Ayer la industria española recibió muy buenas noticias. Volkswagen anunció por fin que acepta la resolución del PERTE del Vehículo Eléctrico y Conectado del Gobierno. Invertirá, junto con Seat y oras 60 empresas, 10.000 millones de euros en España.
Esto supone que la firma alemana sigue adelante con la construcción de su gigafactoría de baterías para vehículos eléctricos en Sagunto, por lo que se puede considerar el primer gran fruto de los fondos europeos en España. La multinacional también adaptará para la fabricación de modelos de nueva generación sus plantas de Landeben (Navarra) y Martorell (Cataluña). Esta última es la fábrica de automóviles más grande de España, por lo que decenas de miles de empleos estarán garantizados en el futuro.
Que la planta de baterías vaya a empezar a construirse el año que viene constituye un gran alivio para el Gobierno, puesto que el proyecto había llegado a estar en el aire. Hace dos semanas, el grupo Volkswagen avisó de que estaba pensando retirarse del PERTE al considerar que los fondos del Ejecutivo eran insuficientes.
Así, parece que ha sido clave la disposición del Ministerio de Industria, que, como reveló ayer Ximo Puig, ha prometido unos 230 millones en ayudas (a mayores de los 397 que contemplaba el PERTE con fondos europeos) para que Volkswagen se quede en Valencia. Al gigante alemán se le ha concedido finalmente ese mayor "acompañamiento público" que Reyes Maroto reconoció que el grupo necesitaba para desarrollar su proyecto en España.
De modo que la concesión del proyecto a Volkswagen y Seat le permite al Gobierno anotarse un tanto, calmándose así la inquietud que se había cernido sobre el sector con el retraso de la resolución del PERTE.
Pero que se haya producido la mayor inversión de recursos públicos en la historia del sector de la automoción no subsana el resto de problemas que afecta a uno de los proyectos estrella del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia del Gobierno. No hay que olvidar que sólo se ha repartido un 30% del PERTE. O sea, que se han adjudicado únicamente 877 millones de los 2.975 millones en ayudas disponibles.
El éxito que supone la inversión de Seat y Volkswagen en España no puede servir para opacar los problemas que ha venido experimentado el Ministerio de Industria para encontrar una fórmula que movilizase las inversiones comprometidas del PERTE que permanecían sin adjudicarse.
No en vano, en los reproches que la oposición le ha dirigido al Ejecutivo por la lentitud en la gestión de los fondos europeos, el PERTE del vehículo eléctrico ha sido puesto como ejemplo de este retraso en la adjudicación y la ejecución de los Next Generation EU. La Administración no está sabiendo hacer llegar las ayudas de forma ágil y efectiva a los beneficiarios.
Esto da muestra de que el PERTE está mal diseñado. La propia Reyes Maroto admitió fallos en la primera edición del proyecto, que esperaban paliar en la segunda, con una convocatoria "más ágil y sencilla". Al Gobierno debe servirle este episodio como lección para el diseño del próximo PERTE. Porque si no se resuelven estas deficiencias burocráticas, peligrarán el futuro los proyectos de otros adjudicatarios.
El Ejecutivo debe aprender a armonizar su Plan de Recuperación con las limitaciones que imponen la normativa y los calendarios de Bruselas. El Ministerio de Industria necesita trabajar en la simplifiación de los requerimientos para poder presentarse al PERTE, y articular una convocatoria con más flexibilidad y transparencia.
En cualquier caso, la inyección de 10.000 millones de euros por Volkswagen constituye la mayor inversión industrial que recibe España en los últimos 50 años, y la puesta en marcha uno de los planes industriales más importantes de su historia.
Un proyecto que garantiza que las tres plantas españolas seguirán funcionando, asegurándose así la viabilidad de uno de los sectores de mayor peso en nuestro tejido industrial. Y que, con la electrificación de la industria de la automoción y de toda la cadena de valor, hará que España se consolide como uno de los principales hubs de fabricación de coches eléctricos del mundo.
La decisión de la firma alemana y el impulso del Gobierno colocan a España en la vanguardia de la electromovilidad. Y previsiblemente permitirá a nuestro país mantener y reforzar su posición como segundo productor de automóviles de Europa, ahora con el vehículo eléctrico en lugar del de combustión. Además, claro, de la contribución de esta electrificación para la transición energética.
La colaboración público-privada en la histórica inversión industrial en Valencia marca la senda de cómo deben emplearse correctamente los vitales fondos europeos.