
El presidente chino Xi Jinping asiste a la segunda sesión plenaria de la Asamblea Popular Nacional (APN), en el Gran Salón del Pueblo de Pekín, China, el 8 de marzo de 2025. Reuters
China pule su artillería diplomática para sacar petróleo del desprecio de Trump a la UE: "Es una oportunidad histórica"
Pekín se desmarca de EEUU al reconocer al bloque comunitario como "un polo importante en un mundo multipolar" con la mira puesta en derribar las barreras de entrada en su mercado.
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China quiere —y quizá puede— ocupar parte del vacío que Donald Trump quiere —y desde luego puede— dejar en Europa. El inquilino de la Casa Blanca y su camarilla, mención especial para JD Vance, no esconden su animadversión hacia el Viejo Continente y, en concreto, hacia las instituciones políticas que lo vertebran.
El discurso que el vicepresidente de Estados Unidos pronunció a mediados de febrero en la Conferencia de Seguridad de Múnich —“La amenaza que más me preocupa con respecto a Europa no es Rusia, no es China, no es ningún otro actor externo. Lo que me preocupa es la amenaza interna, el retroceso de Europa respecto a algunos de sus valores más fundamentales, valores que comparte con Estados Unidos”, declaró Vance— sirvió como botón de muestra.
Sólo unas semanas después, Trump dobló la apuesta. “La Unión Europea se formó para joder a Estados Unidos. Ese es su propósito”, llegó a decir el mandatario republicano antes de reunir a su Gabinete.
Otro ejemplo, mucho más revelador al tratarse de una conversación de carácter privado, fue la reacción con tintes eurófobos del propio Vance durante las deliberaciones de la Administración Trump para atacar objetivos de los hutíes en Yemen. Deliberaciones secretas que los miembros principales del Gobierno estadounidense mantuvieron a través de un grupo creado ad hoc en la aplicación de mensajería cifrada Signal. Grupo al que Mike Waltz, consejero áulico de Trump en materia de seguridad nacional, incorporó por error al periodista Jeffrey Goldberg, editor de The Atlantic, que no dudó en hacer público parte del contenido de la conversación en las páginas de la revista.
“Si crees que debemos hacerlo [lo de atacar las infraestructuras de los hutíes para desbloquear las rutas comerciales en el mar Rojo], adelante. Es que detesto volver a rescatar a Europa”, escribió Vance en el chat. “VP: comparto plenamente tu aversión a la descarga gratuita europea. Es PATÉTICO”, le respondió (sic) el jefe del Pentágono, Pete Hegseth. “El 3% del comercio estadounidense pasa por [el canal de] Suez. El 40% del comercio europeo lo hace. Existe un riesgo real de que el público no entienda esto o por qué es necesario”, había dicho el vicepresidente al comienzo de la conversación. “No estoy seguro de que el presidente sea consciente de lo incoherente que es esto con su mensaje sobre Europa en estos momentos”, cuestionó inmediatamente después Vance, que prefería aplazar un mes la ofensiva aérea contra los rebeldes yemeníes.
Lejos de matizar o corregir los mensajes sobre Europa que Vance y Hegseth vertieron en el chat de Signal, Trump los secundó antes de reunirse este martes con su Gabinete: “¿Realmente quieres que diga lo que pienso? Sí, creo que han estado gorroneando”, respondió a la prensa en referencia a los países europeos. “Han sido terribles con nosotros”, zanjó.
“Otro toque de atención para una verdadera defensa europea... ¿cuándo actuarán los líderes de la UE?”, se preguntó al hilo de la filtración el ex primer ministro belga Guy Verhofstadt.
Ucrania como instrumento
El desprecio de la Administración Trump hacia sus aliados europeos no pasa desapercibido en Pekín. El Partido Comunista Chino quiere aprovechar el peor momento en las relaciones transatlánticas desde la posguerra para reforzar su presencia en el continente. “China ve la oportunidad de ampliar aún más la brecha entre Estados Unidos y Europa, un objetivo geoestratégico que persigue desde hace tiempo”, subraya Katja Bego, investigadora del Chatham House, en conversación con EL ESPAÑOL. “Pekín cree que las actuales tensiones entre Europa y la Administración Trump ofrecen una oportunidad histórica para que China restablezca su relación con Europa, que se había vuelto especialmente tensa desde la invasión rusa de Ucrania”.
“La reciente ofensiva de seducción de China se ha centrado en parte en presentarse como un actor más productivo en la guerra de Ucrania”, explica Bego en este sentido. “Pekín, por ejemplo, ha defendido que Europa debería sentarse en la mesa durante las negociaciones de paz en Ucrania, mientras que los estadounidenses, por supuesto, han dejado a los europeos fuera de dichas conversaciones”.
Die Welt informó la pasada semana que China estaba abierta a enviar tropas de paz a Ucrania en el marco del plan conjunto del presidente francés, Emmanuel Macron, y el primer ministro británico, Keir Starmer. Según el diario alemán, los funcionarios chinos discutieron esta posibilidad en Bruselas. Un extremo que el portavoz del Ministerio de Exteriores de China, Guo Jiakun, se apresuró a desmentir, aunque con la boca pequeña, en rueda de prensa: “No hacemos comentarios sobre preguntas hipotéticas”.
Con todo, los términos en los que el ministro chino de Asuntos Exteriores, Wang Yi, se pronunció sobre Europa en la Conferencia de Seguridad de Múnich nada tuvieron que ver con los de Vance. Fueron mucho más amables. Tanto, que el veterano Wang afirmó que Pekín “siempre ha visto en Europa un polo importante en el mundo multipolar”. “China está dispuesta a trabajar con la parte europea para profundizar la comunicación estratégica y la cooperación mutuamente beneficiosa, y dirigir el mundo hacia un futuro brillante de paz, seguridad, prosperidad y progreso”, insistió el jefe de la diplomacia china, que recordó durante su alocución que, este año, China conmemora el 50 aniversario del establecimiento de sus relaciones diplomáticas con la Unión Europea.
“Europa sigue siendo un mercado clave para China, sobre todo porque el acceso a Estados Unidos es cada vez más restringido y se cierne la amenaza de aranceles cada vez más altos”, explica Bego, quien considera que, “en un momento en que la propia economía china sigue siendo frágil y se enfrenta a una creciente reacción mundial por el exceso de oferta, conservar el acceso a los mercados europeos es cada vez más importante” para Pekín.
“Para muchos líderes europeos, aceptar la oferta de China empezará a parecer cada vez más atractivo —prosigue la analista—, ya que el continente se enfrenta a una guerra arancelaria con los estadounidenses”. Eso explica por qué una extensa nómina de líderes europeos pondrán rumbo a China en las próximas semanas.
Los primeros en hacerlo han sido el presidente del Senado de Italia, Ignazio La Russa, y el ministro de Asuntos Exteriores de Portugal, Paulo Rangel, representante éste último del único país de Europa occidental —después de la retirada de Italia por parte de la primera ministra Giorgia Meloni— que forma parte de la Iniciativa de la Franja y la Ruta, más conocida como la Ruta de la Seda, el gran plan de Xi Jinping para proyectar la influencia china más allá de sus fronteras.
Wang, que recibió este martes a Rangel en Pekín, aprovechó la ocasión para reiterar que China considera a Europa como “un polo importante en un mundo multipolar y apoyar a Europa en el mantenimiento de su autonomía estratégica”. Cantos de sirena para los europeos que contrastan con el menosprecio constante que llega desde la otra orilla del Atlántico.
Después de Rangel y La Russa, desfilarán por Pekín el ministro francés de Exteriores, Jean-Noël Barrot; el comisario europeo de Comercio, Maroš Šefčovič, y el presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez. Un flujo constante de líderes europeos a través de los cuales China “intentará aumentar el acceso y reducir algunas de las barreras que se han puesto en los últimos años, por ejemplo a sus vehículos eléctricos, en medio de las crecientes tensiones con Bruselas”, anticipa Bego.
La Unión Europea no es un bloque compacto en cuestiones de política exterior, sin embargo. No hay, de momento, ninguna posición con respecto de Pekín que compartan de forma unánime los Veintisiete. “Algunos países europeos, como Alemania, dependen más de la economía china que otros, lo que a menudo ha dificultado la formación de un frente común en la UE sobre, por ejemplo, los aranceles a los vehículos eléctricos”, explica en este sentido la analista del Chatham House.
“Hoy vemos cómo países como España y especialmente Hungría buscan activamente estrechar lazos con Pekín. Hungría ha sido una de las voces más fuertes de apoyo a China en Europa. El Gobierno de Viktor Orbán también ha invitado activamente a China a invertir, por ejemplo, en fabricación e investigación en Hungría”, añade Bego.
El sinólogo Rogier Creemers no tiene tan claro que los intereses de Pekín vayan mucho más allá. “China no parece tener una voluntad firme de participar en alianzas profundas en el extranjero, ni de desarrollar una presencia militar y de seguridad en todo el mundo como la tiene Estados Unidos”, traslada a este periódico el profesor de Derecho y Gobernanza de China de la Universidad de Leiden. “Más bien, su objetivo es principalmente garantizar un entorno internacional propicio para la realización de sus objetivos de política interior, que están asociados principalmente al desarrollo económico”.