Por si acaso hay alguna duda, lo digo al principio: Hamas es un grupo terrorista que ha cometido unos asesinatos bárbaros, atroces, crímenes brutales que no se puede hacer más que condenar hasta quedarnos afónicos. Y perseguir a los responsables. Hemos visto imágenes horrorosas. Hemos escuchado relatos durísimos de los supervivientes. Hemos llorado con las familias de los secuestrados. Son víctimas.
Hablemos de civiles.
Vamos ahora al otro lado de la valla.
Gaza, dos millones de habitantes hacinados. La mitad, menores de 14 años.
¿Por qué hay quien defiende y aplaude declaraciones como las de Neftalí Bennet, ex primer ministro israelí? El periodista le pregunta qué pasará con los recién nacidos gazatíes en incubadoras por culpa del corte de luz impuesto por Israel. Y él responde: "¿De verdad me estás preguntando por civiles palestinos? ¿Qué es lo que pasa contigo?". Añadan las declaraciones de otros miembros del gobierno y el ejército diciendo que los gazatíes no son personas, sino animales. Porque la gente da pena. Los monstruos no.
Y ahora, pregúntense: ¿por qué conocemos los nombres, las historias y a las familias de muchos de los secuestrados y fallecidos israelíes, pero no las de los niños y civiles, inocentes también, palestinos? Qué fácil es solidarizarse con unos.
¿Por qué el Gobierno de Israel no deja entrar a los periodistas internacionales a la Franja? Porque ver la destrucción de lejos, con esos planos aéreos de los bombardeos, sirve para que parte de sus ciudadanos calmen su sed de venganza. Pero conocer las caras y las historias de los más de 500 niños palestinos muertos, igual los convierte en personas, no en monstruos.
¿Por qué el gobierno de Israel (el gobierno de un país, no un grupo terrorista) presume en redes sociales de crímenes de guerra, retransmite en directo un genocidio, y no solo no pasa nada sino que recibe el apoyo de Estados Unidos y Europa? Porque el relato y la culpa (que debemos conservar, por supuesto) por el bárbaro e inhumano genocidio nazi (la solución final contra los judíos) todavía pesan mucho en la memoria colectiva.
¿Por qué hemos permitido durante décadas que Israel incumpla resoluciones de la ONU, se apropie del territorio palestino, que continuamente humille y eche de sus casas, de sus tierras, a los palestinos de Gaza y Cisjordania, en un movimiento sionista que lo único que persigue es apropiarse de todo el territorio del exmandato de los británicos (contra los que los judíos atentaron para que se marcharan de allí)?
Los colonos tienen vía libre para apropiarse de cualquier propiedad (objeto, vivienda, tierra) de los palestinos. Incluso echar hormigón a los pozos para así matarlos de sed y obligarlos a marcharse. Israel tiene la capacidad de bloquear (y hacerlo a menudo) cualquier alimento, medicina, material de construcción e incluso ropa que entre en la franja, donde el 80 por ciento sobrevive gracias a la ayuda internacional. ¿De qué vas a trabajar en un campo de concentración? Porque hay ciudadanos de primera y de segunda. Porque confundimos árabe con islamista. Islamista con radical.
¿Por qué nadie pide explicaciones sobre los miles de palestinos que llevan años desaparecidos (en teoría, en cárceles), sin explicaciones a las familias, sin juicios, sin siquiera decirles dónde están y en qué estado están? 2.000 de ellos son menores. Algunos solo han protestado. Otros solo han tirado piedras contra los soldados. Otros solo han hecho enfadar a un soldado que tenía un mal día en un control.
¿Por qué vemos normal que ahora mismo un millón de gazatíes tengan que marcharse de las tierras donde han vivido durante generaciones (que es lo que les acaba de ordenar el ejército israelí, dándoles 24 horas de margen), sin un lugar al que ir, en una nueva limpieza étnica, como la Nakba de 1948? No sé, imaginen que Putin sigue la misma táctica con los ucranianos.
¿Por qué conocemos (y criticamos) las prácticas machistas de los radicales islámicos pero no las de los judíos ultraortodoxos? El mundo que les rodea es una fuente permanente de perversión, las mujeres se consideran propiedad del varón, son seres impuros fuente permanente de tentación sexual, por eso deben cortarse y ocultar sus cabellos, tampoco se las puede tocar cuando tienen la regla, que es sucia, y deben tener hijos de manera constante (diez o doce), que son propiedad también del padre. En Israel, por cierto, no trabajan. Reciben paguita del Estado para estudiar la Torá, su libro sagrado.
¿Por qué todos callan ante el asesinato de 23 trabajadores de la ONU (cinco profesores, once sanitarios, un ingeniero o una orientadora) y la destrucción de hospitales? Porque el relato nos ha convencido que hay personas de primera y animales de segunda.