Fui yo niño sin patria foral ni RH diferenciado. Limitábamos al Norte con los Pirineos. Fui español y punto, en época de Chaves y colegio concertado. Nunca me pregunté por la Hispanidad, ni por el sexo de los ángeles. Ni divagué sobre la quintaesencia de mi DNI. La patria era eso, la calle, el barrio y la cancha. Sin marearnos la perdiz, ni pedir perdón en la Escuela Primaria por lo de Tenochtitlán.
Salieron de Palos de la Frontera una serie de aventureros, nobles, rufianes, y la Historia del Descubrimiento no me originó un trauma colonial de los irreparables. Tampoco pido aún perdón por descubrir La Española. Siempre sentí la Hispanidad como algo relacionado con el otoño; con los primeros fríos y la castañera.
Ni Día de la Raza ni leches; un festivo metido como a calzador, que a los años se intuye ya más necesario que un Jueves Santo. Que yo fui niño de sana Hispanidad; y me metí de renacuajo en una réplica de las carabelas de Cristóbal Colón, y ninguna cupera me dijo aún que aquella barcaza era peor que Mauthausen. Ni tampoco la peña que jalea a los paracas sale a La Castellana a conmemorar el exterminio de las Indias. Es el "coñazo del desfile" que diría Rajoy, pero claro, es que fijar la Hispanidad en lo que opine El Estafermo es fiar nuestra grandeza cultural a una ignorancia tan supina como persistente. Calabobos.
12-O. Día D. Cuando el zapaterismo le sentó las posaderas al paso alegre del Tío Sam: cuando jodimos el Perú y España era el gallinero para las ausencias de Ibarretxe y los que le sucedieron. España es tan particular que vuelve a matarse a sí misma y en festivo.
12-O. Corrillo y tribuna y Pepe Bono, que rebañaba entre los contrarios y se quedaba tan a gusto. Zapadores que desfilaban, Chacón que desfilaba la falda pantalón. Y viejas del barrio que silbaban. Habrá más desfiles coñazos y habrá desfiles que no lo sean. Políticos que sientan la representatividad de una bandera, y políticos que tengan viajecito oficial, como Carmena y su colombiana tan casual. España le dio al mundo tres culturas, una gramática, sangre de unos y de otros. Pero los anales y la Historia están ahí, y tampoco nos sientan tan mal ni las guayaberas ni el idioma.
La Hispanidad es el día en que los del cambio se acuerdan del quechua y de Chiapas. Y en Bogotá, que preocupa mucho si abre el 12 el Ayuntamiento de Badalona.