Miércoles por la mañana en Génova, cuartel general del PP, y en los periódicos, radios y televisiones tan sólo asoman noticias incómodas para Alberto Núñez Feijóo. No son pocos los votantes, militantes, candidatos o cargos del partido que perciben un repunte de fortaleza en Pedro Sánchez, que ha escapado hábil de su visita a El Hormiguero, el programa más visto de España. Por la noche será el turno del líder del PP y en su equipo saben de la importancia. Y no sólo su equipo: también Julio Iglesias le recomienda "prepararlo bien". Los focos, sin embargo, son todavía un horizonte lejano. El día es largo y el PP necesita de las decisiones de un líder acusado de tancredismo.
"Hay que dar un golpe de timón, cambiar el rumbo, no vamos a perder las elecciones, pero lo que está en juego es que podamos gobernar en solitario", diría tan sólo un día antes a EL ESPAÑOL | Porfolio un destacado dirigente popular. "Sólo hay alguien capaz de revertir esta situación y se llama Alberto Núñez Feijóo", estimaba, preocupado con el curso de los acontecimientos. Desde el entorno de Feijóo defienden que la tranquilidad es su divisa, que su palmarés ganando elecciones luce impoluto como el de Rocky Marciano y que "un voto no cambia en 48 horas".
El comité de campaña reducido —la "sala de máquinas" lo llama una de sus miembros; "el esqueleto del partido", lo describe otro— acude a la reunión diaria para "analizar el escenario", "compartir impresiones", "definir los mensajes y la estrategia política" y "repartirse los roles". Ese miércoles, clave en el devenir de una semana donde el partido zanjará muchos frentes abiertos, se reúnen la secretaria general, Cuca Gamarra, y su jefe de gabinete, Ángel Fernández; el vicesecretario de Organización y mano derecha de Feijóo, Miguel Tellado; el coordinador general, Elías Bendodo; el director de comunicación, Luis de la Matta; la directora del gabinete de Feijóo, Marta Varela, y su directora de proyección e imagen, Mar Sánchez; y las asesoras Isabel Figueira y Diana Pérez.
Hasta el 23-J, el edificio es un hervidero repleto de hombres y mujeres que atienden llamadas o se reúnen, analizan datos electorales o refrescan Twitter constantemente en busca de problemas, leen artículos de prensa o sopesan tendencias más o menos favorables. Personas que hacen cosas, que diría Mariano Rajoy de los catalanes. Pero es ahí, en la sala de juntas que separa el despacho de Feijóo y el de Gamarra, donde se toman las decisiones más importantes. "Nuestra unidad de medida no es un día, sino una semana", reconoce otro miembro de la sala de máquinas.
El problema en Extremadura con María Guardiola y su pacto enquistado con Vox, dinamitado tras la llegada de Jorge Buxadé a Mérida y el ruidosísimo enfado de la extremeña, comprometiendo la moralidad de los pactos de otros compañeros, está encima de la mesa. También cuándo revelar el sueldo de Feijóo al frente del PP, que ya es una incógnita capaz de levantar suspicacias después de que el presidente del Senado, el socialista Ander Gil, le diera una semana para actualizar su declaración de bienes.
Además, Marga Prohens sigue sin cuajar definitivamente un acuerdo con Vox en Baleares que evite definitivamente su entrada en el gobierno. Las presidencias parlamentarias cedidas por el PP a Vox en Comunidad Valenciana, Aragón y Baleares son ocupadas por perfiles disparatados, casi berlanguianos. Jorge Azcón y Fernando López Miras también andan a la gresca con el partido de Santiago Abascal en Aragón y en Murcia. También los desencuentros con RTVE a cuenta de la campaña Verano Azul y los debates y las cartas cruzadas entre Esteban González Pons y Santos Cerdán son elementos distorsionadores.
"Había informaciones y enfoques por todo el país hablando del PP y nada salía de la sede nacional del partido", diagnostican fuentes cercanas al presidente popular. El ruido generado, sobre todo en torno a las críticas de Guardiola a Vox, abocada la región a una repetición electoral, copa titulares. "Hay un momento en el que Génova no puede liderar el impacto comunicativo".
Por ello, la semana empieza pidiendo a sus dirigentes implicados un voto de silencio. Casi al filo de la medianoche del domingo, Guardiola acerca posturas con Vox a través de una carta, horas después de romper con su gurú, Santiago Martínez-Vares, de quien se filtró el domingo un audio que mostraba una extraña inquina personal con Vox y Abascal. El partido marca perfil bajo, pero, a las puertas de una campaña, el silencio es el ruido más atronador.
Hay que reaccionar.
Que no hacer nada no es una opción lo saben dos personas especialmente importantes para Feijóo, que necesita definir una estrategia para desenredar el máximo número de entuertos. El líder del PP emplea horas y horas en recopilar opiniones y consejos con especial intensidad entre el martes y ese mismo miércoles, sobre todo, con Miguel Tellado —"es el Señor Lobo de Feijóo"— y Marta Varela, la mujer de su máxima confianza a quien encomienda el grueso de sus discursos.
'Chegou o momento'
Quedan menos de 24 horas —se colgaría el jueves— para que de la fachada de Génova penda una enorme lona bajo el lema Es el momento con la cara y el nombre de Feijóo. Un remake del Chegou o momento con el que el líder del PP se presentó por primera vez a unas elecciones, en Galicia, ganando por mayoría absoluta en 2009. "Soy un tipo previsible", repite una y otra vez el gallego, que se trajo de la Xunta un equipo que acumulaba mayorías absolutas como el Madrid Copas de Europa. "Una sugerencia de Feijóo manda más que una orden de Casado", dice un presidente autonómico del PP.
Una vez en la capital, con una sóla bala en el revólver, los gallegos siguen funcionando en formación tortuga. Ellos fueron, con Tellado, Varela, Sánchez y De la Matta a la cabeza, quienes lanzaron la propuesta de repetir el lema de campaña. Por la noche, ya con Pablo Motos en antena, Feijóo deslizaría por primera vez desde su llegada a la presidencia del PP, hace 15 meses, la posibilidad de una mayoría absoluta.
La arenga de Varela y Tellado durante las 48 horas inmediatamente anteriores fueron fundamentales para que el propósito, reconocidamente lejano para la dirección del PP, sonara convincente. Por teléfono el martes y con múltiples reuniones presenciales el miércoles, ambos convencieron al líder del PP para que hiciera público el salario percibido como presidente del partido —39.260 euros como presidente del PP en nueve meses de 2022 por "gastos de representación", unas cifras similares a las de Pablo Casado y adelantadas por EL ESPAÑOL— y despejara toda sombra de duda antes del 23-J.
El orgullo frente a un PSOE que quería medir los tiempos, y un "uso partidista" del Senado, motivaron las vacilaciones de Feijóo. Con su publicación, las sospechas cesaron. Dos horas antes, Marga Prohens anunciaba un acuerdo programático con Vox de 110 medidas que evitaba su entrada en el gobierno. La negociación de la próxima presidenta balear, cuajada con la más absoluta discreción, es el ejemplo contrario a lo sucedido en Extremadura.
Un acuerdo más al saco de los bautizados por Feijóo como pactos asimétricos. Génova vacila con la posibilidad de ligarse a cualquiera, menos a Bildu. "Hay un acuerdo con Vox para entrar en el gobierno de la Comunidad Valenciana y otro sin entrar en Baleares como hay una ruptura total en Murcia. A eso súmale que sí gobernamos en Cantabria, pero con el PRC; que sí gobernamos en Canarias, pero con Coalición Canaria; que hemos dado la investidura al PSC en Barcelona y al PSE en Vitoria a cambio de nada, que hemos dado la diputación al PNV para que no esté Bildu. Queremos reventar la política de bloques. No vamos a hacer una política de aislamiento a ningún partido que no sea Bildu", se ufanan desde la dirección nacional del PP.
Una conversación telefónica entre Alberto Núñez Feijóo y Santiago Abascal, revelada por este periódico este sábado, fue la clave para desbloquear la situación en Extremadura y Baleares y dejar encarrilada la de Aragón. Pero también la entrada de Tellado para negociar mano a mano con Kiko Méndez-Monasterio, hombre de máxima confianza de Abascal, una conversación que abrió Bendodo, fue determinante.
López Miras en Murcia, confiado de obtener la mayoría absoluta en caso de volver a las urnas, es el único barón autónomico del PP que irá a ciegas a su investidura la semana que viene. En Génova definen la situación como win-win: si Vox da sus votos a cambio de nada, gobernarán en solitario; si Vox vota en contra, "lo harán junto al PSOE".
La comparación de datos de audiencia del duelo en diferido en El Hormiguero terminó de despejar algunos nubarrones en el número 13 de Génova. Mientras Sánchez reunió a 2.922.000 espectadores, Feijóo congregó a 3.079.000. Para el entorno del líder del PP, se trata de una prueba de que ya despierta más interés que el actual presidente del Gobierno.
Por la noche, entre Mérida y Madrid, entre Tellado y Méndez-Monasterio, entre Feijóo y Abascal, entre Guardiola y Ángel Pelayo Gordillo, se terminó de fraguar el acuerdo en Extremadura. "Podíamos haber entregado dos consejerías y una vicepresidencia y le hemos dado la gestión forestal y está la violencia machista presente", celebran el acuerdo. "Quedan 23 días, tienen que remontar una distancia grande en votos y en escaños con nosotros, y cada día que pasa lo tienen más difícil. Lo que hace 48 horas era un drama, hoy es la victoria en El Hormiguero", decían en Génova, todavía en la mañana del jueves.