Alberto Garzón, el ministro asintomático.

Alberto Garzón, el ministro asintomático. Tomás Serrano

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Alberto Garzón tiene 17 razones para dimitir

Las declaraciones del ministro de Consumo en el diario británico The Guardian son la gota que colma el vaso de la paciencia con un ministro que trabaja de forma sistemática en contra de los intereses de los españoles. 

9 enero, 2022 06:54

1. Porque Garzón es el ministro de Schrödinger, que es Gobierno y no lo es al mismo tiempo

Alberto Garzón es ministro de Consumo, pero no forma parte del Gobierno, según la extravagante tesis sostenida el pasado viernes por Margarita Robles. Sus opiniones, por tanto, no son las del Gobierno, sino las de un tipo que pasaba por ahí, que se pasea por el mundo con la cartera del ministro de Consumo en las manos y que es Gobierno y no lo es al mismo tiempo, en función de si está callado o abre la boca.  

2. Por embaucador

A raíz de las declaraciones de Robles sólo cabe deducir que si el diario británico The Guardian presentó a Garzón como ministro, y el propio Garzón se reiteró en sus declaraciones y confirmó que hablaba en calidad de ministro, es porque Garzón finge ser ministro y sólo el diario The Guardian le cree. El Gobierno no debería tolerar tal usurpación de funciones. Quizá el verdadero ministro de Consumo debería salir a la palestra y denunciar a su suplantador. 

3. Por asintomático

Alberto Garzón es, como decía el pasado viernes José Manuel Rodríguez Gómez en Twitter, un ministro "asintomático". Porque Garzón parece ministro y actúa como tal, pero no muestra síntomas. Es un ministro psicosomático. O un loco que se cree ministro.  

4. Porque hasta el presidente se burla de él

La desgana con la que el presidente despacha cada una de las polémicas desatadas por la verborrea de Alberto Garzón, en ocasiones con comentarios sarcásticos, no deja espacio a la duda de cuál es su exacta valoración en el Consejo de Ministros. ¿Qué hace Garzón aferrado a un puesto que le ha convertido en el hazmerreír del Gobierno?

5. Por vago

No lo digo yo. Lo dice el presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page: "Uno está acostumbrado a que los errores en la vida y en la política van en la misma proporción a la carga de trabajo. Aquí se invierte la cosa". Y una más: "Cuando el diablo no tiene nada que hacer, con el rabo mata moscas". No hace falta leer entre líneas. 

6. Por liante

La última polémica generada por Garzón ha sido rocambolesca. Tras acusar al sector ganadero español de producir carne de mala calidad procedente de animales torturados en macrogranjas contaminantes, negó que esas fueran sus palabras e hizo pública una traducción propia de sus respuestas en las que se leía cómo acusaba al sector ganadero español de producir carne de mala calidad procedente de animales torturados en macrogranjas contaminantes. ¿A quién pretendía engañar Garzón?

7. Por incendiario

Los ganaderos han acusado a Garzón de no conocer la realidad de la ganadería española, cómo trabajan los ganaderos o cómo funciona el sistema productivo nacional. Sus palabras no sólo describen una realidad inexistente en España, sino que sabotean gravemente las explotaciones ganaderas de las que viven decenas de miles de familias. Garzón riega a los españoles con el napalm de su desconocimiento cada vez que habla de aquello que ignora por completo. 

8. Por obsesivo

Los empecinamientos de Garzón parecen estar más relacionados con sus obsesiones ideológicas que con las necesidades de los consumidores y los productores españoles. Pocos son los sectores económicos españoles que se han librado de la furia justiciera de Garzón. El sector de la publicidad, los fabricantes de juguetes, los carniceros, los hosteleros, el sector del juego, el del turismo y, por supuesto, los ganaderos no han tenido tanta suerte

9. Por atentar contra la España vacía

Garzón es la prueba de que la caricatura del urbanita de izquierdas que dice añorar la vida rural mientras disfruta de unas aristocráticas comodidades impensables fuera de las grandes ciudades es 100% real. Si algo no necesita la España vacía es un bourgeois bohème que ha vivido toda su vida de los Presupuestos Generales del Estado dándole lecciones al mundo rural de cómo ejercer correctamente la ruralidad sostenible, animalista y progresista.

10. Por negligente

La descripción que Garzón hizo de las macrogranjas españolas contiene al menos media docena de delitos. Tortura de animales, masificación y explotación, contaminación de aguas y terrenos, delitos sanitarios y delitos contra la seguridad alimentaria son los primeros que vienen a la mente. ¿Qué hace el ministro aireando esos delitos en la prensa extranjera en vez de actuar contra ellos desde el Gobierno? 

11. Por estólido y/o por malvado

Es imposible que alguien que ocupa el cargo de ministro desconozca las consecuencias de unas declaraciones como las de Garzón en la prensa extranjera. Sólo caben entonces dos explicaciones. O Garzón no imaginaba las posibles repercusiones de sus palabras y entonces hay que empezar a pensar en la posibilidad de establecer determinados requisitos cognitivos mínimos para el ejercicio del cargo de ministro. O las conocía y actuó por maldad y con la intención de hacer el mayor daño posible a los trabajadores del sector ganadero. 

12. Por su alma de tertuliano

Al Gobierno han llegado ministros cuyo mayor mérito profesional es el de haber aprendido a dar el cambio sin equivocarse, pero incluso en ese contexto Alberto Garzón destaca como un ministro llamativamente no cualificado para el cargo que ocupa. Es normal que, dadas las circunstancias, Garzón intente labrarse una futura carrera como tertuliano en la estela de Pablo Iglesias. Pero incluso para eso uno ha de acreditar determinados méritos. El ministro carece de ellos. 

13. Por dinamitero

Incluso en el hipotético caso de que las acusaciones de Garzón no fueran un estratosférico bulo, hasta el más fanático de los simpatizantes de Unidas Podemos y del PSOE reconocerá que hacer esas declaraciones a pocas semanas de unas elecciones autonómicas en una de las comunidades españolas donde la ganadería tiene más peso (Castilla y León) es una idea del que asó la manteca. 

14. Por hipócrita

No haremos sangre en este punto, pero sí hay que recordar que el ministro Garzón no es precisamente conocido por sus reticencias frente a las mejores carnes del sector ganadero español. Tan mala no será esa carne si agasajó a los 270 invitados de su boda con solomillo, jamón y carpaccio de ternera alavesa. Aunque, como dice Taifas en Twitter, quizá el jamón que se sirvió en la boda de Garzón procedía de cerdos abanicados y masajeados a diario con aceites tailandeses. 

[Mención especial para aquellos que, en las redes sociales, defienden que "también la gente de izquierdas puede darse un capricho el día de su boda". Claro, criaturas: eso es el socialismo. Negarle a los demás lo que tú disfrutas a dos carrillos]. 

15. Porque, ¿qué hace Garzón ejerciendo de ministro de un país al que odia?

No hay una sola declaración de Garzón, una sola, en la que demuestre el más mínimo aprecio, o interés, o esperanza en el país, la cultura y los ciudadanos de los que es ministro. Garzón podría ser ministro francés, o alemán, o nigeriano, y seguiría defendiendo las mismas exactas vetustas neurosis ideológicas paleosocialistas que defiende en España. Garzón es el Starbuck de la ideología. 

16. Por su desprecio por el 90% de los ciudadanos

El tipo de producción que defiende Garzón (de cercanía, de pequeños productores, siguiendo procesos "naturales" y de precios desorbitados) sólo puede permitírsela un pequeño porcentaje de la población. Garzón siempre podrá permitirse un solomillo para gourmets en el mundo que él defiende. Los que no podrán permitírselo serán el resto de los ciudadanos a los que él dice representar. 

17. Por mentiroso

Garzón habló de macrogranjas de hasta 10.000 cabezas de ganado. En España no existen esas granjas. En nuestro país apenas existen unas pocas granjas con miles de cabezas de vaca o de cerdo. Además, los veterinarios han defendido en un comunicado público que todas las explotaciones ganaderas españolas cumplen con la normativa europea y nacional. Garzón habla de una realidad inexistente, pero el daño en la economía de miles de ciudadanos que provocan sus palabras es muy real

José Sacristán, premio nacional de cinematografía 2021 y Goya de honor 2022.

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