Los adornos de Navidad no sólo vienen de China: quién hace las luces, gorros... que tienes en casa
EL ESPAÑOL recorre mercadillos y bazares para averiguar la procedencia de los gorros de Papá Noel o los belenes con los se celebran las fiestas.
19 diciembre, 2022 02:28Llega la Navidad y todo se transforma. Nuestro paisaje cotidiano, también el de nuestras casas, cambia por completo: ponemos el árbol, el belén; lo llenamos todo de espumillón, de guirnaldas; encendemos velas, bengalas; colgamos calcetines, bolas, luces, Papás Noel que bajan del techo bailando All I Want for Christmas Is You y otros que trepan por las fachadas sin que nadie los denuncie por allanamiento.
Y qué decir de nosotros. El paisanaje también tiene lo suyo. Quien más, quien menos se coloca un ratito unas barbas de Santa Claus y su gorrito a juego, o una diadema con cuernos de reno. Los más atrevidos -o entregados a la causa navideña- se enfundan entero el traje del de Laponia, o uno de elfo, ya que estamos. Otros mueven sus orejas dentro de un gorrito de Pikachu (aquí el rastro navideño se pierde, pero sepan que sigue siendo todo un hit en los mercadillos) cuyas orejas se iluminan al son de nuestros cabeceos. Y así, todo lo que la imaginación alcance o, más certeramente, todo lo que encontremos a la venta estos días. Una ingente cantidad de artículos y accesorios navideños procedentes, en una inmensa mayoría, de China.
"Antes se vendían panderetas, zambombas y poco más, y ahora hay más de 4.000 artículos diferentes, la mayor parte de importación desde Asia, porque al precio que tienen y de la forma que están hechos en España es muy difícil trabajarlos", dice Óscar García, que atiende a EL ESPAÑOL en uno de los míticos puestos del mercadillo navideño de la Plaza Mayor de Madrid. El negocio que regenta lleva funcionando tres generaciones, los 70 años que tiene el mercadillo.
Este año, cuenta el comerciante, siguen causando furor los clásicos gorros de Papá Noel o de duende, a los que se suman los de animales que mueven las orejas y se iluminan. Todo un arsenal navideño que proviene de Oriente, salvo dos productos irreductibles: "Las zambombas siguen siendo de aquí, con el barro de los pueblos de Andalucía y la caña que se coge en el cañaveral, eso no puede venir nunca de importación, en China no son capaces de hacer la zambomba que nosotros hacemos. Y también la pandereta artesanal, con su piel de cordero, se hace en España", revela.
En el puesto de Gemma, unos metros más allá, la estrella este año es un Papá Noel que, como si de una matrioska o juego de muñecas rusas se tratara, viene dentro de un abeto que tiene a su vez ojos y boca, lo cual aporta mayor extrañeza al conjunto, pero no impide que Santa gire y gire enloquecido al ritmo de Jingle Bells. También aquí está triunfando un cactus cantante que interpreta hasta 120 villancicos. Los padres de Gemma empezaron con el puesto en 1964 y, por aquel entonces, recuerda ella, todo era muy diferente: "Ahora nos surtimos de los mayoristas de Madrid, y el origen viene de fuera, de China, mientras que en la época de mis padres todo era producto familiar. Pero es que ahora es imposible, no hay producto nacional que comprar. Gente que conocía yo ya no se dedica a esto", se lamenta.
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Ana y Olga son dos clientas que, a pesar de los chuzos de punta que caen esta tarde, han venido a comprar al mercadillo. Se llevan el cactus para el hijo de Ana. Creen que le gustará. "Nos podemos imaginar de dónde viene, no hace falta ser muy perspicaz, y no me hace mucha gracia, porque creo que hay que potenciar lo propio de cada país, pero ¿no estamos en un mundo globalizado? Si voy a protestar porque el cactus sea made in China y el ordenador made in China, pues no compras al final. Pongamos aquí las fábricas y hagámoslo aquí, eso es lo que tendría que ser", reflexiona Olga.
Los supervivientes españoles
Ante tal aluvión de producto navideño procedente del país asiático, hemos contactado con una de las pocas empresas españolas que aún se dedican al sector de la decoración navideña. Radicados en L'Hospitalet de Llobregat (Barcelona), Oliver Art realiza belenes con técnicas artesanales desde hace más de un siglo, y desde hace un tiempo también trabaja la decoración navideña. Muchos de sus artículos los importan de China, pero aún fabrican uno: "De decoración hacemos la típica tira de goma espumillón, que también se hace en China pero cuya calidad no es igual que la que fabricamos nosotros", dice Manel Oliver, el representante de la tercera generación de la empresa, quien explica que el espumillón chino se fabrica con materiales "más económicos" y suele permanecer temporadas largas en contenedores, por lo que al abrirse luce "chafado" y pierde el aspecto "fresco" que presenta el que ellos hacen.
Y añade: "Ahí todavía tenemos un hueco para ser competitivos, pero todo lo que son luces, árboles, bolas, colgantes, gorros de Papá Noel... todo, todo viene de fuera. Ya no hay industria en España que se dedique a esto. La hubo en su momento, hubo quien hacía bolas de plástico y de cristal y adornos, pero yo diría que entre los años 80 y los 90 fueron cerrando todas esas empresas".
Así, lo único que se produce en nuestro país son "adornos grandes, y todos los derivados que lleven boa o espumillón", además del negocio del belén. Y dentro de este, hasta un 60% de la fabricación cae ya en manos chinas. "Son figuritas de todo tipo, pero muy feas, mal hechas, solo que más económicas. Normalmente, lo que hacen es copiar figuritas que van encontrando por aquí o que les van llevando sus clientes, lo que pasa es que han ido depreciando la calidad hasta que casi no las reconoces. Normalmente, la primera copia se parecía algo y la segunda menos, porque allí no hay tradición ni cultura, no saben de qué les hablas. Ves muchos que parecen perritos en vez del buey y la mula", explica Oliver.
Damos un paseo por algunos bazares chinos de Madrid. Según estimaciones de la empresa catalana, estos se llevan hasta el 50% de las ventas anuales en belenes. En uno de ellos comprobamos cómo, efectivamente, uno de los bueyes guarda un cierto parecido con un bull terrier. En otro hay un señor procaz con una sudadera abierta mostrando el pecho como si fuera Maluma (solo que en vez de sujetar un micrófono, limpia pescado) y, lo más inaudito de todo, se oferta un misterio compuesto por José, María, una oveja y el niño incrustado dentro de una bola de cristal, como la de un adivino. Verídico.
"Nuestro precio, el del producto nacional, suele doblar al de estas figuras. Una figurita de 12 centímetros, por ejemplo, puede valer unos 3 euros, y la nuestra 6 euros, pero no tienen nada que ver. Las suyas vienen en marmolina y se rompen fácilmente. Nosotros hacemos figuritas con resinas inyectables que no se rompen: la nuestra se cae y continúa viva. Para cada figurita que nosotros vendemos, previamente hemos hecho un molde que puede valer unos 3.000 euros, y ellos lo hacen con moldes de silicona que pueden valer 20 euros", afirma el gerente.
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Aunque nunca fue un mercado mayoritario, Oliver cuenta que llegaron a existir unas 15 empresas dedicadas a la decoración navideña en suelo español. Hoy, apenas quedan cinco: "Han ido cerrando competencias nuestras, yo tengo aquí gente de cuatro competencias que cerraron. El mercado se reduce, hay mucha importación directa, hay muchos bazares y empresas chinas… Está complicado".
En Yiwu se fabrica la Navidad
Según aseguró en 2014 la agencia de noticias Xinhua, propiedad del Gobierno chino, más del 60% de todos los adornos navideños del mundo entero se fabrican y comercializan en la ciudad asiática de Yiwu, situada a tres horas al sur de Shangái. En Yiwu, además de factorías, se encuentra el inmenso mercado mayorista de donde proceden nuestros abetos, Papás Noel, gafitas, sombreritos, serpentinas, luces varias y demás parafernalia navideña. Tiene 62.000 puntos de venta y recibe 40.000 visitas al día.
Lo más sorprendente, para quien no lo sepa, es que desde el año 2014 existe un tren directo entre Yiwu y Madrid. Se trata de la línea ferroviaria de transporte más larga del mundo, con 13.052 kilómetros de recorrido, y atraviesa ocho países: China, Kazajistán, Rusia, Bielorrusia, Polonia, Alemania, Francia y, finalmente, España. Durante semejante travesía sufre tres cambios de ancho de vía que le obligan a transferir todo su contenido a otro chasis: el primero, antes de llegar a Rusia; el siguiente entre Bielorrusia y Polonia y, el último, entre Francia y España. El viaje dura nada más y nada menos que unos 20 días de media.
EL ESPAÑOL se ha puesto en contacto con la empresa que opera la línea, Yixinou (YXE), para obtener más datos acerca del cargamento navideño que el tren más largo del mundo trae a nuestro país, pero han declinado la petición. A través de Manel Oliver, el empresario catalán de belenes, sabemos que, al menos a los minoristas, el transporte a través de la ruta ferroviaria Yiwu-Madrid no les parece la forma más rentable de importar artículos navideños: "Interesa más en barco. El tren es para un valor añadido más importante. Nosotros no hemos utilizado es más de veinte años un tren, pero seguramente para el que importa iPhone es una buena opción. Depende mucho del valor del producto y del volumen a importar".
En tren o en barco, el resultado es que el atrezo para la mayor fiesta de Occidente viene de Oriente. Nadie puede saber si estos usos y prácticas comerciales cambiarán con el tiempo (o con un posible afeamiento de las relaciones con el gigante asiático). Nadie salvo, quizá, el Niño Jesús que mira el mundo guarnecido desde dentro de una bola del futuro.
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