El pueblo ‘fantasma’ de La Palma donde es letal respirar: 1.500 vecinos sin casa un año después
Las construcciones no fueron arrasadas por la lava, pero la alta concentración de CO2 en la zona no les permite entrar. Están desesperados.
18 septiembre, 2022 01:54Lali Villalba vivía hace un año en Puerto Naos, una zona turística de la región oeste de La Palma. Allí también regentaba un bar cercano a la playa con comidas ecológicas y que iba viento en popa. Sin embargo, la pesadilla comenzó con la erupción del volcán de Cumbre Vieja: tuvo que abandonar su vivienda y su trabajo a la espera de ver si todo quedaba sepultado bajo la lava. Nada más lejos de la realidad, las coladas no alcanzaron sus propiedades, pero ella, un año después, no ha podido volver. “Los que tienen la casa enterrada, aunque es una tragedia porque lo perdieron todo, pueden rehacer su vida; el problema ahora son los gases. No sabemos qué va a pasar, si volveremos a nuestras casas o no, si será en un mes o en 25 años…”.
El problema de Lali es el mismo al que se enfrentan los más de 1.500 vecinos de las zonas de Puerto Naos y La Bombilla. El volcán cesó su actividad, pero su fase posteruptiva aún deja consecuencias en la isla bonita. Los niveles de dióxido de carbono en los lugares anteriormente mencionados hacen imposible la vida en sus calles.
Los días pasan y no hay remedio; los vecinos viven en una incertidumbre total. Sus propiedades están en pie, intactas, por lo que hay ayudas a las que no pueden acogerse. Sin embargo, no pueden regresar a casa. Tampoco pueden venderlas, por supuesto. Ni siquiera es posible retomar sus vidas en otras zonas de la isla o en una nueva isla.
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Lali, por ejemplo, está buscando casa en La Palma. Desde que abandonó su hogar en Puerto Naos ha pasado por cinco casas distintas y mira para instalarse de forma definitiva porque ve que el problema no se soluciona. No tiene coche ni carnet y debe moverse en transporte público. Busca una zona que le permita volver a retomar poco a poco su vida, porque guarda poca esperanza de que Puerto Naos vuelva a ser habitable en un corto periodo de tiempo.
Consecuencias del volcán
El 11 de septiembre de 2021, los movimientos sísmicos pusieron en alerta a La Palma. El 19 de septiembre, a las 14.10 hora local, el volcán de Cumbre Vieja se convertiría en realidad y daría un vuelco a la vida de los palmeros —al menos de aquellos que viven en la región oeste de la isla—.
De inmediato, arrancaba el desalojo de viviendas en los puntos más cercanos al nuevo volcán. No había pasado un mes cuando los desalojados se contaban por 8.000, según los medios locales, en una isla con menos de 85.000 habitantes.
La lava se llevó por delante más de 2.500 edificaciones y cientos de kilómetros de carretera. Algunos barrios quedaron al completo bajo las coladas del Cumbre Vieja, como fue el caso de Todoque. Otras construcciones se salvaron de puro milagro y ahora conforman una especie de islote en medio de un mar negro, inhabitables de igual forma.
El 14 de diciembre de 2021, el volcán cesaría su actividad. La noticia suponía un alivio para todos porque, aparentemente, el problema había terminado. Sólo quedaba volver a la vida anterior o comenzar una nueva.
Nada más lejos de la realidad. Las consecuencias de un volcán no finalizan una vez termina de expulsar lava por el cráter, que se lo digan a los habitantes de La Palma. Por poner algunos ejemplos, Cáritas sigue dando asistencia a más de 1.000 familias, hay casi 200 personas que siguen viviendo en hoteles y los habitantes de Puerto Naos y La Bombilla siguen sin poder regresar debido a la acumulación de CO2 que hay en el aire.
“El CO2 es letal”
Los vecinos de Puerto Naos y La Bombilla continúan sufriendo las consecuencias del volcán. Sus casas están en pie, pero no pueden volver a ellas. Los niveles de dióxido de carbono en el aire les impiden regresar a sus hogares y negocios. Hay zonas donde la acumulación de gas “es letal”, aseguran los científicos.
Estos dos núcleos poblacionales se han convertido en ciudades fantasma. Sólo pueden acceder a ellas trabajadores que tratan de analizar el problema, su origen y cómo podría solucionarse. Mientras tanto, sus vecinos están desesperados y buscan respuestas. Quieren una solución inmediata.
Cada cierto tiempo realizan una reunión informativa, a modo de junta de vecinos a lo grande. Les explican la última hora sobre la situación y ellos exponen sus dudas al respecto; o todo lo que tengan que decir. En los últimos tiempos, incluso, a través de los chats privados hay quienes dudan incluso de que las concentraciones de CO2 sean tan altas o imposibiliten la vida.
El problema es que un año después, las palabras de los científicos no les valen. Ellos ven que no han podido acceder a recoger sus enseres, que en lugar trabajan personas sin mascarilla, que hay gente en sus casas, pero ellos no pueden volver. Hay quien les pide paciencia, pero 365 días después, están agotados.
Lo cierto es que los trabajadores se exponen a problemas de salud en caso de estar en zonas con una alta cantidad de CO2. Igualmente, hay imágenes en las que se les ve sin mascarillas, según explicaron los científicos, porque éstas no evitan que el gas sea respirado.
Las reuniones, en muchos puntos, se vuelven tensas. Los técnicos ofrecen datos; los vecinos quieren respuestas.
“Entiendo a las dos partes”, dice Lali Villalba, sosegada, a la salida de la última reunión informativa, el pasado martes. Comprende que sus vecinos están hartos de la situación; asume que los científicos no pueden hacer informes favorables porque la zona no reúne las condiciones de habitabilidad. Sabe que la respuesta es política. “La chica del traje amarillo, Isa, lo explicó a la perfección: la respuesta tiene que ser administrativa”.
“No sabemos cuánto durará”
El problema que viven Puerto Naos y La Bombilla es complejo. Ambas zonas acumulan unos niveles de dióxido de carbono que son incompatibles con la vida. El origen del gas es vulcanológico, según los expertos, y no saben cuándo se solucionará el problema. “La presencia de gases no será permanente, pero no sabemos cuánto durará”, expuso Nemesio Pérez, del Instituto Vulcanológico de Canarias el pasado martes.
La acumulación de dióxido de carbono se hace más patente en las plantas bajas de los edificios y los sótanos. El científico de Involcan Pedro Hernández asegura que “bajar al sótano puede costarte la vida”. De hecho, durante su exposición aseguró que las primeras plantas en adelante podrían ser seguras, pero el problema es cómo llegar a las primeras plantas sin pasar por los bajos.
Otro de los problemas es que la concentración es dispar en distintos puntos de la zona de Puerto Naos y La Bombilla. Es decir, el dióxido de carbono se puede encontrar en niveles muy altos en la puerta de una casa y en la de al lado encontrar una saturación normal que permita la vida.
El siguiente problema es que, al tratarse de un gas de origen vulcanológico, no se pueden controlar las emisiones. Es decir, una casa puede contener unos niveles de CO2 incompatibles de nuevo con la vida un día y al siguiente volver a la normalidad (por el momento esto no ocurre).
Los medios locales, como El Time, exponen noticias bastante desalentadoras. “Animales muertos en zonas con sólo un 13% de oxígeno demuestran que es inviable volver a Puerto Naos”, expone el titular.
Los rumores aseguran que hay quien se ha colado en Puerto Naos y ha tenido que ser rescatado con signos de mareos. Incluso los hay más allá: apuntan que hay un ingresado en la UCI.
Los vecinos no dan crédito a estas informaciones, que tampoco han podido ser contrastadas por este periódico. Los hay que piensan que es rumorología intencionada, destinada a meterles miedo para que no traten de asaltar sus hogares a la fuerza o tomar medidas como manifestaciones.
Zona inhabitable
El problema es irremediable, al menos por el momento. Eso hace que aumente la desesperación entre los vecinos, que no saben qué hacer con sus vidas.
Isabel lo resumió a la perfección durante su intervención en la última reunión. “Sólo sabemos que queremos volver. Los que tienen su casa debajo de la lava pueden rehacer su vida; pero los que no tenemos la casa debajo de los gases, no podemos rehacer la nuestra. ¿Cuándo se va a declarar Puerto Naos inhabitable? Sé que esto es naturaleza, sé que esto es geología; no hay varita mágica. No nos pueden decir que en 20 o 25 años podremos reanudar nuestra vida”.
La incertidumbre es el mayor de los problemas. Lali explica que su casa está en pie, por lo que no recibe una compensación por ella, sólo una ayuda de 450 euros al mes para el alquiler —la inflación de precios en la vivienda suma otro problema a esta ayuda—. Ha pasado ya por cinco casas y ahora busca un nuevo hogar, más estable, donde poder rehacer su vida. “Mis caseros ahora mismo son muy amables sólo me permiten pagarles cuando llega la ayuda, cada seis meses”, expone. Pero no todos los propietarios son iguales.
La vida continúa en el resto de la isla. Un ejemplo de cómo aquellos que vieron su vida sepultada por las edificaciones han podido rehacer su vida y quienes aún la tienen en pie no son los negocios farmacéuticos.
La Farmacia de Todoque y la de La Laguna han reabierto sus puertas en otros lugares, mientras que el dueño de la botica de Puerto Naos tiene un medidor de CO2 en la puerta y su gerente no puede retomar la actividad. Y mientras tanto, la vida continúa.
Exactamente lo mismo le ocurre a Lali con su negocio, que se encuentra en ERTE. Tiene que seguir pagando cada dos meses la cuota de autónomos, una parte de la seguridad social de sus trabajadores y, además, sacar su casa adelante. El seguro le da un dinero por las pérdidas, pero ellos, por ejemplo, no han recibido dinero alguno por sus viviendas —en pie pero inhabitables—.
Asegura que levantar un negocio de nuevo le sería imposible casi, incluso con las ayudas que le ofrecen. “Tendría que mantener este negocio y el nuevo”, explica. Para ser contratada y que le saliera rentable, explica, "deberían pagarme 2.000 euros al mes".
A eso hay que sumar que sus hijas continúan con su vida. “Tengo a la pequeña en la universidad. Hay que pagar el piso en Tenerife, porque aquí no hay, la matrícula, la vida allí…”, apunta.
Pero Villalba es sólo un ejemplo. El resto de sus vecinos cuentan historias similares. Sólo pretenden que les den una solución, una respuesta política. Villalba lo tiene claro: “Deberían declarar Puerto Naos y La Bombilla zona inhabitable, al menos de manera reversible. La gente tiene derecho a decidir qué hacer con su vida, si quieren empezar de nuevo, ya sea aquí o en otra isla”.