A 15 kilómetros del municipio zaragozano de Uncastillo se encuentran las ruinas de la ciudad romana de Los Bañales. Sus 20 hectáreas de extensión entre el llano y las alturas del Pueyo fueron el hogar de cerca de 2.500 personas entre los siglos I a.C. y III d.C. A pesar de la monumentalidad de los restos del foro, sus barrios, templos y termas, 32 grandes pilares de piedra de cinco metros de altura son los que hechizan a los visitantes desde hace siglos. Son los restos de un acueducto construido a finales del siglo I a.C. por los soldados de la Legio IV Macedónica tras su campaña en las nevadas montañas de los cántabros.
Una leyenda posiblemente medieval afirma que lo construyó el diablo como parte de un trato con una doncella. "Es una leyenda muy común en todos los acueductos de España. La versión de Los Bañales parece bastante antigua y motivó que algunos pilares estén marcados con cruces como un deseo de exorcizar el monumento pagano", explica a este periódico Javier Andreu Pintado, catedrático de Historia Antigua, director del Diploma en Arqueología de la Universidad de Navarra y director de las excavaciones en el yacimiento.
Sin embargo, lo más excepcional del mismo radica en que su cubierta estaba realizada en madera, es decir, se trataba de un acueducto mixto del que hay muy pocos ejemplos en Hispania. "Hay un deseo militar y de la administración del emperador Augusto para dotar a esta ciudad de construcciones específicamente romanas. Roma piensa en Los Bañales como un centro desde el que articular la economía y las comunicaciones de la zona. Querían convertirla en el escaparate de lo que significaba vivir a la romana en el corazón del territorio vascón", afirma el catedrático.
Vinos, gorgonas y pinturas murales
En el interior de la ciudad se conoce una mansión low cost que intentaba imitar a las domus romanas. Sus caros zócalos de piedra estaban rellenados con adobe. El yeso pintado emulaba los colores del mármol y tenía pinturas murales con motivos geométricos, un tanto toscas para el corazón del Imperio pero suficientes para una ciudad mediana de provincias.
La última campaña de excavaciones de este verano en la que han participado 22 estudiantes se ha centrado en la zona norte y sur del yacimiento, en las entrañas de viejos barrios residenciales y suburbios de la civitas. Algunas manzanas de estas áreas fueron usadas con fines económicos. Los últimos hallazgos consisten en una serie de entre 4 y 5 lagares para la producción de vino excavados en la roca y un almacén relacionado con la industria vitivinícola.
¿Hasta qué punto esta producción estaba pensada para su exportación en Hispania y no tanto para su consumo local? ¿Será este producto el que enriqueció a las élites locales que monumentalizaron la ciudad y se permitieron caros banquetes de ostras? A finales de este mes de septiembre, una prospección con georradar en estas zonas meridionales de la ciudad se centrará en explorar estas conexiones entre el mundo rural y urbano para intentar dar respuesta a estas preguntas.
Más allá del increíble acueducto hay otra estructura asociada a Los Bañales que cautivó a Javier Andreu Pintado en cuanto llegó al entorno del municipio de época Flavia. Entre las ruinas de la ciudad romana y el actual pueblo de Sádaba, en medio de la nada, se encuentra un gran monumento funerario de casi 5 metros de altura que se puede contemplar en el museo virtual del yacimiento.
Fue construido por Atilia Festa y dedicado a sí misma, a su padre y a su abuelo entre los siglos I y II d.C. Aún en la actualidad una cabeza de gorgona grabada en la roca protege sus almas. "Hoy sabemos que era una pieza más de autoexhibición y de poder de la familia. Estaba hecho para que se viera. Querían señalar que aquellas tierras les pertenecían desde al menos tres generaciones", explica el catedrático. En aquel momento, no se escatimaron esfuerzos a la hora de embellecer la ciudad.
Las excavaciones en el corazón de la urbe desvelaron multitud de mármoles traídos de Anatolia, la península Itálica e incluso Egipto, además de multitud de estatuas que formaban parte de la propaganda romana. Se dedicó un homenaje en el pórtico del foro al emperador Tiberio, un altar a la victoria de Domiciano sobre los germanos...
Un nombre olvidado
Situada a 100 kilómetros de la gran Caesaugusta (Zaragoza) y cerca de Pompaelo (Pamplona), Los Bañales de Uncastillo recibe su nombre por el complejo de termas con piscinas con el que contó la civitas. Era una ciudad mediana que perdió su nombre entre las calzadas y miliarios. Sus orígenes se remontan al menos hasta el siglo V a.C., cuando fue poblada por un grupo de vascones. ¿Al entrar en contacto con Roma se aliaron con ella o fueron sometidos por la fuerza?
"No hay indicios de destrucción en Los Bañales que nos inviten a pensar en un conflicto armado, pero tampoco sabemos qué posición tomó en la conquista romana de la región en el siglo II a.C. Todo parece indicar que la ciudad se sumó a la romanización de buen grado al menos desde el fin de las guerras cántabras", apunta Andreu.
Se sabe además que el general Pompeyo Estrabón reclutó en el valle medio del Ebro una unidad de jinetes indígenas, entre los que había varios vascones. Muchos recibieron la ciudadanía romana tras destacar en la conquista y masacre de Asculum del año 89 a.C. en la cruel guerra de los aliados que asoló la península Itálica.
El historiador Plinio el Viejo menciona en la región a la ciudad indígena de Tarraca. Según sus datos, era una ciudad federada con Roma, es decir, que mantuvo su autonomía y que era aliada de la ciudad de la loba capitolina, pero no hay evidencias que confirmen la relación entre el yacimiento y la urbe de Plinio.
En acusado declive desde el siglo III d.C., entre los siglos VI y IX, entre las épocas visigoda e islámica, aún vivieron algunos moradores, como fantasmas en viejas ruinas que usaron como cantera. "El nombre de la ciudad tiene que aparecer en alguna inscripción del foro. Al final de la época romana se abandonó la llanura y se volvió a poblar el Pueyo, la zona alta. No podemos descartar que aparezca el nombre en algún pedestal reutilizado en la muralla de este último poblamiento", cierra el catedrático.