La Sexta redescubre Feijóo a los españoles
De todos los dislates que asolan la vida pública española, el presidente del PP ha escogido uno: el económico. Es el más acuciante. Pero no salió de ahí.
A Alberto Núñez Feijóo le asistieron ayer dos circunstancias en su entrevista en La Sexta. La primera, que el día anterior el presidente del Gobierno había sido enjabonado en TVE. La segunda, que jugaba el Real Madrid. Y, si me apuran, que hoy torea Morante en Guadalajara.
Con todo eso, el presidente del PP logró salir victorioso de su primera entrevista tras el final del verano. En este mismo medio, este mismo autor le criticó su poco interés por confrontar ideología con ideología y por expresar el modelo de país que perseguía más allá de uno en el que las cuentas cuadren.
Después de la entrevista de ayer, esa crítica se me presenta, cuando menos, matizable.
No porque haya cambiado el discurso o la estrategia, que no ha hecho ninguna de las dos cosas, sino porque la aparición de ayer en La Sexta resultó esclarecedora en el foco. La entrevista mostró, de una manera además evidentísima, que el problema de Feijóo no es de interés, sino de compresión de lo que la política es o debe ser.
Habló de economía y habló mucho a instancias de la entrevistadora, a la que se sobrepuso en cada uno de los bretes que le iba presentando. Y más allá de la concreción de las propuestas, para cuyo análisis EL ESPAÑOL tiene colaboradores mucho más cualificados que un servidor, Feijóo demostró ser, en lo que todo político tiene de objeto de comunicación, uno hecho según su propia medida.
.@NunezFeijoo: “No he visto que la Unión Europea respalde el impuesto a la banca”.#ObjetivoFeijóo pic.twitter.com/uWFS3NjOqX
— El Objetivo (@ObjetivoLaSexta) September 14, 2022
Y en eso se diferencia sobremanera del resto, que buscan en la opinión pública el traje y la apostura que mejor les caiga, según consejo del gurú que en aquel entonces pasara por allí. Al final, a todos les cae mal y tienen que ir con la lengua fuera corriendo tras eslóganes, clichés y golpes de efecto con los que hacerse remiendos.
Feijóo no. Y esto, que puede ser cualidad para alcanzar el poder, no siempre lo es para el Gobierno ni mucho menos para la política. Un ejemplo. De todos los dislates que asolan la vida pública española, el presidente del PP ha escogido uno: el económico. Es, no sé si el más grave (compite con el descalabro institucional), pero sí, sin duda, el más acuciante tanto en cuanto afecta a la base material de la vida. No salió de ahí.
"Porque ayer Feijóo se mostró como el conservador que en esencia es. Pragmático, con querencia por los papeles y con un sentido del poder callado, nada estridente ni hiperbólico, pero afinadísimo"
Además de los consabidos salmos a las instituciones europeas, sólo mencionó, por toda referencia en política, la rebaja de impuestos de Rodríguez Zapatero. Pudo haber elegido otro, claro. Pero entonces, Feijóo no sería Feijóo.
Porque ayer Feijóo se mostró como el conservador que en esencia es. No uno en el tipo de Maura, tan lleno del ímpetu de reforma y de acción pública, sino más en el de Dato. Pragmático, con querencia por los papeles y con un sentido del poder callado, nada estridente ni hiperbólico, pero afinadísimo.
Y si, como volvió a insistir ayer, sigue negándose a pactar con Vox, sabe que necesitará, no tanto del PSOE, sino del votante socialista.
Por toda recomendación, con todo lo que recomendar tiene siempre de atrevimiento y de posibilidad de yerro, y para que la estrategia fijada en el PP tenga cierto cuerpo y cierto corpus, quizá el texto mejor sea aquel famoso discurso de Dato en la Real Academia de Ciencias Morales de mayo de 1910, titulado Justicia Social.
[Opinión: Ana Pastor falló en la última pregunta]
Porque en el fondo, Feijóo, con toda su acción política desde que es presidente del PP, y de forma muy particular en la entrevista de ayer con Ana Pastor, no ha hecho más que actualizar a las circunstancias y contexturas sociales y culturales de hoy algunas de las principales sentencias que el líder conservador dejó dichas en la Academia a comienzos del siglo pasado.
En el PP están convencidos que la senda fijada es la que los llevará al poder. Y las encuestas les dan la razón. Tuvo la prudencia Feijóo, uno nunca sabe si real o impostada cuando se trata de políticos, de dejar claro que aún queda un año para que se vote en elecciones generales.
Pero no pudo emboscar cierto aire de triunfalismo que lo acompaña desde que alcanzó la presidencia de su partido. Aunque parece haber aprendido la lección de Rajoy y sus primeros años de gobierno: nada hay más arriesgado en política que despertar demasiadas expectativas, ni nada más importante que aprender a defraudar.
*** Álvaro Petit Zarzalejos es periodista, consultor de comunicación y poeta.