¿Qué hacer con una ruina nazi? Berlín trata de regalar (sin éxito) la mansión de Goebbels
El Gobierno contempla demolerla si no encuentra a un propietario adecuado para la villa del que fue ministro de propaganda de Adolf Hitler.
18 agosto, 2024 02:59Se regala una villa nazi. En mayo, el ministro de finanzas de la ciudad-estado Berlín, Stefan Evers, anunció que se regalaba la finca del que fue ministro de Propaganda de la Alemania nazi, Joseph Goebbels, que está decayendo por falta de cuidados desde hace dos décadas.
"Ofrezco, a cualquiera que quiera hacerse cargo del inmueble, obtenerlo como regalo del 'Land' de Berlín", afirmó Evers ante el Parlamento estatal. "Si volvemos a fracasar, como en las décadas anteriores, entonces Berlín no tiene otra opción que llevar a cabo la demolición, para la que ya nos hemos preparado".
La finca en Brandeburgo, llamada Bogensee, está a una hora en coche desde Berlín. Originalmente era la finca Von Redren, pero en 1936 Berlín se la regaló a Goebbels por su cumpleaños. En 1939, añadió un cine, cuarteles de las SS (la policía nazi) y un búnker privado, que costó 2,3 millones de marcos del Reich, cortesía del estudio cinematográfico Universum Film AG (UFA), cuyo apogeo fue durante la República de Weimar y durante la Segunda Guerra Mundial (1939-1945).
La expansión fue construida, según Le Monde, por presos del campo de concentración de Sachsenhausen. El campo de concentración nazi estaba en Oranienburg, Alemania y la SS "obligaba a los prisoneros a producir moneda estadounidense y británica falsificada, como parte de un plan para socavar las economías del Reino Unido y Estados Unidos", explica War Traveller.
El continuo ciclo de regalo de la villa sorprendió a Oliver Brochert, alcalde de Wandlitz, municipio donde se encuentra Bogensee, quien no podía creer que el ministerio de finanzas de Berlín estuviera dispuesto a ceder gratuitamente la finca. "Es una idea muy desafortunada", dijo a la Agencia Alemana de Prensa. "No deseo que Berlín ceda esta propiedad a alguien que se guíe por motivos ideológicos ulteriores". Con el objetivo de evitar posibles cultos de personalidad el antiguo apartamento de Adolf Hitler, canciller y Führer de la Alemania nazi, es utilizado como comisaría de policía, explica el New York Times.
Incluso a día de hoy, los simpatizantes del nazismo continúan peregrinando a lugares del Tercer Reich. Precisamente por eso, durante años, Brochert se ha mostrado reacio a venderla y ha rechazado el interés de grupos como el Reichsbüger, de la extrema derecha. Así mismo, hace unos meses circularon por las redes sociales noticias falsas que, según Le Monde, indicaban que Volodímir Zelenski había comprado la villa por 8,1 millones de euros en octubre de 2023.
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La villa de Goebbels no es la única propiedad que se ha intentado vender que haya hospedado nazis. En 2022, Mytchett Place, la mansión en el condado de Surrey, Inglaterra, con el nombre en clave de Camp Z donde Rudolf Hess estuvo prisionero, se puso a la venta por 15 millones de libras, según Daily Mail.
Hess, quien durante la década de los años treinta fue el número dos de Hitler, viajó en secreto al Reino Unido en 1941 para iniciar conversaciones de paz, convencido de que las relaciones anglo-alemanas podrían derrotar a la Unión Soviética. Su avión se quedó sin combustible y tuvo que "aterrizar" en Glasgow ,donde fue capturado. Estuvo preso en ‘Camp Z’ hasta 1942, año en el que sufrió de un intento fallido de suicido que en lugar lo dejó con una pierna rota.
En esa misma línea, el comandante del campo Amon Goeth, un nombre y una persona recordada por la interpretación de Ralph Fiennes en La lista de Schindler de Steven Spielberg, tenía una villa dentro del campo de concentración de Płaszów, Polonia, apodada La Casa Roja debido al color de su pintura. Al finalizar la guerra, 'la Casa Roja' fue devuelta a la familia que la ocupaba anteriormente y, más tarde, en 2015, se vendió a un inversor privado que la remodeló.
La finca de Bogensee, con un área de 1.600 kilómetros cuadrados con 30 habitaciones, 40 salas de estudio, una sala de cine —donde antes de ser aprobadas para distribución se veían películas de propaganda—, disfrutó de la visita de políticos, actores, actrices y amantes. Dentro de sus amantes, Lída Baarová, actriz checa, destaca en la historia, ya que Goebbels había decidido dejar a su esposa Magda para casarse con Baarová.
De hecho, con el fin de que el romance no fuera a más, la madre de siete (de los cuales los seis hijos que compartía con el excanciller murieron envenenados de cianuro el 1 de mayo de 1945) le dijo a Hitler que debía prohibir a Baarova actuar en películas alemanas, a lo que él accedió. Luego, el Führer se enteró que Goebbels abandonaría a Magda, no le permitió irse, debido a que su familia simbolizaba la familia nazi ideal. Lída Baarová lo dejó en la noche de Kristallnacht y al final de la guerra fue encarcelada durante año y medio por su relación con el ministro cojo de Propaganda nazi.
Al término de la Segunda Guerra Mundial, Bogensee pasó a formar parte de la zona controlada por los soviéticos en Alemania Oriental, anteriormente y oficialmente denominada República Democrática Alemana. Después, durante la Guerra Fría, la finca se utilizó como Centro de Educación para el Movimiento Comunista, también conocido como colegio internacional de la juventud comunista, desde la década de 1940 hasta la caída del Muro de Berlín (construido en 1961).
La propiedad de Bogensee fue restituida a Berlín después de la reunificación de las Alemanias y desde la caída del Muro de Berlín (el 9 de noviembre de 1989), las propiedades que fueron nacionalizadas por los soviéticos a partir de 1945, son objeto de disputa. Por ello, los familiares supervivientes de Goebbels intentaron reclamar la propiedad, pero se les denegó. La finca fue un regalo de Berlín y el ministro de Propaganda nunca la registró bajo su nombre.
Uno de los principales problemas que rodean a la enigmática villa de Goebbels es la financiación de la casa. Muchos coinciden, como Walter Reich, ex director del Museo Conmemorativo del Holocausto de Estados Unidos, en que es obligación de Alemania pagar su mantenimiento. Por eso, muchos optan por demolerlo. Su conservación se ha vuelto muy cara para el gobierno. La casa que la familia tenía en una isla en Berlín se vendió en una subasta en 2011. “Destruir estas reliquias de nuestra historia no sería digno de nuestra sociedad”, declaró Oliver Borchert.