Felicidad Ruiz, superviviente de violencia de género: “Recuerdo para ayudar a otras a despertar de sus pesadillas”
Esta catalana se dedica a ayudar a otras mujeres víctimas de violencia machista. El activismo se ha convertido en su mejor terapia.
25 noviembre, 2023 02:37Felicidad Ruiz, de 56 años, es una superviviente. Su historia se remonta a los años 90, cuando su entonces marido la sometió a continuos maltratos. La anuló por completo, la alejó de todo su entorno y la obligó a dejar el trabajo para ocuparse de la casa. Un hogar que se convirtió en su jaula.
Durante años, Ruiz no le hizo honor a su nombre. Se quedó en 39 kilos y cayó en una severa anorexia nerviosa que la acompañó durante demasiado tiempo. “Nunca me pegó, pero eso no es lo relevante, porque, créeme, psicológicamente me destrozaba cada día”, confiesa.
Ahora, con la herida curada, aunque con una cicatriz imborrable, Ruiz dirige ASOCPROCAT, una asociación radicada en Cataluña que pretende ayudar a otras mujeres que, como ella, han sido víctimas de violencia de género.
Su misión es concienciar sobre los múltiples tipos de violencias que existen contra las mujeres. No solo la física. “De hecho, la violencia física es solo la punta del iceberg. Es lo más llamativo, pero es solo una parte”, asegura.
Recordar para proteger
Durante el lustro que duró su pesadilla, Ruiz escribió en un cuaderno, de su puño y letra, todo lo que sentía. Abrigaba la íntima convicción de que todo ese dolor acabaría y que cuando eso pasase, cuando tuviera fuerzas para abrir la jaula que la oprimía, necesitaría poder recordar todo lo que vivió. Solo así podría ayudar a otras mujeres.
Ruiz no podía ni siquiera salir de casa, de la mazmorra, sin el permiso de su marido. Tampoco podía trabajar. Ni vestirse o maquillarse como quisiera. Era una mera marioneta a manos de su maltratador.
Una tarde de otoño
Sin embargo, una tarde de otoño, al borde del suicidio, Ruiz cogió fuerzas del recóndito lugar donde los humanos guardamos los pedacitos del alma hecha añicos y dijo basta. En un arrebato lleno de rabia vistió a su hija, menor de edad, y juntas abandonaron Barcelona, la ciudad donde llevaban años enjauladas.
Se trasladaron a un pueblo del centro de Cataluña y ahí empezaron una nueva vida. Fueron necesarios interminables trámites judiciales. También la ayuda de la policía, de los psicólogos y de otras mujeres, pero Ruiz, poco a poco, fue renaciendo de sus cenizas.
Activismo como terapia
Años más tarde, después del divorcio y cuando se sintió con fuerzas para verbalizar su historia, agarró sus cuadernillos y empezó a leerlos delante de la gente. Primero fue una terapia personal. Luego se convirtió en su lucha.
“Mi objetivo es denunciar todos los tipos de violencia que existen, concienciar de que la violencia psicológica y la sexual también se deben prevenir y perseguir. También pueden ser letales”, indica. Así, desde hace varios años, Ruiz y un grupo de mujeres van recorriendo pueblos y ciudades de toda España, concienciando y ayudando a otras mujeres.
Educación y represión
Ruiz ha decidido dedicar su vida a acompañar a otras víctimas porque siente, como le pasó a ella, que esta sociedad no las arropa. "Veníamos de unas generaciones donde según qué tipo de comentarios o comportamientos eran lo normal", admite. Y recuerda que tuvo que llegar a soportar como amigos de su exmarido, incluso sus esposas, le decían que él la “presionaba” porque ella “no cumplía con sus obligaciones como mujer y no le daba lo que él necesitaba en la cama”.
En la actualidad, Ruiz lamenta que estamos volviendo a unos pensamientos muy retrógrados. “Creo que estamos retrocediendo, que los jóvenes no están entendiendo el mensaje. Cada vez hay más agresiones sexuales entre menores, más celos… y si en las escuelas no se les reeduca, de nada servirá el camino recorrido hasta ahora”, advierte.
Las agresiones sexuales se disparan
En este sentido, las cifras más recientes parecen darle la razón a Ruiz. Según datos publicados en la Memoria Anual de la Fiscalía General del Estado, en solo cinco años, las agresiones sexuales cometidas por menores en España se han disparado un 116%: de las 456 causas registradas en 2017, a las 974 de 2022.
Este 2023 la dinámica sigue in crescendo, y solo en Cataluña se han detenido a más de una veintena de niños por violar a otras niñas y adolescentes. No obstante, los casos se han multiplicado por toda la geografía española.
Este verano se han registrado violaciones cometidas por menores en Tenerife, Lugo, Móstoles y Logroño, donde cinco adolescentes de entre 14 y 16 años quedaron detenidos por violar en grupo a dos niñas de 13 años en una vivienda en ruinas.
Una violación cada dos horas
En cómputos globales, los delitos relacionados con este tipo de violencia también han aumentado en España durante este 2023. Concretamente, lo han hecho en un 13,2% en el primer semestre con respecto al mismo periodo del pasado año.
En total, y según los datos extraídos del Informe de Criminalidad del Ministerio del Interior, de enero a junio de este año se han registrado 9.560 delitos contra la libertad sexual. 2.307 de estos hechos han sido violaciones con penetración. Estas cifras también se pueden leer de la siguiente manera: y es que en España se denuncia una agresión sexual con penetración cada dos horas.
52 víctimas mortales hasta noviembre
En cuanto a las mujeres fallecidas a manos de sus parejas o exparejas, lo que Ruiz considera “la punta del iceberg de la violencia de género”, en España se han lamentado este año 52 víctimas mortales, en fecha 8 de noviembre (1.237 desde 2003, cuando se empezaron a recopilar datos).
En el grueso de los casos acaecidos este año (40) no existían denuncias previas. Lo que demuestra que la violencia contra la mujer, sea de la índole que sea, cuesta mucho de denunciar a pesar de que 1 de cada 2 mujeres ha sufrido algún tipo de violencia machista a lo largo de su vida.
No sólo son números
Estos datos constatan las malas noticias que llenan los periódicos y desbordan a los medios de comunicación. No obstante, las mujeres como Felicidad Ruiz no se rinden fácilmente. No lo hicieron como víctimas, mucho menos lo harán como supervivientes.
Por ello, seguirán luchando para no resignarse ante estas cifras y para visibilizar que, tras estos escalofriantes números, hay mujeres, víctimas. Cada una con su historia. Como concluye Ruiz: “Una historia que merece un final feliz”.