La caza del Doctor Papaya: el negacionista del virus infiltrado como médico que acosaba a sanitarios
- Le imputan delitos de amenazas, de odio, incitación a la violencia, contra la integridad moral, usurpación de funciones públicas y calumnia.
- [El Español ha recibido la resolución judicial que informa de la firmeza de la resolución y finalización de los procedimientos que se siguieron en las causas judiciales por sobreseimiento y archivo]
Noticias relacionadas
"¿Alguien sabe donde vive esta rata inmunda?...Quiero ir a su casa... y darle un buen susto". Fue al empezar a recibir esos mensajes de un atemorizado personal sanitario y de algunos periodistas señalados públicamente cuando un inspector jefe de la Policía Nacional en Madrid advirtió que aquel tipo podía ir en serio. Sus hombres llevaban días siguiéndole.
No era el primero ni el segundo mensaje que le leían de esas características en sus redes sociales. Pero los insultos y las calumnias, las proclamas negacionistas sobre la Covid-19 dieron paso a las amenazas en público. A pedirle a sus casi 10.000 seguidores en Twitter que le ayudasen a localizar la vivienda de un político o de un médico involucrado en la gestión de la pandemia.
Un oscuro modus operandi que llevaba meses poniendo en práctica sin otra intención que la de sembrar el caos. Y que llevó a los investigadores a ponerse en lo peor. A pensar, atemorizados, que podía cometer un acto violento, una atrocidad, en cualquier instante.
Se hacía llamar Doctor Papaya, "Terror de la Junta Covid". Afirmaba haber sido despedido como parasitólogo del Instituto de Salud Carlos III por explicar la "farsa del coronavirus". Era mentira, claro. Para culminar esa ristra de calificativos, el negacionista zaragozano de 38 años, que responde a las siglas R.C.F., se ungía a sí mismo con el título de "Inquisidor sin escrúpulos". En realidad, explican fuentes de la investigación a EL ESPAÑOL, era tan solo un ególatra peligroso. Un perfil muy recurrente y con el que suelen encontrarse quienes investigan una y otra vez el mundo criminal.
En el historial de este hombre, explican los jefes de la investigación, tan solo constaba un antecedente. En la actualidad no tenía trabajo. Todo su tiempo, desde hace meses lo dedicaba al hostigamiento en las redes sociales, a señalar o a amenazar a dirigentes políticos, a responsables de la gestión de la pandemia, acusándoles, con toda clase de calumnias, de orquestar una gran farsa de dimensiones interplanetarias: la Farsa de la Covid-19.
"Su vida era eso ahora", aseguran los investigadores. Sus insultos podían parecer una broma de mal gusto, el producto de un cerebro desquiciado, y así fue hasta que comenzó a proferir todo tipo de amenazas. "Empezamos a preocuparnos al ver a gente que lo está dando todo estos meses, como los enfermeros o los médicos, siendo señalados por este personaje", indican los investigadores. A la directora de Salud del Carlos III, sin ir más lejos, la tenía absolutamente martirizada. Era uno de sus objetivos recurrentes. "Así vas a acabar expuesta ante el tribunal de la Santa Inquisición papayana, como la perra que eres".
En cuanto vieron este tipo de mensajes, los agentes del Grupo de Información en Madrid comenzaron a investigar y abrieron la Operación 'Panacea'. A lo largo de la misma, hasta la detención del citado Papaya en la localidad de Cuarte de Huerva, en Zaragoza, contaron con la colaboración de las Brigadas de Información tanto de Zaragoza como de Castellón.
Tras atraparle, a este individuo se le imputan delitos de amenazas, de odio e incitación a la violencia y contra la integridad moral a través de las redes sociales. También un delito de usurpación de funciones públicas y otro de calumnia contra autoridades y funcionarios públicos.
"Un tiro en la nuca a Sánchez"
Pasaban las semanas y el Doctor Papaya no frenaba en su escalada de odio virtual. Todo lo contrario, sus calumnias y sus amenazas se acrecentaban en las redes sociales. Llegó a llamar a residencias de mayores en las que se estaba muriendo gente de nuevo, haciéndose pasar por un parasitólogo, precisamente del Instituto de Salud Carlos III. Al descolgar el teléfono, con la voz distorsionada, preguntaba si era allí donde se estaba asesinando ancianos.
Llamaba a clubes de fútbol como el Sevilla FC. bajo esa misma identidad suplantada para conminarles a hacer pruebas PCR a una serie de deportistas. "Tenemos constancias de diversas anomalías en recientes diagnósticos serológicos en estos futbolistas".
Relacionaba el coronavirus con la pederastia. Divulgó el texto '26 solo' acompañando a una fotografía de la fachada del Ayuntamiento de León con un pancarta que rinde homenaje a 26 mujeres asesinadas por violencia de género. Denigraba incluso, y aunque pueda parecer irónico, al propio colectivo antivacunas, defensores de las mismas ideas que las suyas. "Decía que eran unos andrajosos, unos perroflautas y unos hippies, y que con ese aspecto era normal que nadie les tomase en serio", aclaran los investigadores del caso. Nada era demasiado para el doctor Papaya.
Conseguía direcciones de trabajo de gente a la que había señalado previamente. Mientras las publicaba en su perfil en las redes sociales, sugería las cosas que le parecía conveniente a sus seguidores, la mayoría de ellos adeptos convencidos de que el coronavirus es un gigantesco y sideral timo. "A los que estén pensando en suicidarse...cargaos a un político antes". "Todo esto se solucionaría con un tiro en la nuca a Pedro Sánchez". "Al colegio de médicos hay que prenderle fuego y punto. Hijos de puta".
Pese a emplear siempre la misma cuenta, actuaba sabiendo que la policía podía estar tras sus huellas. Era cauto y precavido. Demostraba cierta inteligencia en su método. Se cambiaba de móvil de manera recurrente, empleaba distintos perfiles, utilizaba servidores extranjeros e incluso tarjetas SIM de otros países. Durante muchas semanas extremó al máximo sus precauciones.
Llegaba incluso a viajar, a cambiarse de ciudad para continuar difundiendo sus falsedades con respecto a la pandemia. En uno de esos viajes, cuando los agentes ya le tenían en su punto de mira, se hospedó dos noches en la misma ciudad. Al llegar la segunda se mudó de hotel. "Sabía que podía estar cometiendo auténticos delitos y por eso actuaba de esa manera".
Algunas de sus proclamas atentaban directamente contra distintos cargos públicos, incluso contra aquellos que han caído contagiados por el virus."Si no tuviera padres, hace meses que habría matado a un covidiota. Son gente ignorante y mala que merece morir".
El odio propagado virtualmente por el Doctor Papaya alcanzó cotas ya intolerables para los investigadores y los afectados cuando llegó incluso a amenazar con quemar un periódico de Aragón y cuando difundió calumnias sobre la Unidad Militar de Emergencias (UME), asegurando que entraban en las residencias de ancianos con el objetivo de asesinarles.
Pillado por una papaya
El doctor Papaya fue detenido, como no podía ser de precedente, gracias a una papaya. Sabían los agentes que era precavido, pero eran conscientes de que, al mínimo error que cometiera, al mínimo, lo iban a coger. Al final, el doctor Papaya cayó. Tras analizar exhaustivamente su cuenta de Twitter, localizaron la imagen de una careta con forma de papaya con la frase "Coronatimo". Era, decía, su nuevo atuendo.
Entre esa imagen y otra que captaron que había subido desde un lugar cercano a su vivienda en la localidad de Cuarte de Huerva fueron realizando sus investigaciones. Analizaron dónde pudo haber adquirido ese accesorio y pronto obtuvieron información de los lugares en los que la vendían regularmente. Y supieron el lugar en el que estaba. Fue de ese modo como estrecharon el cerco sobre él hasta que le resultó imposible escapar.
Con los compañeros de Zaragoza y los de Castellón lograron dar con él en tiempo récord. Tardaron tres semanas en cogerle. Al tipo que llegaba a afirmar que los verdaderos responsables de todo lo que está ocurriendo son los profesionales sanitarios, los periodistas y los medios de comunicación, propagadores, según él, en su conocimiento privilegiado de la situación mundial, de la "farsa del Covid-19".
Aseguran las fuentes de la investigación que cuando le encontraron, el Doctor Papaya, cuyo nombre real no ha trascendido, les estaba esperando. Sabía que iban a por él. En cuanto llamaron a la puerta de su casa y le pusieron las esposas les dijo: "Soy yo. Ya sabía que me ibais a coger".