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Casa Vega, el ultramarinos de A Coruña donde todo es bonito: "Somos como una familia"
- La esmerada decoración del escaparate y el interior de este negocio de Cuatro Caminos no pasa inadvertida a clientes y paseantes. Fernando López es dueño desde hace casi una década de un negocio abierto en 1952. "Con el tiempo, tenemos clientes más jóvenes y hemos visto crecer el barrio"
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El ultramarinos, esa tienda de alimentos que da servicio y sentido a una calle o un barrio, que une estrechamente a comerciantes y clientes, es uno de esos espacios de uso diario (o casi) que potencian la condición social de los humanos. Uno llena allí su despensa y también habla del tiempo, del trabajo, de sus gustos o de la vida en general con el tendero, con quien crea un vínculo que va más allá del que enlaza a un par de conocidos. En Casa Vega, en Cuatro Caminos, se siente esa cercanía, esa familiaridad, nada más cruzar el umbral de la puerta.
Es uno de los ultramarinos más duraderos de la ciudad: en 2025 cumplirá 73 años, y también una década desde que su responsable es Fernando López Barros. Si no es por él y por Borja del Río Riveiro, el negocio habría cerrado porque la familia Vega, de Valdeorras (Ourense), que lo regentó desde 1952, no tenía sucesores interesados en seguir despachando a los consumidores del barrio.
Poco a poco, año tras año, López Barros fue haciendo pequeños pero visibles cambios al establecimiento del número 15 de la calle Fernández Latorre, un edificio con un siglo de vida que diseñó el arquitecto del Palacio de María Pita, Pedro Mariño y Ortega. Por dentro y por fuera, Casa Vega cambió la decoración: en el interior todo está meticulosamente ordenado, unos productos armonizados junto a otros, iluminados con calidez para transmitir comodidad; en el exterior es raro que no se detenga alguien ante el escaparate para hacer una fotografía a su esmerada y colorida decoración.
El encanto de lo antiguo
"Al principio, los clientes me decían que no tocase el local, querían que siguiera igual. Con el tiempo fuimos haciendo un esforzado trabajo de reconstrucción, cambiamos el suelo, nos cedieron las puertas originales, ampliamos un poco el fondo. Fui inspirándome en antiguos ultramarinos de la ciudad como Aniceto y Casa Cuenca y otros de otras partes de España con los que contactaba", cuenta el propietario.
Por las paredes de Casa Vega hay decenas de fotos antiguas enmarcadas de A Coruña, de hace 80, 90 y 100 años; y recipientes, herramientas y diversos objetos donados por clientes para que mantuvieran su uso en la tienda, aunque fuera solo como motivo decorativo, "algunos de hace más de un siglo".
Confiesa López que tomar las riendas del ultramarinos fue como "una locura", pero de la que fue "aprendiendo". Dejaba atrás los ámbitos de las artes escénicas y de la moda (trabajó en Inditex) y se embarcaba en una aventura con otro tipo de clientes y perspectivas.
"Al principio atendíamos a mucha gente mayor, pero con el tiempo fue llegando gente más joven. Nos adaptamos y hemos visto crecer al barrio y venir a clientes de Oleiros y otras zonas", explica Fernando López, un vecino más de Cuatro Caminos con quien disfrutan conversando sus visitantes al otro lado del mostrador. "Si no estoy los clientes se quejan [risas]. Es que les gusta hablar, contarme sus problemas. Si alguien está embarazada, lo festejamos; cuando nace el niño también, y a esos niños, después, los ves venir a comprar a Casa Vega".
El propietario del ultramarinos disfruta enormemente con su trabajo, como también lo hacen sus empleados, Daniel Vallejo Fernández e Iris Rey Criado. Dice que todos son "muy profesionales" en su negocio, donde la actividad está digitalizada y, asegura, se analiza en estudios comerciales; y añade que, gracias a ese trato tan próximo con el cliente, ellos se sienten "como una familia".
Una elaborada decoración
Pero López es pesimista respecto al futuro de los ultramarinos, castigados cuando abren nuevas grandes superficies de abastecimiento, y con su continuidad siempre en suspenso. "Esto es muy sacrificado, se trabaja muchas horas, se madruga para ir al mercado, y nos volcamos por atender al cliente con la mejor información de nuestros productos".
Ya es Navidad en Casa Vega. Los escaparates del negocio son temáticos en su decoración y el propio López se deja las horas en diseñarlos cuidadosa y llamativamente para que capten la atención. "Si tienes buen producto y lo muestras bonito, funciona", dice.
Tras el cristal, hay ahora un pequeño poblado con casitas, un molino, nieve y patinadores, luces y adornos navideños y productos clásicos de estas fechas; a ambos lados, las fotos antiguas de A Coruña recuerdan que este es un negocio de los que, en el fondo, nunca desaparecen.