Al cine no le gustan las matemáticas
Un libro demuestra la importancia de las matemáticas analizando su presencia en clásicos del séptimo arte y los gazapos que incluyen películas como 'King Kong' y series como 'Star Trek'.
7 enero, 2017 00:25Noticias relacionadas
La gente odia las matemáticas. Raro es aquel que manifiesta una adoración por los números y las cuentas, por las derivadas y las integrales. Uno las aprende porque tiene que hacerlo, porque si no suspende. Sólo hay que preguntar a los niños cuál es su asignatura favorita. Muchos dirán gimnasia, otros plástica e incluso algunos naturales -perdón, Conocimiento del Medio-, pero pocos dirán que las mates. Desde que uno aprende las tablas de multiplicar hasta que descubre lo que es el logaritmo neperiano va sumando un odio hacia ellas. Luego uno comprende que al final todo sirve para algo, y que para que el edificio en el que vivimos se sostenga, o para que un avión nos lleve de una punta del mundo a otra son necesarios los números y las cuentas.
Eso sí, parece que las matemáticas han quedado limitadas para los ingenieros. Ni rastro de ellas en el arte, tampoco en el cine, excepto en directores tan maniáticos y perfeccionistas como Wes Anderson y su pasión por la simetría, o el loco de David Fincher, que hizo repetir una escena decenas de veces hasta encontrar la posición perfecta de una lata de coca-cola en el plano. Si los guionistas se preocuparan de las leyes y principios que rigen nuestro mundo, muchas de las historias que conocemos no existirían, ya que las ignoran por completo. Muchos conscientemente, otros por pura ignorancia. Hay incluso casos en los que alguna ecuación se cuela en la película para dar un halo falso de complejidad. Decisiones que suelen llevar a que se cometan decenas de gazapos en el cine.
Con la idea de demostrar la importancia de las matemáticas y de ver cómo los guionistas lo ignoran en vez de documentarse llega Cine y matemáticas: Resolviendo problemas (Editorial Guadalmazán). El libro, de José María Sorando Muzás, explica principios y leyes -alguno más sencillo que otros- que ponen en evidencia clásicos del cine como Barry Lyndon, King Kong o Star Trek. Pero no sólo se trata de enseñar esos divertidos gazapos, sino de abrir los ojos al espectador para que se de cuenta del gran número de veces que esta ciencia se usa en el día a día.
El cine, como reflejo de la sociedad, también está lleno de números y cuentas. Es evidente en filmes como El indomable Will Hunting o Una mente maravillosa, o en series como Numbers, pero también de una forma menos evidente en títulos como Zodiac o las últimos apuestas de ciencia ficción, Gravity e Interestelar. Las matemáticas son más poderosas que cualquier súperpoder, y con ellas se puede desmontar casi cualquier teoría cinematográfica. Por ejemplo, gracias a ellas sabemos que los números de infectados que manejaba Will Smith en Soy Leyenda estaban más hinchados que las cifras de una manifestación. La progresión matemática indica que esa cifra era imposible.
King Kong no existe
“La ignorancia deforma y magnifica los problemas. Casi ninguna desventura es tan terrible como el propio miedo”, dice José María Sorando Muzás. Y de hecho a veces hasta se los inventa. Es el caso de King Kong, el gorila gigante enamorado de una humana que trepa por el Empire State Building mientras es tiroteado.
King Kong apenas podría ponerse en pié, probablemente se le quebrarían los huesos y en modo alguno podría trepar al Empire State
Todos sabemos que la película es una fantasía, y que no existen gorilas de este tipo, pero los responsables del filme no se pararon a pensar las dimensiones que debería tener su cuerpo. Como expone el libro, y gracias a las leyes que rigen la proporción geométrica (entre ellas la ley cuadrado-cúbica), sabemos que King Kong no podría vivir. Sus piernas se romperían como palillos.
“Apliquemos ahora la ley anterior al gorila gigante. Fijándonos en que su cabeza llega hasta el 5º piso de un edificio de Nueva York, podemos concluir que su altura podría superar los 15 metros. La altura normal de un gorila es de 1,80; y su peso, 240 kilos. King Kong es aproximadamente 8,5 veces más alto que los gorilas conocidos. Aplicando la ley cuadrado-cúbica, la piel y cualquier otra superficie del cuerpo de King Kong sería 8,52 x 72 veces mayor que la del gorila normal. Mientras que en volumen y en peso lo superaría 8,53 x 614 veces. Es decir, King Kong pesaría unas 147 toneladas. Así que la conclusión es que King Kong apenas podría ponerse en pie, que probablemente se le quebrarían los huesos y que en modo alguno podría trepar al Empire State”, concluye el libro.
Doble misión conseguida. Enseñar la ley cuadrado-cúbica, demostrar su importancia y rescatar un clásico olvidado por las nuevas generaciones que, como mucho, vieron el remake de Peter Jackson
Gazapos y más gazapos
El lector descubrirá las decenas de meteduras de pata que se comenten en cine y televisión por no saber cuatro cosas básicas de las matemáticas. Es el caso de la comedia romántica Nunca me han besado, con Drew Barrymore como protagonista y en la que ni siquiera aciertan con el número Pi. En un cartel de una tienda de pasteles se ve un letrero que pone "π = 3,14578699869". Fallo garrafal. Sólo aciertan en los dos primeros decimales. Podría tratarse de un gag del propio filme, pero no, ya que los que han montado el chiringuito son los miembros de un club de cálculo llamado 'Los Denominadores', que participan en competiciones matemáticas. Poco futuro tendrán en los torneos si no se saben ni el número Pi.
Un personaje mítico de la historia del cine y la televisión, el capitán Kirk de Star Trek, tampoco escapa de meter la pata por no saber matemáticas. En su caso tiene más delito, ya que es el capitán de una nave espacial al que se presupone una cultura general. En la serie el personaje de William Shatner decía: “Caballeros, este equipo tiene un sensor auditivo. Puede, en efecto, aumentar el sonido en el orden de uno a la cuarta potencia”. El resultado de esa supuesta amplificación es 1, ya que al elevar la unidad a cualquier potencia siempre da 1. Es decir, el amplificador deja el sonido igual que estaba.
Este gazapo se solucionó -a medias- en el doblaje español de la serie: “Caballeros, este equipo tiene un sensor auditivo. Puede, en efecto, aumentar el sonido en el orden de uno a cuatro potencias". En este caso no habría error matemático, pero sí problemas de otro tipo para los tripulantes. El oído humano puede escuchar sonidos desde 0 decibelios hasta los 120 y el resultado sería muy perjudicial para el ser humano. Y así una y otra vez, aunque hay producciones y guionistas que buscan y comprueban cada detalle para no estar incluido en listas de errores como estas. Las matemáticas, a veces, pueden ser divertidas.