Crónica de una 'venganza': los 60 días en los que Putin acabó con el desafío de Yevgueni Prigozhin
Que la desaparición del jefe de Wagner iba a llegar en forma de "trágico accidente" estaba claro. Que el Kremlin iba a negar su implicación, también.
24 agosto, 2023 03:14Sesenta días después de retar al presidente ruso, Vladimir Putin, con un intento de golpe de Estado, el avión de Eugeni Prigozhin cayó en las inmediaciones de Moscú después de que un misil tierra-aire lo derribara en la tarde-noche del miércoles. En su interior, ocho cuerpos calcinados entre los que estaba el del líder del Grupo Wagner.
Aquel 24 de junio de 2023, Eugeni Prigozhin, como Ícaro, sintió que tocaba el cielo con los dedos. Convertido en el gran referente militar y propagandístico de la ofensiva rusa sobre Ucrania, el líder y fundador del Grupo Wagner, acababa de completar la toma de la ciudad de Bakhmut y se lanzaba, por fin, a su gran reto político: acabar con el ministro de defensa, Sergei Shoigu, y con el jefe de las fuerzas armadas, Valeri Gerasimov.
El enfrentamiento entre Prigozhin y el Kremlin venía de lejos. Siempre quejoso del supuesto maltrato que se daba a su ejército privado, el excocinero, amigo personal de Putin desde sus tiempos como alcalde de San Petersburgo, se había convertido en un pirómano de las redes con sus ataques sin medida, llenos de insultos y acusaciones. Cansado de pedirle al presidente de la Federación Rusa que tomara partido a su favor, Prigozhin decidió pasar a la acción. Se rodeó de unos miles de los suyos y se dirigieron a la ciudad de Rostov-del-Don. Apenas tardaron una hora en apoderarse del cuartel general.
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La afrenta inolvidable
El desafío era enorme y Prigozhin se ocupó de retransmitirlo en directo. Cuando el propio Putin salió en la televisión, balbuceante, para exigirle que cesara la insurrección y que no se repitiera así un escenario de derramamiento de sangre como el que acabó con los zares en 1917 -la referencia no podía ser más explícita-, Prigozhin decidió lanzarse hacia Moscú para, en sus propias palabras, "sustituir al presidente" si este no entraba en razón.
La comitiva avanzó y avanzó en medio del verano ruso sin que, sospechosamente, nadie se interpusiera en su camino. Cuando sólo 200 kilómetros le separaban del Kremlin, un Putin contra las cuerdas conseguía, con la mediación del presidente bielorruso Lukashenko, convencerle de que diera marcha atrás. La reputación del autócrata quedaba así por los suelos. El hombre de acero, el que no dudaba en llenar de polonio las venas de cualquier crítico, veía como quedaba en ridículo delante de toda la comunidad internacional. La misma a la que lleva intentando intimidar desde su llegada a la presidencia en el año 2000. Obviamente, esa era una afrenta que no iba a perdonar ni a olvidar nunca.
Convencido de que la venganza se sirve fría, Putin habría esperado dos largos meses para ajustar cuentas con Prigozhin, de vuelta a Rusia después de varios días de viaje de negocios en África. Junto a él, según los primeros informes, habría fallecido también Dimitri Utkin, la mente detrás del ejército privado, el encargado de poner el dinero y de cerrar los acuerdos con los distintos países en su nombre y en el de Putin. Ambos nombres aparecen en la lista de pasajeros del desgraciado avión.
La extraña reunión en el Kremlin
A lo largo de estos 60 días, la relación entre Putin y Prigozhin ha pasado por todo tipo de fases. Al principio, sorprendentemente, el autócrata eligió la prudencia. Apenas dos días después del intento de asonada, aceptó reunirse en el Kremlin con los oficiales del Grupo Wagner, Prigozhin incluido. No sólo eso, sino que la reunión la hizo pública el propio portavoz gubernamental, Dimitri Peskov, en un gesto que sorprendió a la opinión internacional. El objetivo de Putin, según Peskov, era felicitar a los mercenarios por su labor en Bakhmut. Apenas se habría hecho referencia a lo sucedido días después en Rostov.
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Sorprendentemente vivo y coleando, Prigozhin pasó buena parte del verano entre Bielorrusia, donde en principio iba a establecerse el Grupo Wagner para evitar la nueva legislación rusa, que obliga a todos estos ejércitos privados a someterse al mando del Ministerio de Defensa, en San Petersburgo, donde están las oficinas del ejército paramilitar, y Moscú. Todo el mundo esperaba que en cualquier momento apareciera saltando por una ventana, pero Prigozhin seguía desafiando los pronósticos. No había llegado aún su hora.
Lo curioso era que, mientras Prigozhin gozaba de una aparente libertad de movimientos y no parecía haber recibido castigo alguno por su descomunal desafío, a su alrededor iban cayendo todos los que de alguna manera se habían posicionado a su favor. El eje Shoigu-Gerasimov quedó reforzado por las intrigas pese a sus desastrosos resultados en el frente de batalla y empezaron las purgas. La más llamativa, la de Sergei Surovikin, el conocido como "General Armagedón", héroe de guerra en Chechenia, en Georgia y en Siria, jefe de la 'Operación militar especial' cuando Alexander Dvornikov cayó en desgracia.
Surovikin, Girkin, Popov...
Surovikin fue detenido en cuanto se supo lo que tramaba su antiguo compañero de armas. De hecho, el Kremlin le obligó a publicar un vídeo el mismo 24 de junio conminando a Prigozhin a deponer su actitud golpista. Ya entonces pareció que la grabación se había realizado en algún tipo de colonia penitenciaria. Desde entonces, no se ha vuelto a saber nada de él públicamente. Su familia ya explicó en julio que llevaban semanas sin ningún tipo de contacto y esta misma semana se anunció su destitución como jefe de las fuerzas aéreas, cargo que, sorprendentemente, mantenía a pesar de todo.
Junto a Surovikin, cayó también otro de los críticos de Putin, el terrorista Igor Girkin, alias 'Strelkov'. Girkin había sido el designado por el presidente ruso para la coordinación de las milicias prorrusas durante la primera guerra del Donbás, en 2014, y un tribunal holandés le había sentenciado en ausencia a cadena perpetua en 2022 por su participación en el derribo intencionado del vuelo MH17 de Malaysian Airlines que provocó la muerte de 300 personas.
El tiempo, sin embargo, había agriado la relación entre el presidente y el antiguo oficial de la FSB. Girkin, al igual que Prigozhin, se dedicaba a incendiar las redes cada mañana con sus informes pesimistas sobre el transcurso de la guerra. Ultranacionalista visceral, a Girkin le parecía poco todo lo que intentaran Shoigu y Gerasimov, a los que consideraba traidores y vagos. Aunque Girkin tampoco soportaba a Prigozhin, la onda expansiva de su traición le golpeó de lleno el pasado 21 de julio, cuando fue detenido por "extremismo" e inmediatamente encarcelado.
El final abrupto a un nuevo comienzo
Viendo lo sucedido a Surovikin y a Girkin, más la detención del también nacionalista Pavel Gubarev, líder autoproclamado de la "primavera rusa" de 2014 que derivó en la independencia de facto de las provincias de Donetsk y Lugansk, y el relevo del general Ivan Popov por sus críticas al alto mando, Prigozhin puso algo de distancia y al menos se retiró del ojo público. Su negociación con Lukashenko acabó en nada y decidió centrarse de nuevo en África, donde siempre había estado el negocio para Wagner.
El golpe de Estado en Níger, apoyado por el Kremlin, suponía una oportunidad fantástica para Utkin y Prigozhin. De hecho, las últimas imágenes del líder militar de Wagner son de esta misma semana, en algún lugar sin identificar de África, probablemente Mali, ofreciendo públicamente sus servicios a quien pudiera estar interesado. En el vídeo, Prigozhin afirmaba su voluntad de ampliar la influencia de Rusia por todos los continentes y aseguraba que sólo buscaba la libertad y la felicidad para los pueblos africanos frente al terrorismo de Al Qaeda y el Estado Islámico.
A punto de cumplirse los dos meses de su afrenta, todo parecía apuntar a un nuevo comienzo, pero tal vez el propio vídeo haya acelerado los acontecimientos. Puede que Putin temiera que Prigozhin intentara de nuevo convertirse en un referente mediático a pocos meses de las elecciones presidenciales en Rusia. Puede, simplemente, que ya estuviera harto de él. Durante meses, los medios han estado atacando al otrora héroe de Bakhmut, manchando su imagen para hacer más fácil su desaparición.
Que dicha desaparición iba a llegar en forma de "trágico accidente" estaba clarísimo. Que el Kremlin iba a negar su implicación, también. Así ha sido siempre. Con este ajuste de cuentas, Putin vuelve a quedar como un mafioso, pero eso ya no le puede importar menos. Al eliminar a los jefes del Grupo Wagner, el Ministerio de Defensa ya puede absorber sin problema a sus mercenarios y volver a mandarlos a Ucrania o adonde considere más oportuno.
De alguna manera, su imagen de hombre despiadado se ve rehabilitada, aunque no será fácil que los oligarcas más críticos olviden que un día un hombre puso al dictador entre la espada y la pared. El ejemplo de este Espartaco con ínfulas quedará ahí para quien quiera volver a intentarlo. También quedarán las consecuencias, aunque esas, insistimos, eran perfectamente previsibles.
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