, de servirme de ellas para ordenar mis ideas y experiencias, ponerlas en un papel y, en un ejercicio de locura y superación del pudor, enviarlas a mis amigos de Quincemil/Treintayseis por si pudieran interesar a alguien.
Y es que ya lo dijo el poeta Halley: Si las palabras se atraen, que se unan entre ellas ¡Y a brillar que son dos sílabas!