Ya lo veíamos venir el verano pasado, la temperatura en España alcanzó su máximo histórico desde que existen reportes de mediciones meteorológicas contrastadas. La realidad palmaria fue que se superó casi en medio grado al anterior verano infernal vivido en 2003 y la temperatura media aumentó en 2,2 grados.
Entrados en 2023, las cosas no mejoran. Los titulares de medio mundo –la otra mitad anda por su estación invernal— nos dicen que estamos viviendo un abril con temperaturas típicas de verano. El termómetro no engaña, pero también somos conscientes de la época alarmista en que vivimos.
Eso de poner el grito en el cielo por el incremento de 0,4 grados o experimentar un aumento ridículo de 2,2 grados, quizá no tenga sentido –podemos pensar–.
¿Casualidad o cambio climático?
Haciendo un repaso a los diarios y las redes, es notorio el aumento significativo de fenómenos –quizá debamos decir cataclismos– con repercusiones nefastas. Mas, por otra parte, hoy el flujo de la información tiene una velocidad extremadamente superior a cualquier otra época vivida. Además, las mediciones son mucho más exactas y frecuentes. ¿Entonces?
Con los datos en las manos e intentando ser neutrales, existen evidencias contundentes para afirmar que el cambio climático es un hecho incontestable. Tristemente, también podemos afirmar que la mayor parte del desastre ha sido provocado por nuestra intervención.
En otras palabras, si le pedimos a una inteligencia artificial que nos proporcione la solución más eficiente para revertir el cambio climático, es probable que su respuesta sea: “Eliminad a los seres humanos”. Advertidos estamos.
Desde hace ya algún tiempo la comunidad científica ha incidido en varios aspectos: el aumento del CO₂, el deshielo en los casquetes polares, la desaparición de varias especies en poco tiempo y un etcétera que, sin exagerar, es largo. Todos estos son indicadores reales de que algo está pasando y ese 'algo' parece ser que nos puede generar problemas importantes en poco tiempo.
Hablando sobre el tema con el astrofísico e historiador David Barrado me recuerda que los científicos hemos asumido el rol de Casandra, la sacerdotisa de Apolo que predijo el desastre en Troya y nadie creyó. En el caso del cambio climático, la sociedad y, en especial, las personas que gobiernan no creen en la posibilidad real de una hecatombe cercana.
Pensando en el porqué de tanta incredulidad, he llegado a la conclusión, sin saber si es acertada o no, de que no se domina un concepto importante: el punto de inflexión.
¿Qué es un punto de inflexión?
Te hablo de un concepto ampliamente debatido en los campos de las matemáticas, la climatología e incluso la sociología. Se define como el punto en el que un pequeño cambio o una serie de pequeñas variaciones pueden dar lugar a resultados a gran escala, a menudo inesperados.
Cientos, por no decir miles, de modelos matemáticos se han desarrollado para estudiar este concepto. Todos ellos suelen consistir en examinar el comportamiento de un sistema cuando se le empuja más allá de un determinado umbral.
Te lo ejemplifico de manera sencilla: un modelo podría examinar los efectos de aumentar una población de animales por encima de un número determinado, o los efectos de introducir una nueva especie en un entorno previamente estable. El estudio de estos modelos nos permite comprender mejor la dinámica de los sistemas complejos y prever cuándo puede alcanzarse un punto de inflexión.
Como te comenté, en el momento en que se alcanza un punto de inflexión, los efectos pueden ser dramáticos. Alejándome de la climatología, un buen ejemplo se dio en la llamada Primavera Árabe. ¿La recuerdas?
Este importantísimo hecho histórico que ha marcado parte de la geopolítica actual se inició con una serie de protestas y levantamientos que tuvieron lugar en Oriente Medio y el Norte de África y que provocaron en el derrocamiento de varios regímenes. En los meses previos a los motines, se produjeron una serie de pequeñas protestas y manifestaciones en varios países.
Sin embargo, el punto de inflexión se alcanzó cuando un vendedor ambulante tunecino llamado Mohamed Bouazizi se prendió fuego en protesta por la corrupción del gobierno y la brutalidad policial.
Este acto de inmolación propició una reacción en cadena de levantamientos en toda la región que condujeron a la destitución de varios gobiernos y a un periodo de agitación política y social que continúa hoy en día.
Lo mismo puede ocurrir con los cambios en las variables meteorológicas que estamos presenciando, esos que generan debates políticos acalorados y que no se logran enfriar con medidas adecuadas.
¿Cuándo se alcanzará el punto de no retorno?
El cambio climático no es algo lineal. Debemos tener en cuenta la existencia de una serie de umbrales que, una vez superados, pueden desencadenar cambios mucho más abruptos. Un análisis de más de 200 estudios científicos ha revelado que algunos puntos de inflexión podrían haber sido ya superados. Esto no significa el apocalipsis climático de un día para otro, sino que podemos estar entrando en territorio desconocido.
No obstante, se han identificado algunos que ya van camino del no retorno: el hielo marino ártico, por su disminución significativa; la reducción de la capa de hielo de Groenlandia, la de la Antártida occidental y partes de la Antártida oriental, aquí van tres puntos de inflexión juntos.
Seguimos: la alteración de los bosques boreales debido a fuegos y plagas; el descenso del permafrost, es decir, la capa de hielo que, hasta ahora, permanecía constantemente congelada; la reducción del sistema de circulación de volcado meridional del Atlántico; la progresiva desaparición de la selva amazónica y, por último, la alta tasa de mortandad de los corales de agua caliente.
De todos ellos selecciono uno para desarrollarlo: el casquete de Groenlandia, que tiene tanta agua como para elevar el nivel del mar en 7,2 metros en todo el mundo, pierde hielo cada vez más rápido. Lo hace tanto en la superficie como bajo ella.
Esto provoca la pérdida de espesor y la reducción de su altura. Dado que el aire a menor altitud es más cálido, la capa de hielo se expone a temperaturas más elevadas y el derretimiento se acelera. Ergo, cuanto más hielo se pierda, más rápido se derretirá el resto del casquete glaciar. Este bucle provoca la existencia de un punto de inflexión que, de superarse, provocará cambios abruptos.
¿Y ahora qué?
Pues como lo de rezar no se me da muy bien, prefiero incitar a que actúes con pequeñas aportaciones para evitar que vivamos, nosotros y ya no tanto nuestros hijos, el desbarajuste que se nos viene encima. Empecemos por invertir el proverbio: hoy es más adecuado decir 'a buen tiempo, si es abril, mala cara'.