Pilar Allué, la ‘súper policía’ nacional que ahora da la cara en la lucha contra el coronavirus
La voz de la Policía en el Comité Científico Técnico entró en el cuerpo en la 2ª promoción de mujeres pero ha sido la primera inspectora jefe, la primera comisaria y la primera mujer en la cúpula.
15 abril, 2020 02:42Pilar Allué (Valencia, 1961) tiene grabado el azul en su piel incluso cuando no levantaba un palmo del suelo. Su padre, un policía local en Valencia, le enseñó palabras como "servicio público", "profesionalidad" y "dedicación" cada día cuando salía para el trabajo. Conceptos que ella ha ido repitiendo como sus valores de cabecera en cada ascenso, y han sido muchos, con un solo objetivo: "Acabar con los malos y ayudar a la gente".
"Siempre quise ser policía. Desde pequeña. Mi padre era policía local en Valencia y formó parte de la primera promoción de Crimonología en Valencia, en 1972. Yo, con 12 años, me estudiaba sus apuntes y buscaba huellas por los muebles de mi casa con productos que él me daba", recuerda para MagasIN.
Su madre fue una de las primeras personas que la animó a ser inspectora incluso cuando las mujeres no podían llevar ni placa ni pistola. "Ella siempre me decía: 'Serás lo que quieras ser'". Y Pilar se lo ha tomado al pie de la letra.
Cuando entró en el Cuerpo Superior de Policía (como se denominaba en ese momento) sólo tenía 19 años. Dejó sus estudios de ingeniera industrial para ser una de las 50 inspectoras de la segunda promoción de mujeres del cuerpo (sólo para la escala ejecutiva porque para la escala básica las chicas no entraron hasta 1985). Esa fue la última vez que hubo un "dos" en su curriculum: después ha sido la primera mujer inspectora jefa (1991), la primera comisaria (1997), la primera jefa en una comunidad autónoma (2007), la primera comisaria general, en su caso de la Policía Científica, (2012) y la primera comisaria principal del Cuerpo Nacional de Policía (ese mismo año).
Además, fue la primera mujer en entrar a formar parte del escalafón de este cuerpo cuando el actual ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, la situó en 2018 al frente de la Subdirección General de Recursos Humanos y Formación.
De hecho, ser la tercera autoridad dentro de la Dirección General de la Policía Nacional es lo que ha hecho que, desde el pasado 11 de abril, se convierta en la voz y el mando de este cuerpo dentro del Comité Científico Técnico del coronavirus que aconseja al Gobierno durante esta pandemia, después de que su compañero, el comisario principal José García Molina, sufriera síntomas de Covid-19 y tuviera que retirarse.
Dar la cara en esta ocasión no le ha resultado difícil ni siquiera en mitad de la pandemia que estamos viviendo. Es una mujer acostumbrada a liderar grupos y a ser un ejemplo motivador para muchas mujeres que la han visto abrir justo el camino por el que la irán siguiendo en sus carreras.
Cuando se le pregunta qué siente al ir rompiendo techos de cristal en el cuerpo a cada paso, ella siempre centra sus méritos en dos aspectos que poco tienen que ver con su condición de mujer: trabajo y la oposición.
Es una convencida de que el futuro de la Policía Nacional pasa por las mujeres y recuerda que si ha sido la primera es, simplemente, porque no ha habido otra antes, una situación que achaca a la historia y a la sociedad que nos ha tocado vivir y a que no hubo mujeres vestidas de azul hasta 1979.
Ese año 42 féminas se atrevieron a colgarse una placa, hoy hay más de 9.600 mujeres en la Policía Nacional, un 15% del total que hace que éste cuerpo de seguridad sea el de mayor presencia femenina en España.
Su primer destino tras aprobar su primer examen fue en los Servicios de Información de la comisaría de L'Hospitalet de Llobregat, pero pronto volvió a Valencia donde, en 1989, se hizo cargo del departamento de "Servicio de Atención a la Mujer". Sólo hacía tres años que se habían creado estas unidades específicas y Pilar Allué fue una de las elegidas para poner en marcha este dispositivo especial para mujeres víctimas de violencia de género en un momento en el que la sociedad no estaba tan concienciada como ahora de esta lacra social.
También en su ciudad trabajó en la sección de estupefacientes, una de sus "peores experiencias" dentro del cuerpo porque "es muy duro estar cerca de gente que muere por estar enganchada a la heroína". "Conocí la miseria humana de primera mano, vi a familiares destrozados, a abuelas que venían a denunciar a sus nietos porque les robaban las joyas para comprar droga", narra la mujer que más alto ha llegado dentro de la Policía Nacional.
Y eso que Pilar Allué llegaba ya con la carrera de Criminología terminada (la cursó durante su bachillerato) y hasta con un curso en Estupefacientes al que se apuntó con sólo 16 años donde, entre otros, tuvo como profesor al jefe de la brigada en la que luego se integraría.
Siempre comprometida con la lucha por la igualdad de género, la comisaria principal ha participado en numerosos encuentros sobre la mujer y las fuerzas de seguridad y ha aportado su experiencia en cursos de formación donde agentes (en femenino) y seguridad eran los temas principales para ir avanzando en una integración cada vez más completa.
Acostumbrada a ser la única mujer en una mesa rodeada de hombres, Pilar Allué sin embargo demuestra que su concepto del mando tiene más que ver con lo que los expertos llaman la forma de liderar de las mujeres. Siendo la máxima responsable de la Policía Científica insistió en que "no estamos en el mundo para mandar, sino para aprovechar el potencial que tienen todos y cada uno de ellos y esa es la obligación que tenemos los responsables de los grupos humanos".
Firme en sus decisiones pero tranquila en las formas, Pilar Allué es una de las mejores comunicadoras que puede tener ahora el Cuerpo Nacional de Policía puesto que es capaz de dejar claro que sus agentes seguirán cantando cumpleaños feliz a los niños como abroncar a la gente por moverse y saltarse el confinamiento con el mismo tono y sin perder la sonrisa.
"Antes que policías somos seres humanos. Nuestro policías también colaboran a sostener el ánimo de la población, y este tipo de conductas es un bálsamo que ayuda a la población a sobrellevar esta situación", explicaba en la rueda de prensa del martes tras el bulo de que se había prohibido a los agentes este tipo de servicio especial.
Es experta en coordinación de crisis y bajo su mando se han desarrollado muchos e importantes dispositivos como el que tuvo que desplegarse tras el accidente de metro de Valencia, durante la visita del Papa o en el accidente ferroviario en Angrois.
También recuerda muy gratamente su época como jefa de la Brigada de Información en Palma de Mallorca dos años después de que intentaran matar a Juan Carlos I o sus esfuerzos por que la Policía Científica española, su especialidad madre, estuviera presente en catástrofes internacionales como el terremoto de Nepal, el accidente del avión de Swiftair en Mali o la tragedia de Germanwings en los Alpes.
Licenciada en Geografía e Historia, además de criminóloga, esta mujer policía, inspectora y comisaria ha reivindicado sin miedo el papel de la mujer en todos los ámbitos de la Policía, particularmente en "las especialidades como medios aéreos, tradicionalmente ligadas a los hombres, en las que más ha costado entrar", como explicó en un curso de verano en El Escorial, el pasado mes de julio.
Peinada casi siempre con una cola atada con un lazo azul, que se ha convertido en una marca de estilo y de su compromiso con el uniforme y el cuerpo, Pilar Allué ha respaldado siempre que es totalmente posible la conciliación familiar y laboral de las mujeres en el Cuerpo Nacional de Policía y por ello trabaja desde su subdirección, entre muchas otras responsabilidades.
Sabe que cuando ella fue nombrada comisaria, ese término se utilizaba casi en exclusiva para la mujer del comisario, pero ha ido demostrando que hasta se puede obligar al vocabulario a ir adaptándose a base de méritos: "La Policía se adecúa a la denominación femenina de sus cargos", aclaró en ese mismo curso, señalando que, al principio, nadie decía 'mujeres' "porque les daba miedo" y utilizaban términos como "compañeros" o "candidatos femeninos".
Como candidata estuvo durante unos días en las quinielas de quienes aseguraban que podría convertirse en la primera mujer en dirigir el Cuerpo Nacional de Policía con la llegada de Marlaska pero al final se quedó en una subdirección, un paso de gigante que la deja a muy poca distancia de lo que debería ser su destino: el último hito en su carrera acorde con sus tres medallas al mérito, sus tres cruces blancas, y casi un centenar de felicitaciones públicas.
Además, en su manos -más bien en su cabeza- está el futuro de la formación de las nuevas generaciones de policía, hombres y mujeres, que tendrá el Centro Universitario de la Policía como piedra angular sobre la que pivotará esta fuerza de seguridad en el siglo XXI.