
La calle Galera, en una foto de archivo.
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El ticket medio en hostelería en A Coruña baja su importe: menos consumo y más espaciado
La situación económica actual ha modificado las conductas sociales de muchos coruñeses, que contienen el gasto. La hostelería funciona como un termómetro muy preciso de conductas a futuro
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A Coruña no es ajena a la situación económica actual. La inflación, que fluctúa según el período anual, ha ejercido como un contrapeso para una recuperación económica que no acaba de llegar. Hay una generación que ha vivido a caballo de las grandes crisis económicas del siglo XXI, esa generación que vivirá peor que sus padres por primera vez en mucho tiempo y que eso le obliga a contener el gasto. Pisos compartidos, soluciones de financiación, coches que elevan su vida útil o un gasto más elevado en ocio que sus antecesores.
Echar la vista atrás suele ayudar a hacer una retrospectiva de una situación. Plantear el dilema entre la idoneidad del euro o de la peseta solo alimenta debates estériles. El coste de un menú, una bebida o cualquier otro producto no se puede comparar con hace, por ejemplo, 25 años. Cien pesetas no es un euro, del mismo modo que un sueldo del 2000 no tiene punto de comparación con uno del 2025. Pero tampoco los costes para un hostelero, que ha tenido que afrontar un cambio completo en su mapa diario.
La auténtica realidad es que el ser humano es social por definición, y en ese sentido especialmente en la península ibérica. ¿Alguien se imagina a un coruñés sin haber probado alguno de los manjares de la calle de la Barrera? ¿Sin haber disfrutado de un buen plato en uno de los múltiples restaurantes de la ciudad y su entorno? Parece imposible.
Familias con sus hijos, por ejemplo. Pandillas de amigos. Estudiantes que quieren sentirse mayores ya. Universitarios que tienen sus tupper completamente consumidos. Estos son algunos de los contextos que podemos encontrar para socializar alrededor de una mesa, aunque también están los ciudadanos que, paradójicamente, quieren disfrutar de su soledad rodeados de desconocidos en un establecimiento público.
"Cuando las cosas no van bien, lo primero de lo que que quitas es de la hostelería. Cuando hay bonanza y las cosas nos van bien hay ganas de gastar en buenas comidas, tomar vinos, pero cuando va mal, no bajas a cenar o bajas menos o bajas una semana si y una semana no a tomar los vinos, por ejemplo"
Un indicador que nos da cuenta de la salud económica es el gasto medio de ticket. No es lo mismo una mesa de 10, que una mesa de 5, aunque el parámetro pueda ser el mismo. Y en ese sentido, un dato nos da un indicio de que las cosas no van bien. Ese gasto en modo de ticket medio por consumidor ha bajado, lo cual se debe a dos factores: se contiene más el gasto o se sale menos. Si el plan antes era desde media tarde hasta el final del día, ahora el tardeo se impone y se optimiza, cenando tapas en lugar de platos con más contundencia en uno de los restaurantes de cabecera.
El fin de semana no es lo mismo. Ahora, una consumición se estira hasta el máximo posible, reduciendo el gasto pero ocupando la misma superficie con menos beneficio para el hostelero.
La hostelería como termómetro de lo que viene por delante
Este dato no es solo numérico, sino de percepción. Así lo corrobora Héctor Cañete, presidente de la Asociación de Empresarios de Hostelería de A Coruña: "La bajada del ticket medio no es solo eso, es un primer aviso de lo que viene. Hay miedo en la calle, y la hostelería somos como la predicción del tiempo. Cuando las cosas no van bien, lo primero de lo que que quitas es de la hostelería. Cuando hay bonanza y las cosas nos van bien hay ganas de gastar en buenas comidas, tomar vinos, pero cuando va mal, no bajas a cenar o bajas menos o bajas una semana si y una semana no a tomar los vinos, por ejemplo".
"Hay una sobrerregulación brutal en el sector. Los gastos además se han disparado. Aumentan los costes, la materia prima, el coste de la cesta de la compra, la inflación es brutal y eso hace que la vivienda esté cara y el ciudadano tenga menos dinero para gastar"
Su diagnóstico es muy certero, casi como el de un doctor. "Hace dos meses aproximadamente que lo detectamos, en este primer trimestre de 2025. Las cosas van mas lentas, muy paradas, más de lo normal. Lo achacamos al miedo, la situación económica no es buena".
Pero hay mucho más y Cañete hace énfasis en un aspecto que, ante el cierre anunciado por Segismundo García en la planta de Sargadelos en Cervo, le hace poner el foco de nuevo en ello. "Hay una sobrerregulación brutal en el sector. Los gastos además se han disparado. Aumentan los costes, la materia prima, el coste de la cesta de la compra, la inflación es brutal y eso hace que la vivienda esté cara y el ciudadano tenga menos dinero para gastar. La subida de impuestos es brutal. Por ejemplo, en A Coruña, la tasa de terrazas se ha incrementado un 140%".
El aumento de los costes y la nueva regulación
Con respecto a esto, ya no es solo que el cricket medio baje, sino que el precio tiene que crecer para poder mantener el servicio. Pero, ¿lo hace todo lo que debería?" Cañete lo explica con claridad. "En el precio no aplicamos toda la subida que habría que hacer por estos incrementos, una parte se va del margen de beneficio. Y este se está estrechando tanto que a veces entramos en pérdidas. No cubres gastos en algunos casos".
Otro de los aspectos que ponen en jaque a la hostelería para Cañete es la nueva regulación laboral que, al pasar la jornada a 37 horas y media hace que "quince días más no trabaje el trabajador, y todo esto sumado al absentismo laboral".
La hostelería como cadena
Consumir en la hostelería no es un capricho, es en muchos casos una necesidad y una conducta social que permite que la cadena económica funcione. Héctor Cañete lo explica con un ejemplo sencillo y un precedente cinco años cercano, el de la paralización del sector económico por pandemia Covid-19.
"Consumir en hostelería es crecer como sociedad. Si no se genera consumo, los restaurantes no compran. Se paralizan los mataderos, por ejemplo, o la pesca. Está todo encadenado. La hostelería es tractora, si para, no tira de la cadena y la cadena se detiene. Comer en un restaurante es más barato que si tienes que preparar todo, por ejemplo, fuera de tu domicilio si estás de viaje", explica.
Un claro ejemplo
Acudir a un restaurante es darte cuenta de que las cosas no están como antes, aunque suene coloquial. Si antes había una cola, o una demanda muy alta, Álvaro Victoriano desde el grupo Peculiar detecta lo mismo que Héctor Cañete. El chef cree que se debe "reactivar el consumo, ver en qué circunstancias estamos y apoyarnos entre todos". Porque este "entre todos", en el fondo, es una exteriorización de esa cadena social y, si la hostelería no tira de esa cadena, la cadena no se mueve.

Restaurante Peculiar de A Coruña.
Álvaro confirma que esta tendencia de bajada del ticket medio ya viene de atrás, de varios meses, poniendo el foco en el fin de la campaña de navidad. De hecho, incide en que en la hostelería a veces se dan cosas por seguras, pero no lo son, y eso está haciendo que se estén modificando conductas.
Victoriano quiere seguir confiando, y hace un llamamiento a que en estas fechas especiales como Semana Santa ese reactive el sector. Un sector que lo necesita como agua de mayo. Aunque ahora el vaso de agua, del grifo, no vaya en ese ticket medio que desciende y que deja el cuerpo como los días antes del resfriado gordo de navidad, antaño llamado gripe común.