Génova y la "estrategia de carrete y sedal": Feijóo ya no ve punto de inflexión para que Sánchez remonte
El PP decide marcar su propio paso y dejar a Sánchez caer: "Feijóo acaba de llegar, y es una promesa; pero se conoce su obra, es una promesa cumplida".
26 junio, 2022 02:28En la sede del PP de la calle Génova, séptima planta, los despachos de los jefes del partido son un hervidero de trabajo, una imagen muy alejada de la calma chicha que se empeña en emitir el equipo de Alberto Núñez Feijóo. En su camino, recién iniciado al frente del partido, se aplica lo que se ha dado en llamar la "estrategia de carrete y sedal". Es decir, seguir un camino predefinido, sin atender a las reacciones del PSOE de Pedro Sánchez, y generar los marcos propios del relato.
"Lo vemos, sí", reconocen en voz muy baja cuando se pregunta a alguno de los dirigentes más cercanos al líder si se ven en Moncloa dentro de año y medio, cuando (en teoría) son las elecciones. La encuesta que hoy publica EL ESPAÑOL es prueba de ello: de los 89 actuales a 135 escaños; el PSOE cayendo a su peor dato de siempre, 85 diputados, y a más de ocho puntos de distancia.
"Miras el calendario, y no se atisba un punto de inflexión para que Sánchez remonte". Pero el empeño es no equivocarse, no fabricarse baches en una autopista que se ha quedado sin curvas y cuesta abajo.
Por ejemplo, acaso el votante del Partido Popular se quedó el jueves por la noche y el viernes completo esperando una toma de posición de su partido ante la contrarreforma de la Ley Orgánica del Poder Judicial presentada por el PSOE. Sin embargo, el simpatizante popular hubo de contentarse con una lacónica respuesta de Alberto Núñez Feijóo: "El Gobierno rompe los puentes" para negociar el CGPJ, y eso es un motivo más para desalojarle del poder.
Es decir, no responder, no decir nada sobre las acusaciones socialistas de que "el PP incumple la Constitución". Y sólo enfocar al rival con la luz adecuada para que se le vea a través del cristal de su eventual error: es evidente que el PSOE no ha esperado a julio, como admitieron sus dirigentes que haría; y es claro que Sánchez ha entrado en ebullición tras el batacazo del 19-J en Andalucía.
Pero no hay ni que decirlo, basta mostrarlo. Y que el calmado parezca Feijóo, para que en lugar de verle como opositor se le vea "como alternativa".
Nada más, ni ruidos, ni aspavientos. Tampoco quejas por la posible inconstitucionalidad de la norma, o reivindicaciones del compromiso adquirido hace dos semanas por Esteban González Pons: "Antes de un mes, el PP remitirá al Gobierno una propuesta para renovar los miembros del Consejo".
Si el peor resultado de la historia del PSOE en Andalucía, además protagonizado por el encargado de Sánchez, Juan Espadas, ha puesto nervioso al presidente y lo ha hecho entrar en hiperactividad, al PP no le va a afectar. En palabras de un alto cargo parlamentario, "que se cuezan en su propia salsa".
El calendario
En el Partido Popular se han centrado las energías, desde el pasado congreso de Sevilla, tres aspectos. El primero, terminar la transición en Galicia, "que no fue fácil hacerla de un modo pacífico", admite una fuente cercana a Feijóo.
El segundo, la conformación de equipos, ejecutada con parsimonia y secretismo, "no por gusto, ni siquiera por un juego de tensiones internas, sino por elegir a los mejores", explica otra fuente de la dirección. Y el tercero, la campaña andaluza.
Una vez logrados todos los objetivos, toca mirar adelante "porque lo que se viene es, sobre todo, muchísimo trabajo": crisis económica, consolidación del mensaje, recuperación del pulso en Latinoamérica, fondos europeos, "reconexión en Cataluña y País Vasco", y las citas electorales.
A la vuelta de verano, el PP pondrá en marcha el proceso de conformación de listas para las municipales y autonómicas de mayo (con las valencianas todavía por definir si se adelantan), con la vista puesta en las generales (no vaya a ser que no sean en diciembre) y sin descuidar el foco de la UE, que en la primavera de 2024 hay elecciones europeas.
Y entretanto, preparar propuestas económicas de calado, ante la crisis que se viene encima.
[Feijóo pide a la UE que permita suspender temporalmente el impuesto de hidrocarburos]
"Más allá de si nos vemos o no en Moncloa, el asunto es la asunción de que, una vez más, nos tocará rescatar a España de una crisis profunda tras una mala gestión del PSOE", añade otra dirigente de la nueva cúpula. Y ese diagnóstico es, a la vez, la cruz y la cara para el proyecto del gallego, como se le llama a Feijóo si no está delante.
Los populares están centrando su mensaje en la capacidad de gestión por dos motivos. El primero, porque al elector es fácil recordarle que, al llegar José María Aznar en 1996 y Mariano Rajoy en 2011, el PP hubo de hacerse cargo de una España en bancarrota. Y el resultado, en ambos casos, fue "una buena gestión, el país salió de la crisis". ¿Con corrupción en un caso, con recortes en el otro? A eso ni se responde, es argumentario socialista.
Y el segundo es que el propio candidato tiene experiencia contrastada. Su gestión en Galicia se mide por cuatro mayorías absolutas consecutivas, buenos datos económicos, paz social y populismos laminados. "Feijóo tiene una ventaja enorme sobre todos, porque aúna lo mejor de ser nuevo con lo mejor de ser viejo", añade la dirigente antes citada. "Acaba de llegar, y es una promesa; pero todo el mundo sabe lo que ha hecho, así que es una promesa cumplida".
Gestión de los errores
Pero para que todo esto funcione, hay que medir los pasos y pisar firme. Y como en las artes marciales, esperar más a los errores del rival que confundir riesgo con audacia y cometerlos uno mismo.
Esto significa que si las cifras económicas son malas, y Sánchez no logra hacer que la economía remonte a pesar de tener el grifo del gasto abierto por la suspensión de las reglas fiscales europeas, no basta con repetirlo. Ni con martillear el mensaje de que los fondos de recuperación no llegan a la economía real.
Hay que elaborar un relato sencillo para el español que no llega a fin de mes: usted tiene más dinero que nadie recibió nunca de la UE, sube los impuestos en lugar de devolverle dinero a los españoles que no pueden pagar su gasolina, y aun así hace crecer la deuda pública en 1.400 millones semanales.
Por ejemplo.
O en aprovechar los movimientos del presidente para labrarse un futuro en las instituciones europeas para tirar de la merecida fama de poco empático de Sánchez y hacerle ver a los españoles que el presidente huirá antes de asumir su fracaso.
Es decir, tirar de hechos y/o realidades ya establecidas para elaborar un marco referencial que coloque al PP cerca de gobernar... sin estar pidiendo elecciones cada día, como se hacía en la época anterior.
Justo lo contrario de lo que ocurrió el día que Elías Bendodo se lio al explicar lo del territorialismo cordial de Feijóo. Todo el mundo sabe que el expresidente de la Xunta supo aunar las políticas liberales y conservadoras con un tono de cierto regionalismo, en la mejor tradición fraguista. El cóctel le abría un flanco de votos tangente con el progresismo... pero no hacía falta mezclar esa idea establecida con el concepto de "plurinacionalidad" acuñado por los partidos de izquierda.
"Fue un error, y el presidente ya estableció la posición del partido, no se hable más", zanja un último dirigente del PP, en conversación con este periódico. Y admite, con un gesto nada más, que el hecho de que ese asunto haya quedado en el olvido es prueba de que no hay curvas ni baches, sólo los pinchazos que pueda provocarse el PP a sí mismo.