Pilar Mateo, la inventora que salva vidas con pintura: "Fui al Chaco boliviano como científica y volví como mujer indígena”
Es una de las co-diseñadoras de 'ByBy', una colección de capas creadas por Pedro del Hierro cuyos beneficios se destinarán a apoyar a una de las 8 iniciativas de microemprendimiento femenino que colaboran con el proyecto.
18 octubre, 2023 02:17El pasado 8 de marzo, Pedro del Hierro presentó la colección solidaria ByBy. Ocho capas diseñadas por su director creativo, Nacho Aguayo, en colaboración con 8 mujeres inspiradoras para decir adiós a techos, barreras y discriminaciones, a través de un proyecto destinado a dirigir sus beneficios de venta a impulsar un proyecto de microemprendimiento femenino.
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Hoy, Magas se da cita con la científica Pilar Mateo (Valencia, 1959), una de esas profesionales que nos inspiran. Es reconocida internacionalmente por su especialización en el control de vectores que trasmiten enfermedades endémicas. Para combatir dichos vectores sin dañar el medio ambiente, ha inventado y comercializado la tecnología INESFY.
A lo largo de su carrera, la investigadora ha recibido numerosos premios tanto nacionales como internacionales. Incluida en la lista Forbes de personas que cambian el mundo, Mateo figura también entre las top 10 científicas españolas y las top 100 del mundo.
Los beneficios de la venta de su capa, así como las del resto de co-diseñadoras, se destinarán a impulsar un proyecto de microemprendimiento femenino, que será seleccionado por un jurado entre los ocho que se presentan para colaborar con la iniciativa de ByBy.
Como mujer inspiradora para la firma Pedro del Hierro, ¿qué puede aportar?
Quiero que la gente joven que siga este proyecto vea que la inspiración científica no está reñida ni con la creatividad artística ni con pasárselo muy bien. Cuando me pidieron participar en este acto con una capa, pensé en una alfombra mágica de los cuentos de las mil y una noches y me divertí pensando en ser una superwoman.
¿Qué barreras, si las ha habido, ha tenido que romper?
Aunque España ha avanzado muchísimo en el terreno de la igualdad, en nuestra sociedad ha habido y sigue habiendo muros de cristal para las mujeres. Son obstáculos casi invisibles. La ciencia es uno de esos campos donde las mujeres hemos sido siempre consideradas una anomalía o una anécdota.
Afortunadamente las cosas evolucionan, pero siempre hacen falta catarsis para que las actitudes cambien, para que muchos constaten, por fin, que las mujeres también pintamos mucho en este mundo. Y el optimismo de nuestra voluntad superará el pesimismo de su inteligencia.
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Usted es científica y empresaria. ¿Qué es más difícil?
Son dos mundos diferentes. Para mí, la investigación es un proceso que tiene que ver con la creatividad. Uno estudia o lee acerca de algún problema existente, deduce, saca conclusiones y busca una posible solución. Es una reflexión y un trabajo interior. Si uno investiga por su cuenta y tiene fondos para hacerlo, todo es más fácil.
En cambio, el mundo de la empresa es un espacio colectivo donde uno ya depende de elementos o factores externos, como son la coyuntura económica, los canales de distribución o el marketing. Puedes tener una tecnología magnífica, pero fracasar comercialmente. El día a día de la empresa exige una dedicación y atención mucho mayores frente a terceros.
Como científica, su primer gran reto fue combatir el mal de Chagas en el Chaco boliviano. Eso marcó un antes y un después en su vida.
La pobreza de las personas que sufrían la enfermedad fue lo que en realidad me marcó personalmente. Yo podía solucionar la presencia de las vinchucas —el vector que transmite el mal de Chagas— en sus casas, pero seguían viviendo en condiciones muy penosas. Ese el motivo de mi implicación en los temas sociales a través de la formación profesional de las mujeres indígenas.
Los biocidas han ayudado mucho a evitar la proliferación de insectos y la propagación de enfermedades, y por eso las personas tenemos una esperanza de vida mucho mayor. Pero el abuso o la mala utilización de los insecticidas ha generado problemas medioambientales y resistencias de los insectos a esos productos. Científicamente, creo que con mi tecnología Inesfly estoy contribuyendo a reducir estos problemas de una manera respetuosa con la naturaleza. Es mejor prevenir que curar.
Tiene 7 patentes en más de 100 países sobre el desarrollo de productos de alta tecnología, con su propia técnica de microencapsulación polimérica.
Sí. Empecé con la tecnología de lenta liberación de activos biocidas (Inesfly I y II). De ahí, pasé a micro-encapsular productos naturales. Luego, a aplicar la técnica en otros componentes como plásticos, textiles y virutas de madera.
Desde el año 2015, y en colaboración con la Organización Mundial de la Salud (OMS), estamos controlando con gran éxito el flebótomo transmisor de la leishmaniosis y el mosquito Aedes, transmisor del dengue (zika y Chikunguña).
En colaboración con la Unión Europea, estamos en el sector agrícola controlando el cotonet (que ataca los cítricos) y espero profundizar en el campo de la salud animal. Nuestra convivencia diaria con los animales es un aspecto clave para entender los problemas actuales de pandemias.
Como empresaria, es la presidenta de INESFLY CORPORATION. ¿Las patentes dan dinero?
En general, no. Cuesta mucho dinero mantenerlas. Nadie te asegura la llegada de un príncipe azul que se enamore de ellas, como en el cuento de la Cenicienta. En mi caso, tenerlas me ha servido sobre todo para asegurarme de que nadie me impida seguir fabricando y realizando proyectos de investigación.
Además, en general las empresas multinacionales son muy respetuosas con la propiedad de las patentes, las valoran y, aunque sea por su propio interés, reconocen el valor del esfuerzo que hay detrás y se cuidan mucho de intentar copiarlas. Por desgracia, hay otro tipo de empresas siempre dispuestas a engañar y a hacer copias falsas. Son miserias de la vida cotidiana.
Su vocación social se refleja en su lema La ciencia abraza, y en su convicción de que "la ciencia tiene que salir de los laboratorios para acercarse a las personas".
El día a día en el Chaco boliviano era un máster permanente de realidad social. Fue inevitable darme cuenta de que mi vocación científica no podía ser un horizonte neutro, diferenciado de la realidad social del entorno.
La gente agradecía que quisiera ayudarla en su lucha contra las vinchucas que acababan con su salud y su vida, pero se sorprendían al verme implicada personalmente en el proyecto. Con el tiempo empecé a ser para las mujeres guaranís la doctorita, la persona a la que consultaban sus problemas cotidianos derivados del analfabetismo, el desempleo estructural, la violencia de género y el hambre.
Del calor humano, la empatía y el contacto personal vino el segundo lema de la ciencia que abraza, porque todas estas mujeres tenían un gran déficit afectivo, y eso es algo que las personas podemos ofrecer sin coste alguno.
¿Qué destacaría de su larga colaboración con poblaciones indígenas?
La vida es un largo proceso de aprendizaje que nos sirve para poder transmitir ese conocimiento a los que vienen detrás de nosotros. A eso le llamamos educación. La diferencia principal con el mundo indígena y el nuestro es que para ellos la transmisión del conocimiento es algo estático.
Ergo, si la costumbre es el alcoholismo, la ingesta de hoja de coca, el desentenderse de las obligaciones familiares... lo es también ayudar a los vecinos enfermos, adoptar a los hijos abandonados, ocuparse de las personas mayores, etc. Todo eso, lo bueno y lo malo, es mantener la tradición.
De mi estancia y colaboración con el mundo indígena brotó inevitablemente un choque cultural, entre dos visiones del mundo distintas, cada una con sus ventajas y sus inconvenientes. Por eso, siempre digo que me fui como científica y regresé como mujer indígena. Ahora entiendo más la importancia de la naturaleza, de nuestro mundo (la Pacha Mama), el respeto por los seres vivos, el elogio de la pausa.
Y ellas, ¿qué han aprendido de usted?
Ellas han entendido que, si quieren hacerse respetar, han de ser activas en la defensa de sus derechos y han de formarse en actividades que les permitan tener autonomía personal. Tienen que luchar para no ser nunca inferiores a nadie.
Como anécdota representativa, diré que un año organicé en la ciudad de Camiri la primera manifestación indígena con motivo de la celebración del 8 de marzo, día de la Mujer. El primer año no se atrevió casi nadie a participar, pero al año siguiente lo hicieron miles de mujeres. Para eso sirve el choque cultural.
Fundó el Movimiento de Mujeres Indígenas del Mundo...
Era necesario ayudar a las mujeres a tener autonomía personal, y para eso era imprescindible darles una formación en aspectos que pudieran facilitarles su acceso al mundo del trabajo. Me reuní con una serie de amigas y de ahí surgió el MOMIM.
Pudimos encontrar profesorado y una infraestructura donde dar los cursos de formación en asuntos en principio básicos (peluquería, manicura, pedicura, cocina, artesanía y confección de ropa) y pasamos a dar cursos de informática y música.
Para mi sorpresa, las mujeres me dijeron que querían jugar al futbol. En estos 20 años de actividad, miles de mujeres guaranís juegan semanalmente al futbol e incluso han llegado a participar dos veces en la Donosti Cup de fútbol femenino, que se celebra en San Sebastián, y a cuyos organizadores agradezco el apoyo que nos dieron.
¿Qué le ha llevado a participar en este proyecto de Pedro del Hierro?
Vincular el mundo de la ciencia, siempre tan racional y objetivo, con el de la moda, siempre tan sentimental y subjetivo, me pareció algo rompedor, vanguardista y paradigmático. Me encantaría saber que ha ayudado a acercar la ciencia a la sociedad y que ha servido para despertar el interés por formar parte de ella.
¿Cómo es la capa que ha diseñado para Pedro del Hierro?
En primer lugar, quiero agradecer a Pedro del Hierro, al diseñador Nacho Aguayo y a mi mentora, Cruz Sánchez de Lara, el apoyo que me han dado. Será, espero, una gran sorpresa. He puesto mucha ilusión en conseguir una capa española que pueda utilizarla cualquier mujer, independientemente de su talla y estatura.
Espero que, cuando se la ponga, se sienta con ganas de participar en el proyecto que estoy poniendo en marcha, Women Paint Now Too. Y, quién sabe, quizás, también sienta ganas de volar como si estuviera en esa alfombra mágica de los cuentos, aunque sea solo con la imaginación.