Confesiones a "la hora del gin-tonic"
Después del furor del discurso, en la recámara de la fiesta, llegan al cuerpo otras palabras. Aquí las de los premiados. Entre bastidores.
7 febrero, 2016 15:34Noticias relacionadas
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Qué se dice al ganar. Qué debe decirse. Y con qué gesto. ¿Qué tal la pulsión de la sangre? ¿Cómo llega la orden al cerebro? ¿Alguien te dice 'victoria' desde el fondo del tímpano? La derrota, probablemente, se reconoce primero, igual que se asimila antes un puñetazo que un beso. Para las alegrías tenemos efecto retardado; por eso el discurso de los ganadores del Goya siempre tiene algo de agradecimiento robotizado, de emoción estándar. Todo es humanamente hermoso y sencillo: todos igualados, democratizados por la felicidad. La conciencia real llega algo después, cuando se camina un poco y se piensa, cuando las suelas dejan la levitación y caen sobre la alfombra de los triunfadores. Ahí llegan las palabras de uno, ahí uno vuelve al cuerpo.
El primero en llegar a pie de campo fue Miguel Herrán. "Dani [Guzmán] me ha dado una vida. Una vida nueva. Y me voy a aferrar a ella". Miguel Herrán, el niño que no quería "ni estudiar ni trabajar", cuenta que el día anterior a la gala se acostó a las cinco de la mañana jugando a la play y se levantó a las ocho de la tarde. "No me acababa de creer que viniese a los Goya", sonríe. Acaba de ganar el premio a mejor actor revelación con A cambio de nada. "Venía en el coche diciéndole a mi madre 'Creo que va a ganar Manuel Burque [Requisitos para ser una persona normal], y ella me decía 'Yo también lo creo. Lo ha hecho muy bien'". Pero él, según la Academia, mejor. Ha pasado de ser el chico anónimo que un día se topó de bruces con Daniel Guzmán por la calle a dirigirse a él como a un hermano mayor.
Goya del nieto para la abuela
Guzmán, su director -y mejor director novel-, dice estar "mucho más que feliz": "Han sido diez años de lucha para contar una historia. Diez años en los que lo he dejado t-o-d-o", silabea. Por Miguel, por Antonia. Por levantar la película de su propia vida. Por hacer veteranos a actores que ni sabían que lo eran. Un niño de barrio, una abuela de pueblo. Ni un pie jamás en una tabla. "A mi abuela le he dicho que me han filtrado que no se lo van a dar a ella, para que esté tranquila. Si pasa, se sorprenderá". Y aunque no pasó -la mejor actriz revelación fue Irene Escolar-, Antonia tiene en la estantería un Goya merecido. "Éste que tengo en las manos es para ella, va directo a su casa", sonríe Guzmán.
A mi abuela le he dicho que me han filtrado que no se lo van a dar a ella, para que esté tranquila; pero este Goya que tengo en las manos va directo a su casa
Escolar habla con su Goya como si fuera un colega: "Creo que nos vamos a llevar muy bien", bromea. Explica que la misma tarde de los premios, trabajó en una función en Zaragoza y corrió, en un cuarto de hora, hacia el tren que la llevaría al éxito. Un otoño sin Berlín ha sido para ella una sorpresa, un pistoletazo de salida en su carrera. "Me he acordado de la primera vez que me dejaron el guión para que lo leyera. No paro de pensar en cómo una decisión puede cambiarlo todo".
El mejor actor de reparto, finalmente Javier Cámara, asimila la alegría fantaseando con tomarse "algo rico" con Darín. "Claro que me gustaría volver a trabajar con él, pero más, pasar tiempo con él, disfrutar de él. Es un tipazo", dice, embobado por el flamante protagonista de Truman. Y, echando en falta a la tercera rueda de la moto, se acuerda del animal: "Y mira que no me llevo especialmente bien con los perros", reconoce. "Pero éste era una ternura, trabajaba con niños especiales... yo me di cuenta tarde, cuando ya había intimado mucho con Ricardo y pasaba de mí".
La fiesta es la taquilla
A Cámara no le fascina re-consagrarse: todos valoramos ya al hombre sobrio de ojos pequeños que oscila entre el humor y la tragedia. Lo celebra por las películas: "Vivir no es fácil con los ojos cerrados tuvo un arranque triunfal de semana después de los Goya; en una semana o dos consiguió lo que no había conseguido en 16 semanas", explica. "A Truman le ha ido bien con su taquilla de 3 millones de euros, pero bienvenido sea el resto". El guateque le sería corto, porque a las 5 de la mañana cogía un avión a Los Ángeles. Nunca va mal acompañado: esta vez trabaja con Sorrentino. "Estamos acabando allí la serie de El joven Papa".
Vivir no es fácil con los ojos cerrados tuvo un arranque triunfal de semana después de los Goya, espero lo mismo para Truman
Luisa Gavasa, nombrada mejor actriz de reparto por su trabajo en La novia, repite como un mantra: "Feliz, feliz, feliz, feliz", hasta hacerlo palpable. "Lo único en lo que he pensado es en mi hijo. En que va a estar orgulloso de su madre". Gavasa encarna uno de los pocos premios que ha abrazado la película de Paula Ortiz tras las expectativas: tanta nominación aplastada por Truman.
De Molina y Darín: fenómeno fan
"Hay que ver, hijo, otra vez estamos aquí". Natalia de Molina mira a su segundo Goya, le acaricia el perfil. Es la actriz más joven de la historia del cine español con dos premios Goya en su poder. "Estoy tan contenta por Rocío [la mujer real, desahuciada y madre soltera, en la que estaba inspirado su papel de Techo y comida], por haber contado su historia así, por haberle dado visibilidad. Creo que me daría un abrazo muy grande", evoca, nerviosa.
De Molina es de esas actrices de don, de instinto, sin mucho discurso. Y apenas puede seguir, porque su actor favorito "de toda la vida", Ricardo Darín, cruza por detrás. Se para, la felicita y la besa en las mejillas. Ella rebosa fenómeno fan. "Lo has hecho muy bien, mucho mejor que yo", dice él. "Eh, y recuerda que no le debes nada a nadie".
Lo has hecho muy bien, mucho mejor que yo -le dice Darín a De Molina- eh, y recuerda que no le debes nada a nadie
Darín, mejor actor protagonista por Truman, destila encanto a pesar de ser parco en palabras. Se forman coros a su alrededor para reírle las gracias. "Yo intento ser sintético, porque sé que es muy tarde", bromea. "Después me pregunto '¿Me lo merezco?'. Las prisas de la gala desorganizan, me gustaría no tener que contar con ese peso y poder charlar tranquilo... pero al final, cuando escuchas tu nombre y te agarras a la persona que amas, que tienes al lado, por fin llega la resurrección".
Cesc Gay, el triunfador de la ceremonia con cinco premios Goya, festeja especialmente el del guión: "Cuando hay una buena historia, el resto marcha". No nos entretiene más. "Es la hora del gin-tonic", dice. Feliz resaca.