El activista y exmilitar argelino Benhalima, en el CIE de Alicante.

El activista y exmilitar argelino Benhalima, en el CIE de Alicante. Cedida por Levante-EMV

España INTERIOR

El disidente argelino que deportó Marlaska cumple 3 semanas en aislamiento "desnutrido y aturdido"

La familia del condenado a muerte fue a verle y se lo encontró en "mal estado de salud", "decaído" y con dificultades para hablar.

6 junio, 2022 03:19

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El activista y exmilitar Mohamed Benhalima, de 32 años, deportado hace más de dos meses por el Ministerio del Interior y condenado a pena de muerte por Argelia, ya lleva cerca de tres semanas encerrado en una celda de aislamiento.

Tal y como reveló este diario, España lo entregó desoyendo las recomendaciones de toda clase de organizaciones internacionales. Su situación, según detallan sus más allegados, no parece que vaya a mejorar.

Más bien todo lo contrario. A tenor de lo conocido por EL ESPAÑOL de fuentes de su entorno familiar y jurídico, el disidente encarcelado y condenado a la pena máxima por Argelia se encuentra en "mal estado de salud", "desnutrido", "aturdido", "decaído" y con dificultades para hablar.

Benhalima padece asma y cuando su madre y su abogado fueron a verle le encontraron delgado y desmejorado. En total, lleva tres semanas en una celda de aislamiento. Quienes le han visto hacen referencia a "la insalubridad de la prisión". Sus abogados procuraron infundirle fuerza y tranquilidad con la repercusión internacional que está teniendo su caso.

Estas visitas se producen a través de una mampara, siempre con los militares delante. También ahí contó a los suyos el maltrato que habría sufrido en comisaría a manos de las autoridades del país argelino.

Según fuentes próximas al joven, Benhalima tiene a día de hoy 19 procedimientos diferentes abiertos en Argelia, por supuestos delitos de tipo penal. Todos ellos se le atribuyen por [a tenor de sus acusadores] dudosos comportamientos dentro del ejército argelino. 

Estas mismas fuentes apuntan a que las autoridades judiciales argelinas van resolviendo algunas de esos procesos. Al parecer, ya le habrían condenado a otra sentencia de 8 años de cárcel y una tercera de 10.

Interior

En términos diplomáticos, el Gobierno español juega desde hace meses al filo de la navaja con sus dos vecinos, enemigos entre sí: Marruecos y Argelia. Tras el viraje en el Sáhara Occidental, asumiendo las peticiones de Mohamed VI, España tomó la decisión de mandar a su país de origen al disidente Benhalima. 

Y lo hizo a través del Ministerio del Interior sólo cinco días después de que Argel mostrara su enfado y negara haber sido informada del giro español en esa cuestión diplomática.

Para cuando se tomó esa decisión, el Gobierno español ya era consciente de la persecución al exmilitar en Argelia, motivo que había causado su huida y su petición de asilo. La denegación de su solicitud llegó cuando asociaciones y abogados que respaldan y defienden al joven habían alertado a Interior, durante el proceso, de que podría ser sometido a torturas en las prisiones de ese país.

Demandas

Mientras tanto, su equipo de abogados ha dado inicio a la apertura de tres vías judiciales para pedir responsabilidades al Gobierno “por la mala praxis del Ministerio del Interior”.

Dos de ellas son procedimientos en la vía contenciosa: contra la denegación de la solicitud de asilo y contra la resolución que acordaba su expulsión. El tercer camino es de ámbito internacional: un recurso ante el Comité de Torturas de Naciones Unidas.

Además, estos letrados están estudiando presentar una denuncia contra la Policía española por prevaricación y obstrucción a la asistencia letrada. Consideran que España conocía el riesgo que existía al deportar a Mohamed Benhalima a su país y que, aún así, han primado las relaciones bilaterales con Argelia. Señalan como responsable último al ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska.

El equipo de Behhalima está decidido a continuar para que se declare judicialmente que "la Policía se ha saltado los procedimientos para evitar el control judicial". Los juristas entienden que sí había un riesgo de tortura y que, por lo tanto, se tenía que haber abierto el procedimiento ordinario, y en el futuro haberle concedido asilo y refugio.

Poco se puede hacer ahora para exigir a Argelia que no ejecute la condena. Sin embargo, si el caso se hubiera judicializado, los abogados de Behhalima podrían haber pedido en el juzgado español que se solicitase una serie de garantías a cambio de la extradición: una de ellas que no se aplicara la pena de muerte.