La oftalmóloga Elena Barraquer o cómo devolver la vista a 7.000 personas sin recursos
La gran experta española en salud ocular, 'Top 100 Mujeres Líderes en España' Honoraria, comparte con magasIN sus recomendaciones y describe la extraordinaria labor social de su fundación.
21 febrero, 2023 02:08Alrededor del 80% de los casos de ceguera son evitables, según datos recientes de la OMS. Es más, como confirma la doctora Barraquer, las cataratas “son la causa número uno de ceguera en el mundo”, una patología “que suele ser fácilmente reversible, sólo que en algunos países no tienen personal ni medios económicos”.
De la combinación de estos dos hechos surge el nacimiento de la Fundación Elena Barraquer. La muy común ‘catarata’, es decir, el cristalino nublado por el paso del tiempo, corresponde a un proceso muy común en el que las proteínas internas pierden la cualidad de la transparencia del mismo.
Se trata de la enfermedad visual más común, problema que se agrava en algunos lugares debido a factores como la exposición constante a luz solar directa —y/o reflejada— y la deficiente alimentación, lo cual hace que personas jóvenes puedan sufrirlas en un ciclo temprano de sus vidas.
“La catarata es eso, un envejecimiento del cristalino”, resume la experta, “y la exposición a la luz solar y la malnutrición las aceleran. Podemos hacer mucho por frenar esta situación”.
La Fundación Elena Barraquer
Además de ser una referencia nacional, la mayor experta española en salud ocular viaja habitualmente con una misión muy clara desde hace años y a diferentes países. A su propósito inicial se ha añadido ahora un grupo de médicos de su confianza, para devolver la vista a miles de personas cada año.
Recién llegada de Senegal, relata a magasIN cómo su aventura “comenzó en 2004, con la Fundación Barraquer [de nacimiento anterior a la Fundación Elena Barraquer]. Yo había estado en África una vez, antes de empezar mi especialidad, cuando estudiaba en Estados Unidos, porque en aquel centro hacían una colaboración con un colegio de la capital de Haití”.
A partir de aquella visita, quedó marcada por lo que encontró. “Ser médico no significa para mí ya trabajar sólo aquí, sino que incluye ayudar todo lo que pueda a personas de muchos otros lugares”, explica.
“La satisfacción que me da ayudar a personas que lo necesitan es impagable”. La doctora Barraquer estudió su carrera en España, después continuó su especialización “con una beca de investigación de Estados Unidos, después viví en Italia trece años”.
Tras regresar a Barcelona en 2002, “en 2003 mi padre vendió un coche antiguo, un Mercedes-Benz del que solo había tres cuando lo construyeron”, recuerda con cariño, “y con ese dinero comenzamos la Fundación Barraquer, empezamos a organizar campañas, fuimos los primeros que íbamos a operar los ojos a África”.
Para ella, la vocación social está muy cerca de la de la propia vocación por la medicina. “Si realmente eres médico es porque quieres ayudar a los demás; desde luego, si quieres hacerte millonario o vivir muy tranquilo, esta no es la carrera", afirma.
"Hay que tener vocación para ser médico, es una carrera muy dura, la especialidad es larga, antes de ponerte a trabajar y poder comenzar a tener una estabilidad propia pasan muchos años, si no tienes vocación, pienso que no lo aguantas".
De hecho, ahora quizá hay más mujeres médicos que hombres porque en general conservamos más paciencia [comenta con ironía], y es una profesión que la requiere. No solo son los años que te tienes que preparar, sino el trato con la gente”.
Hasta 2016, estas iniciativas se articularon por la Fundación Barraquer. Desde 2017, la fundación raíz atiende a pacientes sin recursos locales o por campañas en España, y la fundación nacida como Elena Barraquer continúa con sus expediciones asistenciales.
Ahora que el equipo ha crecido, ella asiste a cerca de la mitad de las expediciones y el año pasado “operamos más de 5.000 cataratas, más de lo que operan muchos de los centros públicos en España en un año. Para el año que viene queremos unas 7.000. Vamos creciendo exponencialmente, no sé si podremos continuar a este ritmo".
"Si todo el mundo nos ayuda, no sólo oftalmólogos, también donantes que quieran colaborar o laboratorios con material correcto para donar, la cooperación es importante pero siempre ha de tener un sentido: en Senegal he visto donaciones de radiología pero sin radiólogo. La cooperación debe reconducirse en iniciativas organizadas para que realmente beneficie”.
Tradición familiar
Desde pequeña, recuerda cómo le fascinaba el funcionamiento del ojo. “Desde que era una niña, mi padre, mi abuelo, mi tío... todos ellos tenían la misma fascinación. Mi abuelo murió cuando yo tenía once años pero, afortunadamente, pude conocerlo. Yo pensaba ‘esto debe de ser fantástico’, por cómo disfrutaban todos con su trabajo”.
“Empecé a ver operaciones que hacía mi padre cuando estaba en bachillerato, mi padre me daba una paga, además, si yo le hacía un dibujo de lo que creía que era más importante de la intervención. Así que el funcionamiento del ojo ha crecido conmigo, hasta el punto de que ya cuando estudié la especialidad lo tenía internalizado”.
Comenta cómo, “en los últimos años, ha habido muchos avances técnicos. Cuando yo era residente en los ochenta con mi especialidad en Boston, la técnica de operación de las cataratas era mucho más rudimentaria".
"En concreto había que hacer un corte de 10 milímetros y, ahora, con sólo una incisión de 2 milímetros, se puede introducir una lente intraocular, que antes era de un plástico rígido y ahora es de un material muy blandito y ligero que se enrosca".
"Antes había que quitar la catarata entera, en los 90 se perfeccionó un aparato que a base de ultrasonidos puede aspirarla. Con todos estos avances es mucho más fácil operar la vista".
"Las operaciones de retina —continúa— eran muy básicas, con resultados poco más que aceptables. Ahora una persona con desprendimiento de retina recupera normalmente su visión perfecta. El único problema que aún no se puede solucionar es el daño del nervio óptico”.
Impacto en círculos
“Cuando fui a Africa por primera vez —explica Barraquer— a visitar un colegio de escolapios en el sur de Senegal, llegué al hospital y me quedé de piedra. Me quedé alucinada de la pobreza que hay allí, que no imaginas si vas de turista".
"Ellos no lo consideran pobreza, pero me llamó la atención la farmacia: en los estantes había tres medicinas y dos jeringuillas, pregunté si había un médico y me respondieron que sí, uno generalista, no había especialistas”.
En “África hay muchas cataratas. Tras aquella experiencia, me pidieron si podría volver pero no solo a visitarles puntualmente sino a ayudar; así que en 2006 volví para operar como ayuda".
"Esta operación te abre literalmente los ojos, hay gente que llega a la consulta ciega por cataratas, en condiciones de vida muy duras, y algunas intervenciones toman más tiempo pero, en general, los resultados son muy satisfactorios".
"Hay personas que simplemente con unas gafas pueden mejorar sus condiciones de vida, con poca que sea la mejoría, con poder andar sin tropezarse, sin ir acompañados, es como un milagro para ellas”.
Estas personas “pueden volver a trabajar o alimentar a su familia. Recuerdo un caso de una mujer mayor que recuperó su visión, y ahora su nieta puede volver al colegio. Es como una rueda que mejora todas las condiciones de todo su entorno. No sólo cambias la visión del paciente, en la mayoría de los casos les cambias la vida a toda la familia extendida”.
En cuanto a la elección de destino, explica, “yo siempre decía que teníamos que ir a destinos donde hubiera muchos pacientes, que cada vez que me voy es una semana que dejo de trabajar aquí. Y por eso decía ‘donde haya mucha gente, mejor’".
"Sin embargo, gracias a una amiga con una fundación en Kenia, que nos pidió en 2017 que fuéramos con la fundación al norte, a la región de los nómadas, me di cuenta de que mucha de la gente que íbamos a atender a este lugar remoto nunca se iban a desplazar”.
Explica cómo el impacto es en círculos: “Llegó un chico de 32 años con cataratas en ambos ojos, muy avanzadas, de las que solo veía si había luz o no, con un bastón. Llegó borracho porque era su único medio para olvidar su sufrimiento".
"Le operamos el primer ojo un día, al día siguiente volvió, le operamos el segundo y le destapamos el otro. Cuando vino para que le destapáramos el segundo ojo, ya no había bebido y me dijo: ‘Ahora voy a poder tener trabajo’.
"Me dio vergüenza haber sido tan prepotente. ¿Quién no da una semana de su tiempo para devolver la vida a un chico de 32 años? Ahora, donde me piden que vaya, voy, no regulamos por cantidad de personas, porque una ayuda única implica mucha gente a su alrededor”.
En los últimos cinco años, resume, “nos hemos profesionalizado como fundación y contamos con cirujanos y cirujanas que no trabajan con nosotros, un voluntariado de un núcleo muy duro de Argentina y otros países, que viajan a Barcelona y nos acompañan a África. El ser humano es bueno por naturaleza, porque todo esto que hacemos lleva mucho esfuerzo y mucha tenacidad”.
Liderazgo femenino
No sólo el suyo: “Curiosamente, tengo que decir que el equipo que trabajan en la fundación en Barcelona son cinco sanitarias para montar las expediciones, cuatro en administración y veinte voluntarias para la tienda solidaria, y todas son mujeres, por casualidad. Las mujeres tenemos muchas ganas de ayudar y de ahí sale nuestra faceta de cuidadoras”.
Explica cómo mantiene esta “tienda solidaria en la Fundación”, la cual se nutre de “donaciones de empresas de todo tipo, Mango, Unilever, Gallina Blanca, Natura Bissé... ceden producto que podemos ofrecer en la tienda a precios económicos, y de este modo el dinero de los donantes puede ir directamente a las campañas”.
Sobre otras mujeres que la inspiran, cuenta cómo “estuve el jueves, viernes y sábado en un congreso —explica—, y allí estaba Edurne Pasabán, dando una charla inspiracional. Encontré muchos paralelismos entre su forma de pensar y la mía".
"Hay que poner pasión para hacer las cosas, aunque te encuentres al límite, y a veces te preguntes por qué estoy aquí; tienes que mirar más lejos y perseverar, porque cuando llegues al final vas a tener un sentido. Esto nos pasa cada vez que vamos de expedición”.
Salud ocular y patologías comunes
“Un problema muy común —continúa— que afecta a mujeres por encima de los 50 y también a hombres es el ojo seco. Que además empeora si estás delante de una pantalla muchas horas: es fácil mejorarlo simplemente lubricando la superficie con lágrimas artificiales, recomiendo las que no llevan conservantes”.
Según la experta, “el ojo seco puede parecer menos importante, pero que ocasiona muchos problemas y molestias”. Como consejos generales para retrasar la oxidación del cristalino, recomienda utilizar unas buenas gafas de sol, una acción que suele ser recomendable contra todas las degeneraciones del ojo.
En cuanto a cuál es la nutrición mejor para la salud ocular, resume: “Sana y equilibrada, con el nivel de proteínas, grasas y carbohidratos necesarios y con todos los ingredientes imprescindibles, incluyendo las vitaminas, las antioxidantes con especial importancia de la vitamina C (fruta y verduras) y la E sin exagerar”.
El envejecimiento general de la población —explica— hace recomendable revisiones periódicas, y “ha hecho que la degeneración macular sea otro problema que lleve a la ceguera: se puede frenar pero desgraciadamente no se puede curar. Existen algunas medidas para frenarlo".
"El glaucoma, que en los países desarrollados es la causa número uno de ceguera, la conocida como ceguera silenciosa, debe ser diagnosticado cuanto antes, porque si ya es muy tarde y se ha dañado el nervio óptico, es poco lo que se podrá hacer”.
Sobre las conocidas como “moscas” flotando en la vista, las comunes “miodesopsias”, explica cómo son muy habituales. “Tenemos un ojo dominante [que suele ir acorde con si somos diestros o zurdos, pero no siempre] y otro que no, las ‘moscas’ que más vemos suelen ser las del ojo dominante".
"Con el paso de los años, el humor vítreo se va haciendo más líquido y aparecen estos cuerpos flotantes que son pequeñas condensaciones a las que, normalmente, una persona se acostumbra. El propio desprendimiento del vítreo no es patológico, a menos que tire de la retina, y aparezca un daño repentino”.
“Mi sueño sería acabar con la ceguera a nivel mundial” , termina la doctora Barraquer, con firmeza. En realidad, explica, “sería posible, con un gran esfuerzo de todos los oftalmólogos del mundo, con sólo dar una semana al año de su tiempo para intentar operar a todos los ciegos por cataratas".
"La población va creciendo y envejeciendo, y por desgracia van a ir aumentando. Siendo una causa de ceguera reversible, sinceramente... ¡no entiendo que no consigamos hacer más!”, concluye, con una energía extraordinaria.