Reunión informal de ministros de Relaciones Exteriores de la OTAN en Oslo.

Reunión informal de ministros de Relaciones Exteriores de la OTAN en Oslo. Reuters

Mundo

Putin se blinda en Moscú mientras la OTAN advierte: "Sólo Rusia puede poner fin a esta guerra”

La capital de Rusia probablemente ya esta llena de búnkers preparados contra un ataque de parte de Ucrania. 

3 junio, 2023 03:29

En las últimas veinticuatro horas, Ucrania ha vuelto a atacar territorio ruso -en concreto, la localidad de Kursk, uno de los nodos militares más importantes de la retaguardia- y ha seguido bombardeando el puerto de Berdiansk, territorio ocupado en la costa del Mar de Azov, para dificultar la llegada de más barcos con mercancías, suministros y armas. Todo ello, mientras las milicias del Cuerpo de Voluntarios y la Legión de la Rusia Libre siguen bombardeando la ciudad de Shebekino, a las afueras de Belgorod, en el lado ruso de la frontera con Ucrania.

No solo sorprende la valentía de Ucrania a la hora de llevar la guerra a la puerta de sus vecinos, algo que en principio era impensable, sino que choca aún más la ausencia absoluta de reacción desde Moscú. En menos de una semana, hemos visto cómo se atacaba territorio ruso en Krasnodar, en Kursk, en Rostov y en Belgorod. La reacción desde el Kremlin se ha limitado a la promesa abstracta de temibles represalias -lo mismo de siempre- y a unas declaraciones de Putin en las que tenía el cuajo de criticar a Ucrania por atacar edificios civiles, la marca distintiva de Rusia allá donde se mete en guerra, sea Georgia, Chechenia, Siria o la propia Ucrania.

No ha habido bombardeos masivos de venganza -los que ha habido han sido bien contenidos por los sistemas ucranianos de defensa antiaérea, no ha habido anuncios apocalípticos de holocaustos nucleares y, sobre todo, no ha habido una reacción militar. Por tercera vez en menos de un mes, el ministerio de defensa aseguró este viernes haber acabado con los milicianos que habían entrado en su territorio. Horas después, aparecían vídeos en las redes sociales de columnas de humo saliendo de la ciudad de Belgorod.

La solución: otro búnker

La única reacción de Putin y su entorno en las últimas horas ha sido, según el diario The Moscow Times, aprobar la construcción de un búnker justo debajo del Hospital Clínico Central, uno de los más prestigiosos de la ciudad. Dicho búnker tendrá un coste de en torno al medio millón de dólares y permitirá albergar a ochocientas personas en caso de necesidad. En principio, está pensado para el propio presidente, su gobierno y los altos mandos del ejército. Protegería a la cúpula del Kremlin de un posible ataque nuclear y permitiría la comunicación con el exterior a través de un complejo sistema informático.

En sí, la noticia no es gran cosa. Moscú, capital de la Unión Soviética durante los años de la Destrucción Mutua Asegurada, probablemente ya esté llena de búnkers preparados contra un ataque de este tipo. Desde luego, el Kremlin tiene que llevar décadas construyendo toda clase de refugios para sus dirigentes, con lo que uno más no marca una especial diferencia. El problema es la imagen que se da: parece que justo cuando su población empieza a verse amenazada directamente por los proyectiles enemigos, con decenas de miles de soldados muertos en acción sin haber conseguido ni de lejos los avances pretendidos al inicio de la invasión, la única solución del presidente pasa por esconderse bajo tierra.

[Ucrania ataca Berdiansk y Mariúpol: acribilla la retaguardia para bloquear a Rusia en el mar de Azov]

La impresión desde la distancia es que Rusia es un país sin un mando militar claro, con constantes enfrentamientos entre sus pequeños reyes de taifas y en el que el comandante en jefe no sabe bien cómo dar un golpe de autoridad de cara al exterior. Los últimos informes del ISW apuntan a un posible regreso de las tropas chechenas de Ramzan Kadirov a primera línea del frente después de varios meses de ausencia. Eso sí, como siempre, detrás de esta decisión aparentemente militar, se esconden intrigas políticas: el Kremlin exige a Kadirov que rompa lazos con Prigozhin, el gran enemigo del ministro de defensa Sergei Shoigú y dueño del Grupo Wagner.

Kadirov, buen amigo de Prigozhin desde hace tiempo, ya criticó al antiguo cocinero por sus explosivas declaraciones contra Shoigú, Gerasimov y el resto del ejército ruso con motivo del asedio a Bakhmut. Una vez completada la ocupación de la ciudad y retirado el Grupo Wagner en lo que se ha anunciado como una pausa operativa, se pretende que Kadirov y los suyos ocupen su lugar en el frente, pero coordinados con el alto mando y no funcionando por su cuenta, como sí hacía Wagner, al fin y al cabo, un ejército privado.

"El segundo ejército más poderoso de Ucrania"

Antony Blinken, secretario de estado estadounidense, no pudo ocultar su satisfacción ante el devenir de los acontecimientos en una rueda de prensa celebrada en Finlandia, donde se reúnen estos días los miembros de la OTAN. "Creíamos que Rusia era el segundo ejército más poderoso del mundo y en realidad es el segundo ejército más poderoso de Ucrania", dijo Blinken ante los medios en un alarde de sarcasmo. A continuación, insistió en la imposibilidad de una negociación en estos momentos pues solo daría tiempo a Rusia y estancaría la situación. 

La paz, según Blinken, debe ser justa. De lo contrario, no durará. Son prácticamente las mismas palabras que pronunció el miércoles Ursula Von der Leyen, la presidenta de la Comisión Europea, en la reciente cumbre de países europeos en Bratislava. Ahora mismo, los únicos países que abogan por una mesa de negociación para frenar las hostilidades son los aliados económicos de Rusia: China y Brasil. Los intentos de Xi Jinping y Lula da Silva de conducir unas negociaciones mientras una de las partes sigue ocupando el territorio soberano de la otra no parecen haber encontrado el eco necesario en la comunidad internacional.

[Milicias anti-Putin abren otro frente en la frontera rusa: edificios en llamas y tiroteos en Shebekino]

La retirada de las tropas rusas del territorio ucraniano es una de las líneas rojas del presidente Volodimir Zelenski y parece de sentido común que así sea. Para reafirmar esta postura, la delegación de Estados Unidos en la reunión de la OTAN emitió este viernes un mensaje en redes sociales en el que dejaba claro que "solo Rusia puede acabar con esta guerra", en clara referencia a una eventual retirada de todos aquellos territorios anexionados ilegalmente desde 2014. 

Ahora mismo, Rusia está debilitada en lo económico, en lo militar y en lo social. Como apuntaba un valiente Viktor Olevich, analista en la televisión estatal rusa: "La Unión Soviética no pudo sostener la batalla económica con Occidente y menos podremos nosotros", tras lo que añadió una frase que resume el fracaso de la operación militar especial: "No hemos sido capaces de tomar una sola ciudad en quince meses… y cuando la hemos tomado, después se la hemos devuelto". Rusia inició una guerra de agresión que se ha convertido en una guerra de desgaste y que pronto puede volverse una guerra de supervivencia. Bueno es que empiecen a ser conscientes de ello.