Los cancilleres de Corea del Sur y Japón posan tras una reunión trilateral en Tokio, en marzo.

Los cancilleres de Corea del Sur y Japón posan tras una reunión trilateral en Tokio, en marzo. Rodrigo Reyes Marin Reuters

Asia

La guerra económica de Trump contra Corea del Sur y Japón los condena a entenderse con su mayor amenaza: China

Los dos aliados estratégicos de EEUU dependen de su protección militar. Sin embargo, con Trump, enfrentan una gran incertidumbre sobre el futuro de su seguridad.

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Los ministros de Asuntos Exteriores de Japón, China y Corea del Sur se comprometieron hace unos días a profundizar en la cooperación económica y promover el libre comercio, en un contexto marcado por la incertidumbre generada por las políticas de la nueva administración americana presidida por Donald Trump. Este acercamiento trilateral busca estabilizar las relaciones regionales y hacer frente a los desafíos que plantea la nueva política de proteccionismo estadounidense. Además, para China, esta iniciativa representa una oportunidad estratégica para debilitar la alianza entre Japón, Corea del Sur y Estados Unidos.

Durante el diálogo económico de alto nivel entre China y Japón, celebrado en Tokio, el ministro chino de Asuntos Exteriores, Wang Yi, advirtió sobre los “serios cambios” en la economía global y criticó el auge del "unilateralismo y el proteccionismo", en una clara alusión a las políticas ultranacionalistas de Trump. Junto a su homólogo japonés, Tsuyoshi Iwaya, Wang abogó por la rápida reanudación de las negociaciones para un acuerdo de libre comercio entre estos tres países, un tema que no se abordaba desde hacía seis años, precisamente también durante el primer mandato de Trump en la Casa Blanca.

Japón, por su parte, reiteró su disposición a unirse al Acuerdo Integral y Progresivo para la Asociación Transpacífico (CPTPP), reforzando su apuesta por la integración económica en la región. Los tres países, fuertemente vinculados por el comercio bilateral, ven en el libre comercio un eje unificador frente a las medidas arancelarias impulsadas por EEUU.

Este acercamiento entre Japón, China y Corea del Sur no solo responde a los desafíos impuestos por las medidas arancelarias estadounidenses, sino también busca consolidar una posición común en un escenario global cada vez más volátil. Con economías que representan el 25% del PIB mundial y el 21% del comercio global, los tres países están sentando las bases para una alianza económica que podría redefinir el panorama comercial internacional y junto la ASEAN —Brunei, Camboya, Filipinas, Indonesia, Laos, Malasia, Birmania, Singapur, Tailandia y Vietnam— podrían dar un vuelco a las relaciones comerciales mundiales.

La administración Trump impuso hace unas semanas aranceles adicionales del 25% sobre las importaciones de acero y aluminio, sin otorgar exenciones a sus aliados. Japón solicitó exenciones arancelarias a nivel ministerial, pero la administración estadounidense rechazó la petición. El presidente Trump ha criticado públicamente a Japón, afirmando que "se aprovecha económicamente de EEUU" mientras depende de su poder militar para garantizar su seguridad. Estas declaraciones han exacerbado las preocupaciones en Tokio sobre el futuro de la alianza bilateral.

Corea del Sur también se ha visto afectada por las políticas proteccionistas de Trump. En un discurso reciente, el presidente estadounidense se quejó de que Corea del Sur impone aranceles cuatro veces más altos que los de EEUU a pesar de recibir apoyo militar de Washington. Sin embargo, el Gobierno surcoreano ha defendido el acuerdo de libre comercio bilateral, señalando que los aranceles efectivos sobre las importaciones estadounidenses son solo del 0,79%, una cifra que contradice las afirmaciones de la Casa Blanca.

Taiwán, en un video militar chino del 1 de abril.

Taiwán, en un video militar chino del 1 de abril. Eastern Theatre Command

Diversos analistas económicos señalan que este acercamiento trilateral podría impulsar el comercio intrarregional hasta en un 15% durante los próximos tres años, con un impacto especialmente positivo en sectores como la tecnología, la manufactura avanzada y las energías renovables. Sin embargo, persisten importantes obstáculos estructurales, como las diferencias en los estándares regulatorios y las disputas históricas no resueltas.

Además de las tensiones comerciales, Corea del Sur enfrenta una profunda crisis política tras la destitución del presidente Yoon Suk-yeol y su intento fallido de instaurar la ley marcial en diciembre pasado. Este caos interno, que incluyó también la destitución del presidente interino, Han Duck-soo, ha generado incertidumbre sobre la estabilidad política del país y debilitado su posición frente a las políticas proteccionistas de Trump.

A esto se suma la designación de Corea del Sur como un “Estado sensible” por parte del Departamento de Energía de EEUU debido a su papel clave en la no proliferación nuclear y la estabilidad regional.

Tanto Japón como Corea del Sur, aliados estratégicos de EEUU, dependen de su protección militar. Sin embargo, bajo la administración Trump, que percibe estas alianzas más como un coste que como un beneficio, ambos países enfrentan una gran incertidumbre sobre el futuro de su seguridad. La reciente formalización de la alianza trilateral entre Japón, Corea del Sur y EEUU en materia de defensa busca contrarrestar las amenazas de Corea del Norte y China, pero las tensiones comerciales y los comentarios críticos de Trump hacia Tokio y Seúl han generado dudas sobre la solidez de estas relaciones.

China busca aprovechar esta inestabilidad entre Japón, Corea del Sur y EEUU para fortalecer sus vínculos bilaterales con ambos países vecinos. En un movimiento estratégico, Pekín ha evitado tocar temas sensibles como Taiwán o las incursiones en las islas más occidentales de Okinawa, centrándose en promover el marco trilateral económico que excluye a Washington. Este enfoque permite a China consolidar su influencia regional mientras refuerza sus relaciones económicas con Japón y Corea del Sur.

El posible acercamiento entre Estados Unidos y Rusia tras la invasión de Ucrania ha llevado a Japón y Corea del Sur a reforzar su cooperación mutua, preocupados por un cambio en el equilibrio regional dominado hasta ahora por el eje China-Rusia. A pesar de que las relaciones de Japón y Corea del Sur con China siguen siendo tensas, Tokio mantiene una postura cautelosa debido a disputas no resueltas, como las incursiones chinas en las islas Senkaku y Okinawa así como la detención de ciudadanos japoneses en su territorio.

Por su parte, Seúl enfrenta fricciones relacionadas con la instalación china de una estructura en el Mar Amarillo, lo que ha provocado tensiones entre las policías marítimas de ambos países.

Aunque está prevista una cumbre trilateral entre China, Japón y Corea del Sur para finales de año, las tensiones políticas internas en Tokio y Seúl podrían retrasarla. El primer ministro japonés, Shigeru Ishiba, enfrenta críticas dentro de su partido por su gestión económica y su postura frente a China. Mientras tanto, el presidente surcoreano Yoon Suk-yeol acaba de ser destituido. A pesar de estos desafíos internos, los tres países parecen decididos a avanzar en la cooperación como una respuesta frente al proteccionismo estadounidense y los cambios geopolíticos globales.

Mientras tanto, la Unión Europea observa con interés estos movimientos y desea explorar posibles acuerdos comerciales ampliados con ambos países asiáticos, en un intento por diversificar sus relaciones comerciales y reducir su dependencia tanto de China como de Estados Unidos. Esta reconfiguración geoeconómica podría marcar el inicio de un nuevo orden comercial global menos dependiente de Washington.