El último giro en la desaparición de Déborah en Vigo: un disco duro y un listado telefónico, claves
El caso lleva 20 años sin resolver y los errores en la investigación han sido varios. "El disco duro de mi hermana dará que hablar", dicen en la familia.
2 mayo, 2022 02:49Noticias relacionadas
Rosa necesita tomarse varios cafés para insuflarse un poco de energía, a base de cafeína por la vena, antes de ponerse al teléfono para entrevistarse este domingo con EL ESPAÑOL. Es domingo 1 de mayo y por extensión: el día más duro del calendario. Se cumplen 20 malditos años de la denuncia que la familia presentó ante la Guardia Civil por la desaparición de su hermana Déborah en Vigo.
El aniversario es desolador en casa de los Fernández-Cervera, no solo por la pérdida de un ser querido, sino porque en términos legales el delito ha prescrito. El culpable de la desaparición de Déborah no tendrá represalias legales, sea quien sea. La única persona para la que no ha prescrito el delito es para el único investigado de la causa: Pablo, el exnovio de Déborah.
"Es un fin de semana complicado porque se te remueve el alma", admite Rosa. "Las muestras de cariño de la gente están siendo increíbles y dentro del dolor, siempre es más llevadero así", reflexiona agradecida Rosa, una currante de la hostelería, de 38 años.
Esta semana, a la vista de que las diligencias judiciales iban a prescribir, tanto la familia como su abogado, Ramón Amoedo, han recibido un aluvión de mensajes y llamadas de vecinos de Vigo. Algunos lo han hecho con la intención de aportar información para esclarecer la autoría de la muerte violenta de Déborah, pero otros se han movido por el interés espurio de liar todavía más una investigación trufada de errores de bulto.
Valga como botón de muestra que en 2002, cuando la compañía telefónica entregó a la Policía Nacional el listado de llamadas entrantes y salientes del móvil de Déborah, solo fueron apartadas las realizadas hasta el 20 de abril, a pesar de que esta joven, de 22 años, desapareció el 30 de abril. El listado se volvió a solicitar y se recibió uno con la friolera de 28 huecos en blanco, es decir, con 28 llamadas sin tener asignado un número y no se practicó ni una sola pesquisa para averiguar el motivo de semejante boquete telefónico.
"Encima, después perdieron el móvil de mi hermana", puntualiza Rosa. Otro dato sorprendente: cuando se localizó el cadáver de Déborah diez días después de su desaparición, desnuda, tapada por unas hojas, en la cuneta de una carretera de O Rosa, a 40 kilómetros de su casa, en la primera autopsia que se le practicó no se buscaron debajo de las uñas restos de ADN o tejidos de su asesino. Algo básico en un análisis forense de este tipo.
El listado de negligencias prosigue con el disco duro del ordenador de sobremesa que tenía la joven en su habitación y que desde 2006 hasta 2019 estuvo durmiendo el sueño de los justos, dentro de una caja, en la Dirección General de Policía de Madrid, sin realizar un análisis de datos para buscar correos electrónicos y conversaciones de Mesenguer. Tales medios eran los que empleaban los jóvenes para comunicarse en aquella época donde la palabra WhatsApp sonaba a chino.
El citado disco duro está siendo analizado por Lazarus Technology, la misma empresa española que logró desbloquear el teléfono de Diana Quer, la joven madrileña desaparecida en agosto de 2016 en A pobra do Caramiñal (A Coruña). Esta compañía dio un impulso crucial a aquella investigación para detener al autor de la trágica muerte de esta adolescente de 18 años: José Enrique Abuín Gey, alias 'El Chicle'.
"El disco que tenía el ordenador de sobremesa de mi hermana va a dar mucho de que hablar", expone Rosa en exclusiva para EL ESPAÑOL. "Estamos esperando a que nos presenten el informe definitivo, hemos visto el informe preliminar y sabemos que habrá mucha chicha para la investigación, pero no diremos nada hasta que lo presentemos próximamente en los juzgados de Tui".
—¿La familia sigue creyendo firmemente que logrará destapar el nombre y apellidos del asesino de Déborah?
—Somos muy conscientes de las limitaciones que hay. No nos montamos pájaros en la cabeza. También es cierto que a pesar de las limitaciones existentes, hemos conseguido mucho más de lo que proyectábamos, con lo cual, vamos a seguir trabajando. No vamos a rendirnos. Tengo 38 años y llevo más de la mitad de mi vida peleando por resolver este caso. Yo tenía 18 años, era una niña, la pequeña de cuatro hermanos, cuando me robaron a mi reflejo, a mi hermana, Déborah. Tenía tres años menos que ella, pero estábamos muy unidas. A mí me robaron esa guía que te abre puertas en la vida y eso fue muy jodido, muy jodido.
La fecha clave
El día que se le perdió la pista a Déborah, el 30 de abril de 2002, por la mañana, estuvo en la escuela donde estudiaba diseño. Después, acudió a un centro de estética y, por la tarde, salió a correr por la playa de Samil, encontrándose con su prima y un vecino, a los que les dijo que iba a alquilar la película 'Amelie' en un videoclub. Nunca más se supo de ella.
El 1 de mayo se denunció su desaparición en el cuartel que la Guardia Civil tiene en Tui. Diez días después, Déborah apareció muerta, depositada en una cuneta, junto a pistas que iban dirigidas a confundir a los investigadores, como restos de semen dentro de un preservativo que estaba junto a su cuerpo y que eran distintos al esperma que también se encontró en la vagina de la veinteañera.
Quince veces archivado en falso
Tales pruebas contaminadas, junto a los errores de la investigación han provocado que el caso fuese archivado en falso hasta en quince ocasiones. De hecho, el esfuerzo personal y económico de la familia ha resultado fundamental para que este 1 de mayo de 2022 todavía siga viva una parte de las diligencias.
Así lo confirma a este diario un portavoz del Tribunal Superior de Justicia de Galicia: "Desde este fin de semana, la causa judicial está prescrita, menos para el exnovio de Déborah, sobre el que se mantienen las diligencias en calidad de investigado".
Esto supone que la acción penal solo puede dirigirse contra Pablo, la expareja de la joven, que por aquel entonces tenía 27 años y que llegó a declarar cinco veces durante la investigación, en calidad de testigo, hasta que en marzo de 2022 fue citado como investigado en sede judicial.
—¿Cuál es el error en la investigación del caso que más le ha dolido a la familia?
—Todo lo que ha desaparecido es lo que de algún modo podría vincular a Déborah con Pablo [su exnovio]. Es una frustración enorme ver que la instrucción, en los primeros años, fue tan nefasta. A mí no me interrogaron por primera vez hasta 2019 y mi hermana desapareció en 2002… Sientes frustración porque la Justicia tendría que actuar de ‘motu proprio’ en un caso como este, pero nos hemos dado cuenta de que hemos tenido que pelearlo nosotros, invirtiendo la de Dios en tiempo y recursos para aportar informes criminológicos, forenses, informáticos…
En 2019 logramos que se reactivara el caso porque dimos con la propietaria de un videoclub que confirmó que le había alquilado la película 'Amelie' a Déborah y solicitamos que aplicasen las técnicas actuales de análisis a las pruebas que había de ADN porque son mejores que las de 2002.
—Dos décadas después: ¿Cuál es la teoría que tiene la familia sobre la muerte de Déborah?
—Obviamente, lo que ocurrió es muy difícil que lo hiciese alguien solo. La prescripción [del delito al haberse cumplido veinte años] va a permitir que el posible colaborador o colaboradores no paguen y eso es una frustración muy grande para la familia. Pero lo importante aquí, es la persona que le robó la vida a mi hermana. La familia no tiene ninguna teoría. Nosotros solo creemos en lo que dice la instrucción judicial y lo que avala la investigación. Para nosotros sería mucho más fácil que fuese alguien ajeno a nuestro entorno porque Vigo es una sociedad pequeña y este sábado, por ejemplo, me encontré con familiares de Pablo. Nuestra opinión no sirve de nada.
Aquí hay dos informes de la Policía Nacional que apuntan hacia la misma persona. El informe del último equipo investigador, pone literalmente que tiene la plena convicción de que Pablo, el exnovio de mi hermana, está implicado en la muerte y desaparición de Déborah. Fuera de eso, nuestra opinión no aporta nada, pero le garantizo que para nosotros sería más sencillo que fuese alguien ajeno a la familia.
Ramón Amoedo, abogado que ejerce de acusación particular en nombre de los Fernández-Cervera, confirma a EL ESPAÑOL que próximamente solicitarán a los juzgados de Tui la apertura de juicio contra el único investigado que figura en la causa: "Le pediremos a la juez que se abra una vista oral contra Pablo, el exnovio de Déborah, porque está en el centro de la investigación de la Policía Nacional. Tengo ahora más indicios que antes. Si la magistrada se niega, presentaremos un recurso de casación para solicitar la apertura de juicio a la Audiencia Provincial de Pontevedra".
—¿Me puede avanzar el resultado del informe del disco duro?
—La semana que viene se hará público el análisis pericial del disco duro del ordenador de sobremesa de Déborah, realizado por la empresa Lazarus Technology. Ese disco, de forma sorprendente, la Policía Nacional se lo lleva en 2006 y no se lo hace constar a la magistrada como pieza de convicción. Ese disco estuvo en una caja en Madrid hasta 2019. Los peritos de Lazarus llevan trabajando con el disco casi un año. Ellos ya han hecho un informe previo en el que dicen que, sin ningún género de dudas, el disco está manipulado, alterado y borrado por un profesional.
El documento pericial definitivo será aportado en los próximos días en los juzgados de Tui, junto a otras pruebas nuevas, tal y como avanza el letrado a EL ESPAÑOL: "Vamos a presentar más periciales, algunas de ADN". Además, está pendiente el análisis tecnológico de una foto de contenido picante que Pablo supuestamente le envió a Déborah en febrero de 2002, cuando él dice que ya no existía una relación sentiumental entre ambos. "Esa foto le pone en la diana de la investigación", argumenta Amodedo, a falta de conocer el resultado del cotejo de la imagen.
—Este lunes, Déborah habría cumplido 42 años. ¿Usted sabe a ciencia cierta cómo le quitaron la vida?
—Ella fue asfixiada. No fue una muerte súbita que ha sido la disculpa que se ha dado durante años para que la sociedad viguesa mirase para otro lado. Yo siempre he dicho que si hubiese sido una muerte súbita: cómo depositas el cadáver diez días después, en una cuneta, con el cuerpo lavado, y metiéndole semen en la vagina que no coincidía con el semen encontrado en el preservativo que había al lado. Un profesional se ocupó de ese trabajo porque quería que la encontrasen allí. Déborah murió por oclusión: le taparon la nariz, la boca, y puede que le colocasen la rodilla en el pecho. Tenía la cabeza amoratada y no le hicieron radiografías de cuello para abajo. Otro error más, totalmente inexplicable, dentro de la investigación.