Juan Carlos I, Rosalía, Carles Puigdemont y Alexia Putellas.

Juan Carlos I, Rosalía, Carles Puigdemont y Alexia Putellas. Guillermo Serrano Amat

EL BESTIARIO

Puigdemont arbitral, Emérito mudo, Rosalía sin novio y el fútbol de Putellas

Carles Puigdemont, Juan Carlos I, Rosalía y Alexia Putellas; la autora comenta lo más destacado de la semana a través de sus protagonistas.

30 julio, 2023 02:28

Carles Puigdemont

Carles Puigdemont.

Carles Puigdemont. Guillermo Serrano Amat

Soy catalana pero ejerzo poco. Me he acostumbrado a guardar en la moleskine las letras de las canciones de Serrat y los adjetivos de Pla, también los afluentes del Ebro a su paso por la provincia de Tarragona y los nombres de los políticos ilustres y de los no tan ilustres. En cambio, se me olvidan las comarcas y las canciones tradicionales, los verbos en subjuntivo y las poesías de Salvat-Papàseit, del que tanto presume Lluis Llach.

Sin embargo, no me hace falta recurrir a la moleskine para sacarle los defectos al señor del flequillo que empezó la vida de panadero y acabó de presidente de la Generalitat antes de salir por pies. Me refiero a Puigdemont el enredador, al que la numerología del 23-J ha convertido en la figura que envenena los sueños de Sánchez y Feijóo. De la noche a la mañana, el proscrito de Waterloo, el huido de la Justicia española, aparece en las crónicas como el árbitro de la lucha por la Moncloa. Un enemigo del Estado "represor" llamado a garantizar la gobernabilidad del Estado "represor". Así son los despropósitos de la política nacional.

Mientras permanecemos atentos a la pantalla, servidora dedica un turno a este "beatle" trasnochado. Lo arropa su fiel amigo, el empresario Matamala, el hombre rico que ha puesto la pasta para que el prófugo pueda vivir tranquilamente en el autodestierro de Watterloo, ese petit palais que goza de las necesarias comodidades  seis habitaciones, tres baños y jardín. El alquiler de la casa cuesta 4.400 euros. La generosidad del citado mecenas es inconmensurable. Puigdemont lleva casi cinco años en este pueblo histórico donde reposa el fantasma de Napoleón y todo hace pensar que tiene para rato. 

Alexia Putellas

Alexia Putellas.

Alexia Putellas. Guillermo Serrano Amat

Las chicas también tienen su Mundial de Futbol. Se juega en Australia y Nueva Zelanda con buenas expectativas para la selección española. Las mujeres han tardado en dominar el balón, pero llegar y besar el santo ha sido todo uno. Alexia (Mollet del Vallés, 1994), la capitana del Barça, es la number one española. Para entendernos,  nuestra Iniesta, con permiso de Jenni Hermoso. En ellas están depositadas las esperanzas de este mundial. Pero Alexia es una tanqueta. No hay más que verla.

[España espera a Alexia para subir su techo: un 46-1 y el talento de Aitana en un inicio ilusionante]

Si de los hombres futbolistas decimos que son cuerpos de cemento armado, de las mujeres como Alexia podríamos decir que son gacelas de acero. Me llaman la atención sus piernas férreas. Alexia, con el 11 en la espalda y un motor dentro, devora el césped. No me extraña que gane 650.000 euros al año y haya conquistado dos balones de oro, siete ligas, seis copas de la Reina y dos euroligas. La gente se vuelve a mirarla cuando va por la calle abrazada su pareja, Olga Ríos, de la misma manera que otros se vuelven a mirar a Penélope Cruz colgada de sui marido Javier Bardem. Así cualquiera.

Alexia, ya sea en el campo o en la calle, deja boquiabierto al personal.  Un referente LGTBI+ y una bomba de relojería.

Juan Carlos de Borbón

Juan Carlos I.

Juan Carlos I. Guillermo Serrano Amat

Discreción y privacidad en el tercer paso por España (mayo 22 y abril 23 son los precedentes) desde que el mutis de agosto de 2020 le llevó al extrañamiento en Abu Dabi. Esta vez, sí, sin agenda para los pregoneros. Mejor así. Con mensaje añadido: el hijo a Palma en su oficio de Rey y el padre a Sanxenxo.

No me gusta llamar "emérito" a don Juan Carlos I pero, todo hay que decirlo, no sabemos llamarle otra cosa. Así que le pondremos un poco de todo: ayer Rey, hoy Juan Carlos a secas, o "el emérito" –con el desganado reproche que nos merecen los juguetes rotos-, que según el diccionario de la RAE quiere decir jubilado, y a mucha honra.

El viernes pasado por la mañana la lluvia canceló el entrenamiento y a SM no le quedó más remedio que quedarse en casa de Pedro Campos. Llegada la hora, la dueña de la casa sirvió el almuerzo y no me extrañaría que luego hubiera siestecita.

Chispeaba en Sanxenxo y el palo mayor de los veleros rozaba el cielo como queriendo pincharlo. Mas allá del club náutico, el aire acariciaba el paisaje y el mar no se movía. De un momento a otro volvió a llover. La gente del pueblo comentaba la jugada bajo los paraguas. ¿Ha llegado el Rey?, se preguntaban unos a otros en voz baja. Pero nadie decía nada. El primer año que invitaron al emérito, las regatas se celebraron con ambiente de verbena. El Rey bajaba la ventanilla del coche y hablaba con los periodistas, y la gente del pueblo se detenía para preguntarle cómo se lo estaba pasando. 

Pero aquello no se ha repetido. La concertada consigna de "perfil" bajo lleva la tranquilidad a la Moncloa y la Zarzuela. Consigna implacable y conminatoria, se entiende. Si el emérito no la acata sabe que los mandarían de vuelta a Abu Dabi. Y Juan Carlos cumple. Es un mandado. 

Rosalía Vila Tobella

Rosalía.

Rosalía. Guillermo Serrano Amat

Rosalía (Barcelona, 1992) vive rápido y no tiene cura. Toda la semana dando que hablar. Estábamos en lo de las elecciones y, de repente, Rosalía y Rauw Alejandro desplazaron a los cansinos de la política, que son como averiados relojes de repetición. A estas alturas del mes, la gente joven se despreocupa de Sánchez y de Feijóo porque no sabe quiénes son, pero echa más leña al fuego de la música que un día alimentó el amor de la catalana y el puertorriqueño.

No se sabe quién de los dos rompió primero. El mundo entero cruza apuestas. El tal Alejandro (lo suyo es el reguetón) se hace el sueco y hasta dicen que cruza carantoñas con una colombiana llamada Valeria.

[Rauw Alejandro estalla y desvela la fecha exacta en la que rompió con Rosalía: su rotundo mensaje]

Rosalía está triste. Se supone que no inventa la tristeza, pues sus lágrimas eresbalan por sus mejillas como pelotas de gomas en plena actuación. Rosalía sufre. El amor de tres años ha terminado en tres minutos. Rosalía y Rauw son capaces de devolver a la vida a Sánchez y Feijóo, que esta semana se taparon, los pobres. En cambio Rosalía da la vuelta al mundo y el mundo la colma de bendiciones en la hora de su desventura sentimental para que Pilar Rahola pueda gritar en TV3: "¡Rosalía es nuestra!". El ángel de las "motomamis" volverá a sonreír, por eso, porque vive rápido y no tiene cura. 

Romper el sidecar Feijóo-Abascal.

¿Habrán aprendido la lección los que votan a Vox, jalean a Vox y pactan con Vox?

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