Netflix la lía con Alejandro Magno: la polémica sobre si era gay que ha llegado al Parlamento griego
La serie está plagada de errores históricos aunque el romance del macedonio y su mano derecha Hefestión sigue siendo motivo de debate académico.
21 febrero, 2024 09:23En junio de 323 a.C. Alejandro Magno moría sin dejar un sucesor claro después de conquistar el inmenso Imperio persa, atravesar las crestas del Hindú Kush y llegar a orillas del indómito río Indo. Sus gestas inspiraron a grandes generales y líderes posteriores como Julio César o Napoleón Bonaparte. La vida de este macedonio protagoniza una de las últimas y polémicas aventuras de Netflix en el género del docudrama. Alejandro Magno: la creación de un dios ha sido duramente criticada, entre otras cosas, por la relación amorosa que mantienen el conquistador, encarnado por Buck Braithwaite, y Hefestión, su mano derecha y general de confianza.
El revuelo suscitado por la serie alcanzó este miércoles el Parlamento griego, donde Lina Mendoni, ministra de Cultura y Deportes, la calificó como "una ficción de extremadamente mala calidad" y de "bajo contenido, plagada de imprecisiones históricas". Dimitris Natsiou, controvertido líder del partido cristiano ortodoxo de extrema derecha Victoria, preguntó si el Gobierno tenía pensado tomar medidas contra Netflix y una producción que pretendía "transmitir de forma subliminal la noción de que la homosexualidad era aceptable en la Antigüedad".
La ministra respondió que no plantean ninguna medida ya que desde 1825 la Constitución griega avala la libertad artística. ¿Pero qué se sabe del posible romance entre Alejandro Magno y su general? Parece que ambos se conocieron en la adolescencia cuando acudían a las clases del filósofo Aristóteles y trabaron una gran amistad, en ocasiones comparada con la mantenida entre el héroe Aquiles y su amante Patroclo.
Una de las citas más claras sobre su relación la dejó escrita el profesor de retórica y escritor romano Claudio Eliano, quien afirmó que Hefestión "era el objeto del amor de Alejandro". El problema es que al autor le separan más de 500 años de los personajes ya que vivió en el siglo III d.C. bajo el reinado del emperador Septimio Severo.
Sin embargo, según informa el historiador Adrian Goldsworthy en su obra Filipo y Alejandro (La Esfera de los Libros), algunas fuentes afirman que Alejandro sí que se acostó con Bagoas, un eunuco que perteneció a la corte de Darío III, soberano persa enemistado con el macedonio. Las fuentes originales se han perdido y los historiadores modernos no logran ponerse de acuerdo sobre si su relación con Hefestión desarrolló un componente erótico. No obstante, como recordó la ministra griega en el parlamento, "el concepto de amor en la Antigüedad es amplio y multidimensional. No podemos interpretar ni las prácticas ni las personas que actuaron hace 2.300 años".
Dudosa calidad
La obra de Netflix "hace un daño terrible a la divulgación del conocimiento histórico", señala Mario Agudo Villanueva, experto en el mundo helenístico y autor de Filipo II de Macedonia (Desperta Ferro) en una crítica histórica publicada en la web de la citada editorial.
En cuanto a la vida sexual del conquistador, el investigador señala que se ha simplificado hasta el extremo su posible relación con Hefestión y que se ignora todo debate académico sobre el mismo. Además, el momento en el que Alejandro captura a Estatira, una de las esposas del rey persa, concluye con una ardiente escena sexual que vuela por los aires la versión más aceptada que narra cómo el rey demostró una gran contención ante su belleza, episodio que llegó a ser un símbolo de castidad en la Edad Media.
Al margen de la vida sexual de Alejandro, la producción, como reconoció la ministra griega, no da la talla como documental. Con una estructura desordenada que ignora sus conquistas en Asia Central y su llegada a la India, Agudo Villanueva solo rescata una serie de momentos puntuales que brillan con intensidad, como la recreación del recientemente restaurado palacio de Egas, ante los numerosos despropósitos que se van acumulando.
Lo demás es un conglomerado de simplificaciones y tópicos como la indumentaria persa "arabizada" y la panoplia griega que el investigador califica como salida de Mad Max. Ignoran que Filipo II era tuerto y cojeaba a consecuencia de sus heridas en combate y sitúan su asesinato en el interior de palacio cuando en todas las versiones se acepta que sucedió en el teatro de Egas.
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"En este punto comenzamos a darnos cuenta de que los especialistas, lejos de situar la dramatización en su contexto, se entregan a un frenesí de insensateces, como afirmar que Filipo se casó con Cleopatra-Eurídice porque atravesaba por la crisis de los cuarenta; que el matrimonio de su hija Cleopatra se acordó con un señor de la guerra local, cuando era, nada más ni nada menos que Alejandro del Epiro, hermano de Olimpíade, o que fue esta misma la que orquestó el asesinato de su marido, tesis que no goza de suficiente respaldo en el mundo académico", se lamenta el experto.
Su paso por Asia es confuso, la campaña de Egipto ocupa demasiado espacio, además de considerar la hipótesis de su coronación como faraón en Menfis como una realidad, y reducen las motivaciones de su conquista imperial a una rivalidad un tanto infantil entre Alejandro y el rey persa Darío III. "La transición del mundo clásico al helenístico, período clave de la Antigüedad, merecía un esfuerzo más serio, que deje de infantilizar a la audiencia y presente el relato de nuestro pasado en su verdadera complejidad", concluye Agudo Villanueva.