La pretendida unidad internacional para luchar contra el Estado Islámico en la que se ha empeñado particularmente Francia a raíz de los atentados del 13-N ha quedado prácticamente rota tras el derribo de un avión ruso por parte de Turquía. Las autoridades de Ankara justificaron la acción en respuesta a la invasión de su espacio aéreo, algo que Rusia niega pero que tanto la Casa Blanca como la OTAN -organización a la que pertenece Turquía- han ratificado. Sin embargo, en algo tiene razón Putin, y es que sus pilotos "no eran una amenaza" para los turcos.
Este incidente no hace sino poner de relieve el magma de intereses encontrados en la región. Rusia no duda en atacar con sus bombardeos a los opositores a Bashar Asad, aunque no sean yihadistas, con la intención de perpetuar a su aliado en el poder. Estados Unidos, que no quiere dejar la zona en manos de Rusia e Irán, se opone a estas operaciones, y pretende que se lleven a cabo exclusivamente contra el Estado Islámico. Además, a Washington, que busca el aislamiento de Rusia por su injerencia en Ucrania, le conviene que no cristalice una alianza internacional de la que forme parte Moscú.
Por otro lado, el Gobierno turco, enemistado con Damasco, trata de calmar a la opinión pública de su país con un golpe de efecto. De una sola tacada demuestra que defiende su soberanía y que no deja tirada a la minoría turcomana en Siria, que está sufriendo los ataques rusos por combatir a Asad.
Intereses rusos en Turquía
Pese a las duras manifestaciones de Vladimir Putin, que ha calificado el derribo del avión de "puñalada por la espalda" y a sus responsables de "cómplices de los terroristas", no es previsible que veamos represalias militares porque Rusia tiene grandes intereses en Turquía: entre otras cosas, es su principal consumidor de gas.
Que la deseable unidad de acción internacional contra el Estado Islámico es inviable hoy por hoy se volvió a poner de manifiesto en la visita de Hollande a Obama. El presidente francés no logró arrancarle ningún compromiso concreto en su propósito de redoblar los ataques de forma coordinada entre las grandes potencias.
Nuevo golpe de los yihadistas
Sin embargo, mientras la comunidad internacional se divide, los yihadistas han vuelto a demostrar este martes su voluntad de matar con un nuevo atentado terrorista, esta vez contra un autobús ocupado por miembros de la Guardia Presidencial tunecina en el centro de la capital del país. El ataque, en el que murió al menos una docena de personas, obligó a decretar el estado de emergencia nacional.
Queda claro que intereses particulares están dificultando una acción conjunta para combatir en su terreno al Estado Islámico, y que cuanto más se postergue esa actuación, más capacidad de maniobra se les está dando a los terroristas. Por el bien de todos, los gobiernos deberían coordinarse para tratar de poner fin cuanto antes a esta amenaza para cualquier sociedad secularizada.