El princeps Augusto pasó los últimos instantes de su vida en una villa en el área de Nola, en la falda norte del monte Vesubio. Había viajado hasta Nápoles para participar en unos juegos en su honor, pero de regreso a casa la enfermedad abordó de nuevo al anciano. Y esta vez sería definitiva: el primer emperador de Roma murió el 19 de agosto del año 14 d.C., curiosamente en el mismo lugar que lo había hecho su padre. Antes de exhalar su último aliento pidió un espejo, se peinó y enderezó su caída mandíbula, hizo llamar a unos amigos y les preguntó "si les parecía que había actuado adecuadamente en la comedia de la vida". Luego añadió unos versos en griego, despidiéndose como si fuese un intérprete que abandona el escenario: "Si ha sido una buena actuación, dadnos un aplauso / y todos con alegría despedidnos".
La figura de Augusto y los monumentos relacionados con su memoria revivieron con furor en la Italia de Mussolini, cuyo régimen fascista pretendió emular las glorias y los fastos del Imperio romano: el duce no solo impulsó los proyectos de excavación del altar del Ara Pacis o de restauración del mausoleo del princeps, sino que durante su gobierno salió a la luz en la localidad de Somma Vesuviana una lujosa villa que inmediatamente se identificó como el lugar de su muerte. Sin embargo, la falta de fondos y el estallido de la II Guerra Mundial volvió a sumir al yacimiento en el olvido, que desde entonces, y sin ninguna prueba que lo demostrase, quedó asociado a la residencia del emperador.
En el año 2002 arrancó un proyecto multidisciplinar dirigido por arqueólogos de la Universidad de Tokio que ha vertido luz sobre las características del sitio: se han documentado estancias majestuosas con columnatas, puertas con motivos dionisíacos, una espectacular estatua del dios del vino y la fertilidad —el complejo fue transformado en su última fase en una hacienda industrial de producción a gran escala—, un ábside decorado con frescos, suelos de mosaico con patrones geométricos...
El problema es la cronología: todas las estructuras y restos encontrados se han datado entre mediados del siglo II d.C. y el año 472, cuando el Vesubio volvió a desatar su furia, cubriendo de nuevo las zonas al noreste, como Somma Vesuviana —los flujos piroclásticos arrasaron toda la planicie de Nola y semienterraron muchas de las estructuras que se habían levantado en la zona—. Unos hallazgos que no encajan con la hipótesis de la "villa de Augusto".
Pero el equipo de arqueólogos japoneses ha anunciado esta semana una fascinante sorpresa. Las últimas excavaciones en el yacimiento han revelado partes de un edificio sepultado por el Vesubio en el año 79 d.C., por la misma erupción que engullió otras famosas ciudades de la bahía de Nápoles como Pompeya y Herculano. Es la primer evidencia de una estructura supuestamente del mismo periodo de Augusto (o inmediato) documentada tras más de dos décadas de trabajo.
En concreto, se trata de los restos de un horno que se habría utilizado para calentar las aguas de unas termas privadas —símbolo de la residencia de una persona influyente de la sociedad romana— y de un almacén en el que se conservaban varias ánforas intactas, según ha informado la televisión pública japonesa NHK. Las dataciones de los carbones recogidos en este espacio han indicado que se remontan a la primera mitad del siglo I d.C. y que al menos el horno dejó de usarse a partir de ese momento.
Desastre y auge de la región
"Esperamos continuar y ampliar la excavación para lograr el objetivo del proyecto, que es determinar si el yacimiento es efectivamente el lugar donde falleció el primer emperador romano Augusto, así como reconstruir el proceso de recuperación a largo plazo de las zonas afectadas por las erupciones del Vesubio", ha explicado en un comunicado Mariko Muramatsu, profesora de la Universidad de Tokio y directora de los trabajos arqueológicos.
Aoyagi Masanori, profesor emérito de la Universidad de Tokio y también partícipe de la investigación, se ha mostrado menos prudente: "Hasta ahora no se ha encontrado otra gran villa en esta zona, así que creo que existe una posibilidad bastante alta de que esta sea la villa de Augusto". El recinto, tras la muerte del emperador, fue convertido en un templo dedicado a su memoria, pero su existencia todavía no se ha podido confirmar.
"Lo que se ha encontrado ahora es el nivel de destrucción provocado por la erupción del Vesubio del año 79 d.C. Hasta ahora lo que se había excavado era una villa de época posterior", explica Rubén Montoya, arqueólogo y autor del reciente ensayo Pompeya. Una ciudad romana en 100 objetos (Crítica). Consultado por este periódico, señala que no se puede afirmar todavía que se haya descubierto la famosa residencia de Augusto y destaca que lo realmente interesante de los nuevos hallazgos es que van a permitir investigar cómo la erupción del año 79 d.C. afectó a la zona localizada al norte y reconstruir el proceso de destrucción y recuperación de la región.
El área arrasada en un radio de 10 kilómetros en torno al cono del volcán no fue reocupada durante al menos una generación. Hubo que esperar hasta el reinado de Adriano (117-138) para que se levantaran nuevos edificios y se reparara la calzada que comunicaba con la costa. La producción de vino, el producto estrella de la región, sufrió una gran crisis y hubo que esperar varias décadas a que el terreno volviera a ser fértil. Pero resurgió, como evidencian villas como la de Somma Vesuviana. Sin embargo, el volcán y los dioses que allí se escondían según la mitología romana volverían a arruinar la potente producción vitícola en 472.